Un Atl¨¦tico ¨¦pico, grandioso e hist¨®rico elimina al Inter
Los de Simeone acceden a cuartos tras un partido memorable en el que se repusieron a un gol del equipo italiano con tantos de Griezmann y Memphis, antes de que Oblak se vistiera de h¨¦roe en la tanda de penaltis
?pico e hist¨®rico y hasta con su eterno sufrimiento identitario que le llev¨® a los penaltis, el Atl¨¦tico elimin¨® al Inter tras un partido memorable. Oblak se convirti¨® en el h¨¦roe final con dos paradas antol¨®gicas en la diab¨®lica tanda, pero el equipo de Simeone se despleg¨® majestuoso para sacar adelante un partido con todos los ingredientes de una eliminatoria de Copa de Europa en el que incluso se vio por detr¨¢s. Reaccion¨® a ese golpe que fue el gol de Dimarco y despu¨¦s se elev¨® por encima de un rival que se presentaba como uno de los mejores equipos de Europa y la vitola de ser el vigente subcampe¨®n del torneo. Ser¨¢ el Atl¨¦tico el que entre en el exclusivo club de los ocho equipos que peleen por el gran cetro europeo.
La trayectoria imperial del Inter, que en 2024 contaba sus 13 partidos por victorias, y el estado cr¨ªtico en el que se presentaba el Atl¨¦tico planteaba una dicotom¨ªa: si la realidad puede acallar un ambiente infernal o este la puede transformar. Sucedi¨® lo segundo. El Atl¨¦tico sali¨® dispuesto a jugar en el alambre con una presi¨®n sobre su rival a revienta pulm¨®n, con el Metropolitano a toda combusti¨®n. Un envite a todo o nada. A encajonar al Inter con un f¨²tbol visceral y vertical, sin tr¨¢nsito. Robar y atacar, robar y centrar cargando el ¨¢rea con jugadores para tratar de contrarrestar el gol del Inter lo antes posible. Se dibuj¨® la clase de partidos que encumbra a colectivos y a h¨¦roes individuales. Lino asumi¨® ese disfraz en una cabalgada contra cualquiera que se le pusiera por delante hasta plantarse esquinado en el ¨¢rea y probar a Sommer con un zurdazo raso y cruzado. El suizo estuvo acad¨¦mico, se tir¨® en diagonal para tapar el huecos y poder repeler.
Ante la avalancha rojiblanca, el Inter trataba de sedar el juego haciendo pasar la pelota por ?alhanoglu y Mkhitaryan. Lo logr¨® a duras penas en el primer cuarto de hora. El desboque del Atl¨¦tico fue incontenible hasta que los futbolistas de Simeone bajaron un par de revoluciones. En ese punto, el duelo se jug¨® con la mecha corta. Un error, un chispazo amenazante. Lo comprob¨® Morata, que se trab¨® guiando una contra y su p¨¦rdida se convirti¨® en una cabalgada de Dumfries similar a la de Lino. Oblak detuvo la arremetida del neerland¨¦s. No se arredr¨® el Atl¨¦tico, que no renunciaba a jugar en el precipicio ante un equipo que convierte en arte las transiciones a un toque. Morata cabece¨® manso una buena rosca de Hermoso. Respondi¨® Lautaro con un disparo lejano.
Witsel tuvo que hacer un corte imperial para que Thuram no se quedara mano a mano con Oblak en una de esas jugadas a pocos toques con las que el Inter siembra el p¨¢nico. Suelen fraguarse cuando Lautaro se retrasa para recibir de espaldas y desahogar el juego. As¨ª se gest¨® el gol de Dimarco. La distracci¨®n de Lautaro abri¨® un agujero a la espalda de Nahuel Molina y Savic. Por all¨ª se col¨® Barella, que centr¨® atr¨¢s para que Dimarco batiera sin oposici¨®n a Oblak. Un descuido y un gol de orfebrer¨ªa punzante. Un mazazo a la media hora que med¨ªa la capacidad del Atl¨¦tico para sostener su buen partido. Se rearmaron r¨¢pido los futbolistas de Simeone. Un mal despeje del Inter lo reintrodujo en el ¨¢rea Koke. Pavard pifi¨® su intento de volea y la pelota le cay¨® muerta al reaparecido Griezmann, que ratone¨® el error y cruz¨® la pelota. El empate tan inmediato recarg¨® la cabeza y las piernas del Atl¨¦tico, que revivi¨® la presi¨®n feroz de los inicios. No le dio r¨¦dito, pero si para mandarle un mensaje al Inter de autoridad para la vuelta del descanso. Marcos Llorente lo confirm¨® con dos incursiones. En la primera, tras un sombrero a Dimarco, asisti¨® a Griezmann con un centro atr¨¢s que el franc¨¦s no esquin¨®. En la segunda, Morata remat¨® picudo sin percatarse de que si abr¨ªa las piernas Griezmann estaba solo para empujar la pelota.
No concret¨® el Atl¨¦tico esas dos ocasiones y se meti¨® en el ¨²ltimo tercio en la fase cr¨ªtica del estado f¨ªsico. Simeone puso remedio con la entrada de Correa y Riquelme por Lino y un err¨¢tico De Paul. Despu¨¦s, Memphis y Barrios por Molina. Los movimientos fueron definitivos porque el argentino y el neerland¨¦s agitaron el ataque. Con el partido roto, Thuram y Barella pudieron apagar al Atl¨¦tico. Memphis golpe¨® al palo antes de recibir un pase filtrado de Koke, girarse y ajustar un remate raso que anunciaba una pr¨®rroga que Riquelme pudo evitar de haber calibrado mejor un remate franco que le cedi¨® Griezmann. En la pr¨®rroga, Memphis, tuvo el tercero y Lautaro el empate en un cabezazo que se le fue por un palmo. Despu¨¦s lleg¨® la hora de Oblak y el ¨¦xtasis rojiblanco. El meta, al que se le achaca que no para penaltis, detuvo el de Alexis S¨¢nchez, firm¨® un parad¨®n en el de Klaassen y vio como Lautaro, con su disparo a las nubes, hacia buenos los lanzamientos de Memphis, Correa y Riquelme.
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