Sobre los v¨ªdeos del Madrid y la federaci¨®n
La Federaci¨®n no podr¨¢ encarar nada relativo a la credibilidad de nuestro arbitraje sin haber afrontado seriamente el caso Negreira, protegido por una Ley del Deporte llamativamente benigna para los casos de corrupci¨®n
¡°El victimismo arbitral est¨¢ en las ant¨ªpodas de la grandeza¡±. As¨ª terminaba su art¨ªculo de ayer en este peri¨®dico Valdano en una clara alusi¨®n a los v¨ªdeos de la televisi¨®n del Madrid, y no puedo estar m¨¢s de acuerdo. En esto s¨ª que no se parece Florentino P¨¦rez a Santiago Bernab¨¦u, que alguna vez se quej¨® de alg¨²n arbitraje, como todos en el mundo del f¨²tbol, pero nunca orient¨® el club hacia una cultura del victimismo arbitral que en la ¨¦poca era factor distintivo de sus dos grandes rivales nacionales, el Atl¨¦tico y el Bar?a. Bernab¨¦u no ten¨ªa una tele, claro, pero s¨ª un bolet¨ªn mensual que nunca hizo una campa?a como la que estamos viendo desde hace meses en Real Madrid TV. S¨ª ten¨ªa, a cambio, muy buenas firmas del f¨²tbol de allende fronteras, lo que hablaba de mirada larga. Am¨¦n de informaciones de la vida del club, sus partidos, sus figuras, su cantera y dem¨¢s.
Lo de RMTV se ha convertido en la comidilla del a?o por su persistencia y su exageraci¨®n. Quien lo tome en serio se asombrar¨¢ de que frente a tama?a y sostenida inquina arbitral el Madrid haya podido, no ya ganar t¨ªtulo alguno, sino mantenerse en Primera. Es cierto que las im¨¢genes que se emiten son reales, aunque los comentarios sean a veces exagerados, pero lo encuentro una pr¨¢ctica ventajista. Cualquier ¨¢rbitro que lleve diez temporadas, pongamos por caso, en Primera, le habr¨¢ arbitrado varias decenas de partidos al Madrid. No ser¨¢ dif¨ªcil, hurgando con buen ah¨ªnco profesional, encontrar en ese mont¨®n de partidos entre cinco y diez errores que perjudicaran al club blanco. Captados, claro, por varias c¨¢maras cada uno de ellos. Si se colocan todos seguidos el efecto es demoledor. No lo ser¨ªa tanto si a continuaci¨®n se pusieran las otras tantas ocasiones en que errores de esos mismos ¨¢rbitros beneficiaron al Madrid. O perjudicaron al Bar?a, o al Atleti. O al rival de turno.
El canal no tiene mucha audiencia, aunque aqu¨ª ha encontrado una buena veta comercial, pero todas las cosas del Madrid se amplifican entre otros medios por la docena larga de acreditados agitadores en redes que pastorea el club, y as¨ª la cosa la llegado a convertirse en un grano para la Federaci¨®n y su organismo arbitral, el CTA.
Me preguntan por qu¨¦ no hacen nada. Hay que contestar que por Enr¨ªquez Negreira, ese elefante en la habitaci¨®n que fingen no ver. Negreira no s¨®lo ha sido inspirador y hasta cierto punto justificador de ese continuo tronar de RMTV, sino causante de la par¨¢lisis federativa ante tama?o ataque. La reacci¨®n tan pasiva ante el monstruoso hecho de que el Bar?a haya tenido a sueldo al vicepresidente de los ¨¢rbitros durante 17 a?os despoja a la Federaci¨®n de cualquier autoridad moral. Un portavoz oficioso me dijo ¡°lo hemos mirado, pero RMTV no tiene el mismo CIF que el Madrid, as¨ª que no es el Madrid y no podemos sancionar al club¡±. Otro me explic¨® que la normativa sancionadora es previa a la existencia de una tele. Por supuesto, la normativa sancionadora es lo bastante vaga como para justificar cualquier cosa. Por ejemplo, vale para meterle un paquete gordo a Gay¨¢ por lo mismo de lo que otros salieron indemnes.
El Sevilla denunci¨® en v¨ªsperas de su reciente visita al Bernab¨¦u la pr¨¢ctica de RMTV por entenderla coercitiva hacia el ¨¢rbitro. Competici¨®n lo archiv¨® de inmediato, alegando que no especifica qu¨¦ art¨ªculos del c¨®digo incumple esa pr¨¢ctica. Jos¨¦ Mar¨ªa del Nido j¨²nior, un tipo combativo en edad de darse a ver, insistir¨¢ con otro escrito m¨¢s fundamentado. Raro ser¨¢ que consiga algo.
La Federaci¨®n est¨¢ presidida por un buen hombre al que distingui¨® con su dedo Rubiales de entre todos sus pares que s¨®lo aspira a perpetuarse a base de no molestar a nadie. Ni ¨¦l puede ni ning¨²n otro podr¨ªa encarar nada relativo a la credibilidad de nuestro arbitraje sin haber afrontado seriamente el caso Negreira, envuelto en la niebla de la ¡®omert¨¢¡¯ y protegido por una Ley del Deporte llamativamente benigna para los casos de corrupci¨®n, que prescriben a los tres a?os.
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