Boicot al himno de Ir¨¢n
Los jugadores del pa¨ªs isl¨¢mico guardaron silencio durante su interpretaci¨®n y los aficionados lo silbaron
Las horas anteriores al Inglaterra-Ir¨¢n estaban repletas de inc¨®gnitas. Una se despej¨® apenas tres horas antes de que comenzara el partido: las presiones de la FIFA acabaron con la idea de que Harry Kane llevara el brazalete arco¨ªris de OneLove. La otra, m¨¢s espinosa, no se resolvi¨® hasta que empez¨® a sonar el himno de Ir¨¢n, y se vio que sus futbolistas no cantaban.
La selecci¨®n que dirige Carlos Queiroz ha vivido unos d¨ªas muy complicados desde que lleg¨® a Doha y comenzaron las conferencias de prensa en las que se enfrentaron a las preguntas de los periodistas ingleses por la situaci¨®n en su pa¨ªs. El 16 de septiembre Mahsa Amini, de 22 a?os, muri¨® despu¨¦s de que la hubiera detenido la polic¨ªa moral por llevar mal puesto el hiyab. Aquello desencaden¨® una ola de protestas impulsadas por las mujeres, que el r¨¦gimen est¨¢ reprimiendo con gran dureza. La Guardia Revolucionaria ha arrestado a miles de personas y ha matado a varios centenares.
Los periodistas han preguntado de manera repetida a los jugadores iran¨ªes qu¨¦ pensaban de lo que suced¨ªa en su pa¨ªs, y si pensaban realizar alg¨²n gesto de protesta en el escaparate del Mundial. Ellos se han mostrado prudentes pero decididos. Les angustia y entristece lo que sucede en Ir¨¢n, quieren que la gente obtenga el cambio que reclama. Pero su posici¨®n es delicad¨ªsima, como explic¨® Queiroz despu¨¦s del partido: ¡°No saben lo que est¨¢n pasando estos chicos detr¨¢s del escenario solo porque quieren jugar al f¨²tbol. Cualquier cosa que digan, los van a querer matar¡±.
Nunca quisieron contestar a qu¨¦ har¨ªan cuando sonara el himno antes del primer partido. Dijeron que deb¨ªan discutirlo entre ellos. Cuando ayer a las 16.00, hora catar¨ª, se oyeron esas notas en el estadio internacional Khalifa, su decisi¨®n se vio en sus bocas. No se movieron.
Arriba, en una de las tribunas, un par de centenares de seguidores iran¨ªes acompa?aron la protesta con silbidos, abucheos, gritos y dedos coraz¨®n en alto. Los futbolistas no estaban solos. Queiroz entiende muy bien la tormenta en la que est¨¢n sumergidos sus jugadores: ¡°Por favor, los profesores, los moralistas, dejen que los chicos jueguen. Estos chicos solo quieren jugar¡±. El portugu¨¦s tambi¨¦n comprende la intensidad emocional que atraviesa la grada. En un momento del segundo tiempo, claramente por detr¨¢s en el marcador, dej¨® de mirar el partido y se gir¨® a la hinchada iran¨ª, apret¨® los pu?os, levant¨® los brazos, les aplaudi¨® y les lanz¨® besos. Le respondieron animando con m¨¢s fuerza. No est¨¢n solos.
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