El Real Madrid o las reglas del juego
El 0-4 del s¨¢bado en el Santiago Bernab¨¦u se expresa tambi¨¦n como un tratado gen¨¦tico de la historia de ambos equipos: la apuesta por entrenadores contra el imperio de las estrellas
El partido del s¨¢bado en el Santiago Bernab¨¦u se expresa como un tratado gen¨¦tico de la historia de ambos equipos. Un club que siempre prioriz¨® al colectivo y al entrenador, frente a una instituci¨®n que apost¨® principalmente por los jugadores y las estrellas al servicio de la leyenda espiritual del escudo. La historia cul¨¦ habla del Bar?a de Helenio Herrera, de Cruyff, de Guardiola, de Rinus Michels. La de su rival, repasa su gloria invocando al Madrid de Di St¨¦fano, de Cristiano Ronaldo, el de la quinta del Buitre y Hugo S¨¢nchez mientras suenan los trombones de Wagner. El estilo, muy definido, es la heroica, galopar pr¨¢cticamente sin mirar a la caseta. Y cuando alguien ha querido tocar eso (15 Champions, cuidado), ha arruinado el invento m¨¢s exitoso de la historia del f¨²tbol.
El 0-4, sin embargo, muestra tambi¨¦n de forma cruel la apuesta por la estrategia y el entrenamiento frente a la confianza ciega en el talento de los jugadores. Los 12 fueras de juego ¡ªel ¨²ltimo equipo que perpetr¨® algo as¨ª en el Bernab¨¦u fue el Milan de Arrigo Sacchi, donde jugaba el propio Ancelotti¡ª son un retrato del trabajo, pero tambi¨¦n de c¨®mo rentabilizar al m¨¢ximo una tecnolog¨ªa a veces denostada como el VAR, que permite jugar al l¨ªmite sin correr riesgos humanos. En 1989 el f¨²tbol revolucionario de Sacchi derrot¨® al Real Madrid de la Quinta del Buitre, pero tambi¨¦n se carg¨® las propias reglas del juego poniendo la primera piedra para la abolici¨®n del viejo fuera de juego posicional. No ser¨ªa extra?o que despu¨¦s de lo del domingo a alguien le d¨¦ por prohibir el VAR.
Las buenas noticias en Barcelona, empe?ado en autodestruirse, se llaman Hans-Dieter Flick. Cuentan que Deco y Bojan se fueron a Londres a entrevistarle y a la salida de la reuni¨®n llamaron al presidente Laporta y le resumieron el encuentro: ¡°Hemos hablado con un entrenador¡±. No es poca cosa. Pero Flick, que al d¨ªa siguiente del partido del Bernab¨¦u puso al equipo a entrenar con lluvia por la ma?ana y luego se fue al estadio Johan Cruyff a ver al Bar?a Atl¨¨tic, no es solo eso. Es un currante. Al entrenador de Heidelberg le das la panader¨ªa de tu barrio y la convierte en un obrador de reposter¨ªa francesa. Eso es lo que ha hecho con Raphinha, ??igo Mart¨ªnez, I?aki Pe?a o Lewandowski, que parec¨ªan descartados para el f¨²tbol el a?o pasado. O con De Jong, cuya entrada en el campo contra el Bayern y el Madrid liquid¨® definitivamente el encuentro.
La calma y el sosiego de Flick, quiz¨¢ en eso tambi¨¦n pens¨® Laporta a golpe de corazonada, le convierten en el entrenador perfecto para un club abocado al harakiri colectivo. Puede incluso que le ayude no hablar espa?ol para aislarse del t¨®xico entorno cul¨¦. Y es tambi¨¦n la ant¨ªtesis ideal para un presidente en permanente estado de combusti¨®n que, si sabe de algo, es de entrenadores. Laporta, en el ojo del hurac¨¢n por su gesti¨®n impulsiva, personalista y algo err¨¢tica, supo siempre dar confianza a sus t¨¦cnicos. Lo hizo con Rijkaard, a quien protegi¨® cuando las cosas no fueron bien el primer a?o, con Guardiola e incluso con Xavi en los malos momentos.
El partido apunt¨® detalles hasta el descuento. Y en los minutos finales, Gavi le record¨® a Vinicius que le hab¨ªan metido cuatro. El brasile?o, seg¨²n contaron algunos medios, le respondi¨® aludiendo a su estatura y le anunci¨®, como si el partido fuera para ¨¦l y su equipo lo de menos, que al d¨ªa siguiente se ir¨ªa a por el Bal¨®n de Oro. El ¨²ltimo fuera de juego de la noche.
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