Todo o nada
El escritor argentino Mart¨ªn Caparr¨®s y el mexicano Juan Villoro mantienen una correspondencia durante todo el torneo y constatan que el bal¨®n sabe tambi¨¦n mucho de amistad
Pase a Villoro para atr¨¢s:
Me tratas, Tu Excelencia, con raz¨®n y sin ella, de deprimido y triste. Y, para sostenerlo, me apareas con un par de portugueses que nunca nadie pens¨® en emparejar: Ronaldo que, como dices, juega ¨Cy vive¨C para su espejo, y Pessoa, que lo tem¨ªa o detestaba tanto que se pas¨® la vida tratando de ser otro. Yo hoy estoy m¨¢s cerca de Pessoa que de Cristiano: preferir¨ªa ser otro, no este que debe contestarte sin muchos argumentos.
Me endilgas tu tristeza y me compeles a consolarte de ella. No ser¨¦ yo, no ser¨¦ yo, no ser¨¦ yo, ansioso como estoy de que ma?ana tu desaz¨®n alcance abismos insondables. Para eso est¨¢n los amigos, amigo m¨ªo: para permitir que los que quieres lleguen hasta el fondo y, desde all¨ª, resurjan impetuosos, chispeantes de renovados br¨ªos. O quiz¨¢ no, pero ya sabes: tu tristeza de ma?ana ser¨¢ mi alegr¨ªa. A veces pasa, y no encuentro el modo de disimularlo.
La tristeza de hoy, en cambio, tiene que ver, me dices, con un descubrimiento: que el Gran Capit¨¢n Leo Messi no era puro f¨²tbol, mero f¨²tbol, alguien a quien nada m¨¢s le importa nada, sino un se?or capaz de vender cara su cara a una de las peores dictaduras del planeta. Signo de los tiempos: desde que lo escrib¨ª tantos me han dicho ¡°y qu¨¦, si le dan buena plata¡¡± ?C¨®mo fue que conseguimos llegar a esta simplificaci¨®n extrema y adaptarnos a vivir en ella? ?A una religi¨®n planetaria con un ¨²nico dios que todos adoramos, tan hu¨¦rfana de ateos?
Las explicaciones son, si acaso, pol¨ªticas, y creo que hac¨ªa tiempo que la pol¨ªtica no estaba tan presente en un Mundial: denuncias, brazaletes, bozales, las condenas. ?Ser¨¢ porque est¨¢ tan ausente de donde deber¨ªa? ?O ser¨¢ la percepci¨®n errada de un grupito extraviado, unos pocos a los que nos importan estas tonter¨ªas? Un ejemplo menor ¨Cmuy menor¨C ser¨ªa el gran Neymar. Este jueves, en un partido entretenido, Serbia sigui¨® el ejemplo argentino-alem¨¢n: el subcampe¨®n anterior consigui¨® perder con el sexto, en otro atentado contra las jerarqu¨ªas. (?Recuerdas aquel cantito de Mayo del 68 que dec¨ªa, en franc¨¦s, que ¡°la jerarqu¨ªa/ es como los estantes/ cuanto m¨¢s altos/ menos sirven¡±? Lo estamos demostrando.)
Pero bueno, Neymar. Ya sabes que sali¨® de la cancha con un tobillo regordete, desconchado, y sabes tambi¨¦n que hab¨ªa prometido que dedicar¨ªa su primer gol al futuro expresidente autoritario machista militarista puaj de su pa¨ªs, el mortal Bolso Naro. ?Esa promesa/amenaza alcanza para desear que su tobillo lo deje en dique seco hasta las fiestas? Ah, ?quer¨ªas hacer un gol bolsofacho? Pues mira, ya no puedes. Si lo dij¨¦ramos, ?qu¨¦ estar¨ªamos diciendo, que es el justo castigo por su toma de posici¨®n horripilante o que su l¨ªder es yeta o mufa o gafe? ?O, en realidad, justificar¨ªamos so pretexto de ¨¦tica la alegr¨ªa envidiosa de que no siga mejorando a Brasil, el enemigo sempiterno? ?Para eso tambi¨¦n usamos la pol¨ªtica? ?Nos alegra que el adversario sea medio facho como a nuestros adversarios seguramente los alegre ver a Messi venderse a los peores, as¨ª tenemos razones ¡°nobles¡± para descalificarlos?
Todo esto para decirte que admiro y denuncio tu voltereta dial¨¦ctica al respecto: ahora, el impensable triunfo mexicano de ma?ana se justificar¨ªa porque el muy Messi entreg¨® su imagen a unos asesinos, peores a¨²n que Bolso. Y que a¨²n as¨ª, dices, a los mexicanos les dar¨ªa pena dejarlo fuera. Porque ma?ana, lo sabemos, la Argentina se la juega a cara o cruz, a vida o muerte, a todo o nada. (C¨®mo nos gustan esas situaciones en que todo parece decidirse definitivamente. Es uno de los grandes atributos del f¨²tbol. En la vida esos momentos son muy raros: en general, los procesos dan efectos mezclados y uno no termina de saber si lo que le pas¨® le conviene del todo: cu¨¢l es el resultado. Algo puede ser bueno para tal, malo para cual, indiferente para esto o lo otro. En el f¨²tbol, en cambio, el resultado es uno y est¨¢ claro: o perdiste o ganaste o empataste. Es uno de sus grandes atractivos: en un mundo confuso ofrece un refugio de claridad bien definida. Simplifica.)
Pero no te preocupes: ese triunfo no suceder¨¢. S¨ª, lo s¨¦, es la gran oportunidad mexica para vengar la historia. Nunca la historia nos importa m¨¢s que cuando conseguimos leerla como una acumulaci¨®n de agravios que alguna vez castigaremos. T¨² y tus compatriotas ya tienen suficientes: ni recuerdo la cantidad de veces que los dejamos fuera. Como en muchos de los mejores relatos, la historia general se puede condensar en una historia individual: la de Rogelio Funes Mori, mendocino treinta?ero que juega de nueve, a quien no le fue bien en la Argentina, emigr¨®, le fue mejor en M¨¦xico y ahora juega en su selecci¨®n y sue?a con hacer un gol ma?ana ¨Cque va a festejar, dice, ¡°con un grito alocado¡±¨C para vengarse del pa¨ªs que lo despreci¨®. Cualquier parecido con nuestras relaciones futbol¨ªsticas nacionales no es mera coincidencia.
S¨ª, ma?ana ustedes podr¨ªan lograr la gran revancha: la peor ca¨ªda argenta de la historia. Yo creo que es una responsabilidad demasiado grande y se van a abatatar. ?Existe, en mexicano, el verbo abatatar? Es bonito, expresivo, casi infantil y, por eso, indiscutiblemente cruel. Significa inhibirse, paralizarse ante una situaci¨®n que te desborda y sobrepasa. Abatatados, entonces, por lo enorme de la posibilidad, tus verdes perder¨¢n y, a¨²n as¨ª, podr¨¢n clasificarse si no hacen todo mal.
Mientras tanto, te adelanto m¨¢s razones: el equipo argentino va a cambiar cuatro o cinco jugadores, pero eso es un detalle. Ya habr¨¢s notado que todos los jugadores argentinos se hicieron el mismo corte de pelo. Ah¨ª est¨¢ la clave. Es, sospecho, uno de esos hechizos o c¨¢balas que desbordan el R¨ªo de la Plata. Y, masiva como es, est¨¢ claro que es m¨¢s que suficiente para ganarles sin problemas. E incluso, arriesgando: si no alcanza para ganar el Mundial, es que Dios tambi¨¦n ha dejado de ser argentino. O qui¨¦n sabe el Diablo o, ahora, Messi mediante, Al¨¢ y su profeta.
As¨ª que aqu¨ª te espero. La tristeza por el Peque?o Capit¨¢n deber¨¢ volverse j¨²bilo por ¨¦l ¨Cc¨®lera, en tu caso¨C cuando, en lugar de venderse, se vengue con goles. La Argentina, me dicen, est¨¢ paralizada en esa espera, esa esperanza. Ma?ana se decide y, como se decide, no te voy a dejar contarlo solo. Espero publicar, si los dioses y los pa¨ªses y los balones lo permiten, una carta al mismo tiempo que la tuya. ?O te cre¨ªas que ibas a tener otra vez la pen¨²ltima palabra, Tu Excelencia?
La jalea est¨¢ hecha, o casi hecha. Abrazos pese a todo ¨Cy mucha suerte en la derrota. La justicia es ciega pero justa, ya lo sabes.
Juan Villoro responder¨¢ este s¨¢bado 26 de noviembre.
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