El verano que Par¨ªs cambi¨®, y que nunca olvidar¨¢
El ¨¦xito de los Juegos reconcilia a los parisinos con la ciudad y, despu¨¦s de a?os de crisis, la instala definitivamente en el siglo XXI
Par¨ªs nunca olvidar¨¢ estos Juegos Ol¨ªmpicos. Ni Francia.
?Los mejores de la Historia? Se ha dicho de otros, pero estos han sido, de largo, mejores de lo que los parisinos y los franceses habr¨ªan podido imaginar. No se lo acaban de creer.
¡ªSe ve una alegr¨ªa... Unas ganas de estar juntos...
Es viernes por la tarde, quedan 48 horas para que se clausuren los Juegos Ol¨ªmpicos, y este peat¨®n se acerca al Club France, el epicentro de la hinchada francesa en el parque de La Villette, en el norte de Par¨ªs. Habla Fatou mientras mira en la pantalla gigante la final de f¨²tbol entre Espa?a y Francia. Tampoco ella ni quienes la acompa?an ¡ªSidik, Mya, Makena: una familia del extrarradio¡ª lo olvidar¨¢n.
Aunque los trenes que llegan a la hora no sean noticia, hay que decirlo: Par¨ªs 2024 ha sido un ¨¦xito rotundo. Al menos, para Par¨ªs y para Francia.
No era evidente que este tren fuese a llegar a la hora. La organizaci¨®n iba a ser un desastre como lo fue la de la final de Champions Saint-Denis en 2022. ?Los transportes p¨²blicos? Un caos. Y los atentados terroristas: vaya temeridad organizar la ceremonia inaugural en el Sena. A?¨¢dase el proverbial pesimismo franc¨¦s. Todo eran quejas, nada iba a salir bien, los parisinos se exiliar¨ªan en masa. Y el envenenado ambiente pol¨ªtico: en las elecciones legislativas, a unas semanas de los JJ OO, la extrema derecha estuvo m¨¢s cerca que nunca del poder.
Pero Par¨ªs ha brillado y el contraste con el ambiente anterior realza la luz. No ha habido caos organizativo ni atentados, los presupuestos no se han descontrolado y los franceses han vibrado con las medallas y con su capital. La idea de sacar los deportes de los estadios y llevarlos a la Torre Eiffel, el Grand Palais, la plaza de la Concordia o el Sena era atrevida. Fue un acierto. Hoy Par¨ªs, liberada de los malos rollos, parece una ciudad a la vez antigua y nueva: leve, flotante, ir¨®nica como el pebetero que a cada atardecer se eleva sobre las Tuller¨ªas.
¡°Par¨ªs superstar¡±, titula el diario de izquierdas Lib¨¦ration. Y Le Figaro: de derechas: ¡°Par¨ªs 2024: la Francia feliz¡±.
Para entender qu¨¦ ha pasado en estos d¨ªas, llamo a uno de los cerebros de la mutaci¨®n urban¨ªstica de Par¨ªs, el profesor de la Sorbona Carlos Moreno. ¡°Los parisinos¡±, explica, ¡°se han reconciliado con su ciudad. Y la ciudad se ha reconciliado con el r¨ªo¡±.
Moreno, autor de La revoluci¨®n de la proximidad. De la ciudad-mundo a la ciudad de los 15 minutos, ve en Par¨ªs 2024 la plasmaci¨®n del urbanismo que lleva a?os desarrollando con la alcaldesa Anne Hidalgo. Al celebrarse la mayor¨ªa de las pruebas en el centro, todo estaba cerca, como si las competiciones, la ciudad y sus habitantes se hubiesen fusionado en uno.
¡°Ningunos Juegos han tenido una capacidad de permeabilizar toda una ciudad con sus habitantes¡±, dice. ¡°Hasta la gente que se fue, volvi¨®¡±.
Ha sido un par¨¦ntesis en medio de un verano convulso. Par¨¦ntesis en Francia, sin gobierno desde las legislativas y con una batalla partidista que se reanudar¨¢ a partir del lunes. Y en el mundo: las matanzas en Oriente Pr¨®ximo o los ataques en Ucrania, las guerras no han parado, pero los organizadores (el COI, el presidente Emmanuel Macron y su aparato diplom¨¢tico, el Ayuntamiento de Hidalgo) han preservado la burbuja ol¨ªmpica de estos conflictos.
Llamo a David Dja?z, autor de El nuevo modelo franc¨¦s, exconsejero en el palacio del El¨ªseo y analista de los males de este pa¨ªs. ¡°Lo que Francia ha mostrado¡±, dice, ¡°es que pertenece a un club bastante restringido de pa¨ªses con capacidad para organizar acontecimientos importantes, con profesionalismo y originalidad¡±. Contin¨²a: ¡°Se ha puesto en valor la creaci¨®n francesa: la moda, la m¨²sica, los artes y oficios, y ?qu¨¦ contraste con la depresi¨®n pol¨ªtica! ?Qu¨¦ contraste entre la vitalidad de la sociedad ¡ªporque el deporte, la creaci¨®n y las empresas son la sociedad¡ª y la enfermedad institucional y pol¨ªtica!¡±
Dja?z advierte contra la tentaci¨®n de exagerar el efecto ol¨ªmpico. Recuerda que los Juegos se han celebrado principalmente en Par¨ªs. Que las entradas no eran baratas. Y que, podr¨ªa haber a?adido, sigue habiendo un mont¨®n de parisinos que se marcharon de vacaciones y no se arrepienten, y de franceses que los ven como algo inaccesible y lejano. Pero a?ade: ¡°Ha habido un momento de comuni¨®n, alegr¨ªa colectiva y orgullo patri¨®tico. Las relaciones humanas son m¨¢s amables, la ciudad es m¨¢s apacible, la gente m¨¢s simp¨¢tica¡±.
Volvamos al Club France, donde miles de franceses, que se envuelven en la bandera y en un ambiente ¡ªadmit¨¢moslo¡ª a ratos en exceso patriotero, han festejado cada d¨ªa a sus campeones. Volvamos a la familia de Fatou y los j¨®venes Sidik, Mya, Makena, que han venido desde la banlieue, y escuchemos lo que nos dice Fatou se?alando a la multitud:
¡ªAqu¨ª hay negros, blancos, ¨¢rabes, con velo o sin y todos llevando los colores azul, blanco, rojo. Esperemos que esta experiencia muestre que todos podemos vivir juntos y compartir las alegr¨ªas.
Par¨ªs, que sale de una d¨¦cada marcada por los atentados, el incendio de Notre Dame y las crisis sociales, merec¨ªa este ¨¦xito. Y dejar¨¢ huella. Materialmente, los JJ OO han permitido impulsar la transformaci¨®n urbana y ecol¨®gica. Hay algo impalpable, adem¨¢s: el chute de autoestima. Y el redescubrimiento de una ciudad sobre la que pens¨¢bamos que ya estaba todo dicho y en la que todo parec¨ªa hecho. Hoy Par¨ªs ingresa definitivamente en el siglo XXI.
Este verano Par¨ªs jam¨¢s lo olvidar¨¢ (y el peat¨®n, tampoco).
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