Courtois sostiene a la vieja banda de B¨¦lgica
El portero detiene un penalti a Davies y su equipo se impone al vigor de Canad¨¢
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A veces, la mejor salida de un atolladero es la m¨¢s rudimentaria. Ante al apuro en el que se vio contra la energ¨¦tica Canad¨¢, B¨¦lgica recurri¨® a una de las recetas m¨¢s viejas y menos elaboradas: un portero inspirado que detuvo un penalti y un gol hijo de un pelotazo, cuando todas las v¨ªas del juego daban se?ales de encontrarse muertas. Con eso le bast¨® a la selecci¨®n dirigida por Roberto Mart¨ªnez para terminar la primera jornada del Mundial l¨ªder de su grupo, despu¨¦s del empate de Croacia y Marruecos por la ma?ana.
B¨¦lgica se encontr¨® sobre el c¨¦sped del estadio Ahmad bin Ali como reci¨¦n despertada, no se sabe si de la siesta o de una hibernaci¨®n. Pero al abrir los ojos, el mundo, es decir, Canad¨¢, iba a otra velocidad, con otra hambre, con una insistencia agotadora y desesperante para los belgas, terceros en Rusia, abotargados en Qatar.
Los norteamericanos, de vuelta a una Copa del Mundo despu¨¦s de 36 a?os de ausencia, no hab¨ªan venido hasta el golfo P¨¦rsico a pasear y hacerse selfis con Hazard y De Bruyne, sino a desgastarlos hasta derribarlos. El comienzo de la funci¨®n fue un machaque incansable de los canadienses, que cegaron todas las salidas. B¨¦lgica apenas alcanzaba el campo contrario. Canad¨¢ se paseaba silbando por el ¨¢rea de Thibaut Courtois. Presionaban Jonathan David, Hollett, Buchanan, y detr¨¢s llegaban Eustaquio, Hutchinson, Davies y Laryea. Empujaban a los belgas, que no encadenaban tres pases. Los espacios hab¨ªan desaparecido, y Courtois ve¨ªa c¨®mo le ca¨ªa encima oleada tras oleada, ocasi¨®n tras ocasi¨®n. Siempre en r¨¢fagas fulgurantes, el¨¦ctricas. Robo, aire a la banda, apoyo dentro. Todo muy simple, pero ejecutado con gran precisi¨®n y a una velocidad fuera del alcance de un grupo cansado, que emite se?ales de encontrarse de despedida.
Los mantuvo a flote un instante de inspiraci¨®n de Courtois. Uno de los tiros de la salva inicial encontr¨® la mano de Carrasco, el VAR caz¨® el encontronazo y Davies se fue al punto de penalti. Pero el portero del Madrid decidi¨® que el partido deb¨ªa seguir abierto.
Con ese panorama angustioso en el que B¨¦lgica hab¨ªa olvidado todo lo que esta generaci¨®n hab¨ªa aprendido junta, apareci¨® Eden Hazard, un futbolista que, de tan marginal en el Real Madrid, atraviesa meses y meses por el p¨¢ramo del olvido. Encontr¨® un lugar en el centro desde el que poder aliviar el ahogo de su equipo, y con dos apoyos y una carrera consigui¨® ganarles la primera bocanada. ?l y una carrera de Kevin de Bruyne. Poca floritura, consuelos min¨²sculos.
La continuidad, la fluidez y la amenaza segu¨ªan siendo de Canad¨¢, donde se divert¨ªa Davies, sin tembleque alguno pese al penalti desperdiciado. Desde la banda izquierda desarmaba con dos regates y dos paredes todo el dubitativo entramado belga, un saco que encajaba un golpe tras otro sin terminar de derrumbarse, sostenido, ah¨ª s¨ª, por los trienios acumulados, y por un portero que record¨® a su versi¨®n del final de la temporada pasada.
B¨¦lgica no hilaba, pero no le hizo falta. Desde la trastienda, Alderweireld factur¨® un pase de 60 metros que cay¨® casi en la otra ¨¢rea, detr¨¢s justo de Steven Vitoria, en un punto al que lleg¨® antes Batshuayi, que no sinti¨® ninguno de los remilgos exhibidos en la otra punta del campo, y bati¨® a Borjan. As¨ª de f¨¢cil. Canad¨¢ jugaba, B¨¦lgica ganaba.
Roberto Mart¨ªnez se apresur¨® a maniobrar en el descanso. No regresaron al campo Carrasco y Tielemans, por los que entraron Meunier, que cambi¨® de banda a Castagne, y Onana en el medio. La angustia remiti¨®. Descifraron el acertijo de las rutas de escape, en parte tambi¨¦n porque Canad¨¢ afloj¨® los nudos. Ese mundo veloz que sorprendi¨® a B¨¦lgica no tiene energ¨ªa perpetua. Canad¨¢ baj¨® el paso, B¨¦lgica encontr¨® a De Bruyne, o ¨¦l dio con el modo de que B¨¦lgica lo encontrara, y todo se pareci¨® m¨¢s a lo que recordaban de su viejo mundo. El jugador del City ampliaba su rancho en el centro, su equipo respiraba m¨¢s a menudo, y Canad¨¢ retroced¨ªa. Aunque sin apagarse. Courtois a¨²n tuvo que estirarse a atrapar un cabezazo, y sinti¨® de nuevo pisadas en el recibidor, pero todo hab¨ªa quedado solucionado con la vieja receta de los desesperados, portero-pelotazo. Y as¨ª se alarg¨® la vida de la vieja banda.
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