Cuando desaparecen las fronteras
Puede que en mi palmar¨¦s no figure ninguna medalla, pero s¨ª la satisfacci¨®n de haber salido de la Villa con el coraz¨®n pleno, enriquecido por la multiculturalidad de los Juegos
Los Juegos Ol¨ªmpicos son un evento de alcance mundial. Su capacidad para transmitir un mensaje global no tiene parang¨®n y es algo notable desde el principio. Distintos pa¨ªses del mundo optan a organizar el evento. Llegar a ser sede puede cambiar la imagen internacional de una naci¨®n y eso es un privilegio, pero tambi¨¦n una responsabilidad.
Si algo diferencia esta cita de cualquier otra es la cantidad de deportistas que coinciden en ella. Atletas de infinidad de pa¨ªses, con ra¨ªces muy diferentes, se concentran en un punto con un objetivo com¨²n. La multiculturalidad es fascinante, acuden personas de todos los continentes. Personalmente, esa convivencia es uno de los regalos humanos que m¨¢s aprecio.
Mi trabajo me ha permitido viajar alrededor del mundo, adentrarme en culturas muy distintas y observar otros modos de vida. Esta diferencia no deja de ser un punto de vista personal hacia otro ser humano, distintas formar de actuar que son hermosas de conocer. Apenas la manera de saludar, los gestos cotidianos, son detalles que nos enriquecen.
La experiencia ol¨ªmpica permite crecer y evolucionar incorporando nuevos conocimientos. El contacto con otras delegaciones es algo bonito, y siempre podemos comunicarnos saliendo de nuestra zona de confort. La ilusi¨®n por compartir y acercarse al otro supera cualquier barrera. Esa variedad ling¨¹¨ªstica y cultural que existe alrededor del mundo me fascina, y demuestra que los puentes entre las personas no entienden de fronteras.
El respeto que se respira en la Villa Ol¨ªmpica es digno de admirar. El nexo que construye el deporte supone una base de tolerancia entre todos, algo que ser¨ªa fundamental trasladar a la sociedad. Nuestros or¨ªgenes determinan patrones a la hora de vestir, vemos muy distintas costumbres alimentarias y hasta en la forma de saludarnos percibimos diferencias. En el fondo, la distancia entre las personas es superficial.
M¨¢s diferencias que nos podemos encontrar son las distintas religiones o las distintas creencias que pueden llegar a existir, o la forma de saludarnos. Los latinos o los americanos tienen una forma m¨¢s extrovertida y aparentemente espont¨¢nea de actuar; en los pa¨ªses asi¨¢ticos, por el contrario, el contacto corporal no suele ser bien visto y en ocasiones tiende a ser evitado.
La educaci¨®n que recibimos desde nuestra infancia, rodeados por una cultura que nos viene dada, termina definiendo nuestra identidad. Acudir a una cita ol¨ªmpica y mostrar un respeto por todas las personas es el mayor legado que podemos dejar en otros. Por encima de cualquier medalla o marca obtenida en la competici¨®n, al margen de todo registro para la posteridad del deporte, los lazos con otros pa¨ªses y el impacto en sus gentes es el verdadero privilegio de estas citas.
Los valores que uno va desarrollando a lo largo de la vida terminan definiendo nuestras sociedades. El impulso por el bien com¨²n debe ser un motor para todos. Las diferencias culturales son matices que definen nuestro ser, detalles enriquecedores si actuamos desde la tolerancia. Los Juegos Ol¨ªmpicos representan una responsabilidad que no termina en nuestra delegaci¨®n, sino en el respeto mostrado por los dem¨¢s. Puede que en mi palmar¨¦s no figure ninguna medalla ol¨ªmpica, pero s¨ª la satisfacci¨®n de haber salido de la Villa con el coraz¨®n pleno, repleto de orgullo al haber progresado a nivel humano.
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