Tras romper el carnet del Bar?a
Samitier, Kubala, Rexach, Cruyff, Koeman, Iniesta, Messi, y ahora parece que Lamine Yamal. Ya solo con esta letan¨ªa gloriosa bastar¨ªa para saber qu¨¦ clase de genialidad ha atravesado los 125 a?os de historia de este club
Nac¨ª, y ya era del Bar?a. Primero, estaba el club. Despu¨¦s, nos bautizaban. Pero esto ¨²ltimo no serv¨ªa de nada, porque pronto uno advert¨ªa que ser del Bar?a significaba vivir en pecado original. Lo confirm¨¦ el d¨ªa en que, siendo muy ni?o, mi padre, en lugar de llevarme a conocer el hielo, me llev¨® al estadio Bernab¨¦u, a un Real Madrid¨CBarcelona, y me avis¨® de que, en el caso de que se produjera, ni se me ocurriera celebrar un gol del Bar?a. Para que le comprendiera mejor, me se?al¨® con la mirada el palco desde el que el General¨ªsimo presid¨ªa el partido. Comprend¨ª enseguida, nunca he comprendido algo con tanta rapidez.
Un a?o despu¨¦s, se inauguraba el Camp Nou. Hubo sardanas desangeladas. Globos de colores que sub¨ªan al cielo. Y una Santa Misa en el centro del terreno del juego.
Tardar¨ªa a?os en saber que para que pudieran comenzarse las obras, se hab¨ªa procedido, a?os antes, el desalojo forzoso de chabolas de emigrantes y de terrenos que ocupaban sus arrendatarios legales. Aquel d¨ªa, mi padre, desde los asientos del Gol Norte, me se?al¨® con la mirada al palco, donde estaban algunos parientes: Francisco Miro-Sans, entre ellos, el impulsor principal de la construcci¨®n del estadio y presidente del club. Y Francisco Mitjans, el arquitecto del estadio. No mucho m¨¢s recuerda mi memoria de ni?o, solo que, d¨ªas despu¨¦s, en la primera jornada de Liga, se present¨® en el Camp Nou el General¨ªsimo para presidir el partido, y me pareci¨® entender ¡ªtambi¨¦n esto lo comprend¨ª bien r¨¢pido¡ª que los palcos que iba viendo pod¨ªan ser en realidad siempre el mismo tenebroso palco.
La leyenda de Kubala, el futbolista que lleg¨® del Tel¨®n de Acero, dice que los vecinos de la calle Ludovigeum, de Budapest, le conoc¨ªan como ¡°el chico de la pelota¡±, porque ¨¦sta parec¨ªa no querer separarse nunca de sus pies. ?Fue un precedente h¨²ngaro de Messi? Tendr¨ªa su l¨®gica que lo fuera teniendo en cuenta que de Kubala se dice que, aparte de darle en los a?os cincuenta dimensiones circenses al f¨²tbol, convirti¨® en peque?o el campo de Les Corts y hubo que construir el Camp Nou. ?Y de Messi no se dice que convirti¨® en tan peque?o ese estadio que sobre sus ruinas se est¨¢ construyendo ahora el Nou Camp Nou?
A Kubala le contrat¨® otro mito del club, Samitier, que fue gran jugador y luego gran secretario t¨¦cnico y buen amigo de mi padre, lo que no significa que a mi padre le gustara el f¨²tbol, todo lo contrario: lo detestaba. Encontraba rid¨ªculo que 22 personas corrieran detr¨¢s de un bal¨®n de cuero para meter un gol, pero fue presidente por mucho tiempo de la Gran Pe?a barcelonista de la plaza de Catalu?a. Salvando las insalvables distancias, le pas¨® lo que le ocurriera al poeta Baudelaire, que detestaba el invento de la fotograf¨ªa, pero fue el escritor m¨¢s fotografiado de su tiempo.
Samitier, Kubala, Rexach, Cruyff, Koeman, Iniesta, Messi, y ahora parece que Lamine Yamal. Ya solo con esta letan¨ªa gloriosa bastar¨ªa para saber qu¨¦ clase de genialidad ha atravesado los 125 a?os de historia de este club. Una cifra que, por mi aversi¨®n a los ¡°n¨²meros redondos¡±, tendr¨ªa que repelerme, y, de hecho, ese 125 me repele, lo que no impide que trate aqu¨ª de resumir esos a?os. Si algo me anima especialmente a esa s¨ªntesis imposible es la camiseta del Bar?a con el n¨²mero 99 con la que en tierra sagrada ¡ªen el Palau Blaugrana¡ª me obsequiara recientemente Edu Castro, el que fuera hasta hace poco brillante entrenador del Bar?a de hockey, hombre al¨¦rgico tambi¨¦n a cualquier n¨²mero redondo que se le ponga por delante.
De Johan Cruyff quiz¨¢s baste con decir que fue m¨¢s que un genio: estaba tan seguro de s¨ª mismo que tomaba normalmente decisiones insensatas que le llevaban al ¨¦xito. Cambi¨® el club elevando su moral. Le recuerdo llegando de ?msterdam ¡ªquiz¨¢s el d¨ªa m¨¢s decisivo de la historia del club¡ª y preguntarse por qu¨¦ ten¨ªa que vivir el socio del Bar?a tan cargado de complejos con respecto al Real Madrid. Era exactamente la misma pregunta que, a?os antes, ya hab¨ªa hecho Helenio Herrera al inicio de Yo, el libro de memorias que le escribiera Martin Girard, es decir, Gonzalo Su¨¢rez (Planeta, 1962).
Lo m¨¢s probable es que las tres desacomplejadas temporadas triunfales con Messi y Guardiola como entrenador ¡ªdisc¨ªpulo directo de Cruyff¡ª sean insuperables y, en cualquier caso, sean la cumbre de esos 125 a?os que los que somos enemigos de los n¨²meros redondos, pero partidarios del 99 y de la felicidad, tambi¨¦n queremos celebrar. Aunque hayamos roto el carnet tras la insufrible y desnortada temporada pasada. Ya no soy socio, pero, si marca el Bar?a en Liverpool, noto que sigo si¨¦ndolo.
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