Griezmann y su amigo Memphis dan el golpe que so?aron
El franc¨¦s y el holand¨¦s, que congeniaron en el Barcelona y emigraron al Atl¨¦tico, culminan su esperada reuni¨®n goleadora para ruina del Inter
Antoine Griezmann convenci¨® a Simeone, convenci¨® a Miguel ?ngel Gil y convenci¨® a Memphis Depay de que el Atl¨¦tico era el destino de los dos. ¡°Vente al Atleti¡±, le dec¨ªa el franc¨¦s al que fuera su compa?ero en el Bar?a en la temporada 2021-22. Hablaban todas las semanas. Se hab¨ªan hecho amigos. Como tantos otros, hab¨ªan sufrido las presiones de la directiva de Joan Laporta para que abandonaran la plantilla del Barcelona. Congeniaron con la complicidad de los resistentes. Griezmann admiraba la clase del holand¨¦s, su esp¨ªritu aventurero, su vocaci¨®n de artista, y la bondad que escond¨ªa debajo de su pose de pandillero. Tras su marcha al Atl¨¦tico en el verano de 2022, le hab¨ªa echado de menos mientras fantaseaba con las posibilidades futbol¨ªsticas que podr¨ªan explotar juntos en una delantera so?ada. Griezmann cumpli¨® su deseo. En enero de 2023, Depay firm¨® por el Atl¨¦tico y se abri¨® una puerta. No hay en el f¨²tbol espa?ol una pareja de atacantes con m¨¢s imaginaci¨®n ni m¨¢s cualidades para asociarse. Solo las lesiones les impidieron llevar a cabo el plan de forma continuada. Ayer coincidieron. Para desgracia del Inter.
Hay d¨ªas buenos y d¨ªas malos. D¨ªas de sinapsis y d¨ªas de apag¨®n. D¨ªas de sensibilidad en el pie y d¨ªas de pies entumecidos. Quienes trabajan con sus extremidades inferiores sufren el rigor de las malas vibraciones por duplicado. Los futbolistas lo descubren tarde. Cuando los himnos y las canciones se apagan. Despu¨¦s de que suene Thunderstruck en el Metropolitano. Cuando las luces inundan la pradera y la multitud ¡ª 69.196 personas, r¨¦cord del estadio¡ª grita anhelante, y la pelota rueda, los compa?eros se comportan de un modo inesperado y los jugadores del equipo rival, invasores del ecosistema, ocupan lugares perturbadores.
A la vuelta de los octavos de final de la Champions contra el Inter, algunos descubrieron que no ten¨ªan su d¨ªa. Que llegaban tarde a las jugadas. Que el bal¨®n se sublevaba entre los metatarsos. Que sus colegas no alcanzaban a comprender el lenguaje corporal, el amague, el desmarque, o el mensaje impl¨ªcito en el pase. Los futbolistas saben que en esos momentos todo conspira en favor de la desesperaci¨®n. Solo los profesionales que han pasado por ello entienden el valor que tienen aquellos que saben dominar la frustraci¨®n y rebelarse contra los malos d¨ªas. Eso que Griezmann hace con naturalidad de maestro. Eso que hizo contra el Inter, este mi¨¦rcoles. ¡°No hay ning¨²n partido tranquilo¡±, dijo despu¨¦s. Podr¨ªa ser su epitafio.
A sus 32 a?os, Griezmann comprende su cuerpo y su mente como entiende el juego. A la perfecci¨®n. En 360 grados. En todas las zonas del campo y en cada circunstancia. Ven¨ªa de recuperarse de un esguince en el tobillo que le mantuvo inactivo tres semanas y las primeras jugadas le descubrieron en tierra de nadie, lejos de la pelota, o persiguiendo por la banda a Pavard, el central que se transfiguraba en carrilero y se internaba en campo del Atl¨¦tico. Probablemente no era su d¨ªa. Pero no dejaba de moverse. De tirarle desmarques a Lino, de ofrecerle salidas a De Paul, de cerrar l¨ªneas de pase, de molestar a los rivales, de pensar soluciones por si le llegaba el bal¨®n. A fuerza de incursionar y darle vueltas a las cosas, Griezmann se fue encontrando y fue apareciendo en el horizonte de cada maniobra. El Inter se hab¨ªa adelantado con un gol de Dimarco y las cosas no pod¨ªan ponerse m¨¢s cuesta arriba ¡ª2-0 a favor en el global de la eliminatoria¡ª cuando Koke envi¨® un bal¨®n al punto de penalti y ah¨ª fue Griezmann. Para sorpresa de ?alhanoglu y Bastoni, les tom¨® la espalda, control¨® y mand¨® la pelota a la red. ¡°Irnos al descanso con ese 1-1 ha sido muy importante¡±, dijo Koke, camino de la ducha; ¡°y la entrada de Memphis cambi¨® el partido¡±.
Simeone: ¡°?Necesit¨¢bamos a este Memphis!¡±
¡°El Atl¨¦tico merece felicitaci¨®n porque no baj¨® los brazos con el 0-1¡å, dijo Simone Inzaghi, entrenador del Inter, tras la rendici¨®n. ¡°Debimos estar m¨¢s atentos en los duelos uno contra uno para evitar el empate¡±. Tres minutos despu¨¦s del 0-1, el 1-1 puso la eliminatoria en ebullici¨®n. Durante la hora que sigui¨®, el Inter mostr¨® su profunda naturaleza de equipo de trincheras. Sommer, su portero, hab¨ªa parado todo lo que se filtr¨® por la doble l¨ªnea que le proteg¨ªa cuando Simeone cambi¨® a Morata por Depay en el minuto 79. La entrada del holand¨¦s transform¨® al Atl¨¦tico. Su breve coincidencia con Griezmann brind¨® la dosis de energ¨ªa que necesitaba el equipo para prolongar el asedio. Sobre el minuto 87, cuando las gargantas del p¨²blico se ahogaban, el holand¨¦s recibi¨® un bal¨®n interior de Koke ¡ªotra vez¡ª y convirti¨® el 2-1. Fue el empate de la eliminatoria y el billete hacia la salvaci¨®n de la tanda de penaltis.
De forma espont¨¢nea, desde todos los rincones del estadio, el c¨¢ntico de veneraci¨®n brot¨® de las gargantas. ¡°?Meeemphiiiiiis... Meeemphiiiiiis...!¡±, le aclam¨® la multitud. La gente hab¨ªa enloquecido. La estructura de hormig¨®n temblaba. Depay parec¨ªa imparable. Se sent¨ªa imparable. Se sent¨ªa grande. Due?o de la situaci¨®n, potente, ¨¢gil, intimidante. Solo le frenaban a base de faltas estrepitosas.
Desde la banda, Diego Simeone reaccion¨® con tanta violencia al 2-1, que en la efusi¨®n de saltos de alegr¨ªa se hizo da?o en la pierna izquierda. Cuando despu¨¦s le preguntaron por su lesi¨®n sonri¨® y call¨®. Pero cuando le preguntaron por el causante de su paroxismo de felicidad se acord¨® del jugador que ech¨® de menos en la ¨²ltima jornada de Liga: ¡°?Necesit¨¢bamos a este Memphis! ?Sab¨ªa que nos pod¨ªa dar esto! Me puso muy contento c¨®mo entr¨® porque no ven¨ªa de hacer un buen partido en C¨¢diz y yo se lo dije; y hoy hizo un partidazo¡±.
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