Ir¨¢n, los h¨¦roes imposibles del Mundial
Los futbolistas juegan en Qatar sometidos a una presi¨®n gigantesca: los cr¨ªticos con el r¨¦gimen les piden m¨¢s gestos de apoyo, la prensa les exige discursos y el resto de su pa¨ªs los desprecia
La selecci¨®n iran¨ª lleg¨® a Doha y en el hotel les sacaron una tarta para marcar el comienzo de su Mundial. Tambi¨¦n les dieron un largo cuchillo, casi una espada, como los que se usan con los pasteles de bodas, y con ¨¦l la cortaron. Se tomaron fotos, que circularon por las redes, y enseguida comenzaron a cambiar. En las im¨¢genes manipuladas aparec¨ªan beb¨¦s ensangrentados bajo el cuchillo en el lugar de la tarta.
En aquel momento, los futbolistas de Ir¨¢n eran considerados traidores por la parte del pa¨ªs que sigue protestando contra el r¨¦gimen despu¨¦s la muerte de la joven de 22 a?os Mahsa Amini en septiembre. La detuvo la polic¨ªa moral por llevar mal puesto el hiyab, la dejaron en coma y muri¨®. Aquello desencaden¨® un potente movimiento de protesta impulsado por las mujeres que se encontr¨® con la respuesta violenta del r¨¦gimen. La ONG Iran Human Rights (IHR), con sede en Noruega, dice que la Guardia Revolucionaria ha matado al menos a 461 personas. Se han producido m¨¢s de 10.000 detenciones.
La rabia de los manifestantes contra los futbolistas la explica desde Oslo Mahmood Amiry-Moghaddam, director de IHR. Antes de viajar a Qatar acudieron a un encuentro que los soliviant¨®: ¡°Fueron a ver al presidente, Ebrahim Raisi, y las im¨¢genes de ellos all¨ª, hablando con ¨¦l y sonriendo, provocaron que muchos iran¨ªes se pusieran en contra de la selecci¨®n¡±.
La presi¨®n que ya sent¨ªan, despreciados por parte de su gente, se agudiz¨® cuando comenzaron su actividad en Doha y aparecieron por su campamento los periodistas ingleses. Sus preguntas colocaron a diario a los futbolistas ante el trance de manifestarse en p¨²blico sobre las protestas. En sus cuidadosas respuestas, alud¨ªan al descontento del pueblo: ellos tambi¨¦n quer¨ªan que estuvieran mejor, pero prefer¨ªan hablar de f¨²tbol. La prensa insist¨ªa, y una ma?ana uno de los enviados iran¨ªes se puso a fotografiar de manera ostensible al peque?o auditorio del barrac¨®n.
A los periodistas iran¨ªes tampoco les gustan las preguntas sobre la relaci¨®n entre los gestos de los futbolistas y la represi¨®n de las protestas en su pa¨ªs. ¡°Solo quiero hablar de deporte¡±, dec¨ªa uno esta semana en el centro de entrenamiento del Al Rayyan. Y se?alaba a otro que quiz¨¢ quisiera contestar. Pero el otro tampoco quer¨ªa hablar de asuntos ¡°pol¨ªticos y sociales¡±. Igual que el siguiente. Seg¨²n Amiry-Moghaddam, el r¨¦gimen ha controlado la lista de los enviados especiales.
Algunos de los que est¨¢n en Doha han actuado como parapeto ante los occidentales, diciendo varias veces que esas cuestiones eran injustas, y preguntando a Queiroz si lo ve¨ªa correcto. El t¨¦cnico portugu¨¦s defendi¨® siempre la libertad de los periodistas, pero lament¨® su insistencia. Despu¨¦s de una comparecencia particularmente intensa mantuvo una breve discusi¨®n con una periodista de la BBC a la que anim¨® a preguntar por Afganist¨¢n a Southgate, seleccionador ingl¨¦s.
Tambi¨¦n apareci¨® la cuesti¨®n de si cantar¨ªan el himno antes de jugar contra Inglaterra, algo que le ped¨ªan desde las protestas. Evitaron contestar, pero cuando sonaron las notas en el estadio Khalifa no abrieron la boca. Una parte de sus aficionados abuche¨® el himno. Otra los abuche¨® a ellos.
En Ir¨¢n, la divisi¨®n fue similar, y a los manifestantes les pareci¨® insuficiente, seg¨²n Amiry-Moghaddam: ¡°Que no cantaran el himno no impresion¨® a nadie. En circunstancias normales s¨ª lo habr¨ªa hecho. No cantarlo es importante, y es valiente. Pero ahora no pareci¨® suficiente¡±.
Se encuentran atrapados en una situaci¨®n endiablada. Dejar de cantar el himno enfad¨® a unos y no content¨® a los otros. ¡°Hubo v¨ªdeos de gente en Ir¨¢n celebrando el tercer gol de Inglaterra¡±, dice el director de IHR. Esperaban m¨¢s de los futbolistas, pese a que muchos tienen a sus familias y amigos en el pa¨ªs. ¡°Est¨¢n mucho m¨¢s protegidos que los que salen a las calles¡±, sostiene Amiry-Moghaddam.
La rendici¨®n del brazalete
La parte de su pa¨ªs que est¨¢ siendo reprimida quiere que se levanten y se conviertan en h¨¦roes y los medios occidentales les insisten esperando gestos en el mismo Mundial en el que siete selecciones europeas renunciaron al brazalete arco¨ªris cuando la FIFA les amenaz¨® con una tarjeta amarilla.
Para ellos la tensi¨®n resulta aplastante. Nada es suficiente. Alguno ha escrito mensajes de apoyo expl¨ªcito, como Azmoun, que juega en el Bayer Leverkusen. Mientras, Queiroz insiste en que ¡°solo son chicos que quieren jugar al f¨²tbol¡±.
Bajo esa presi¨®n, Inglaterra les pas¨® por encima (6-2). Los jugadores parec¨ªan idos. Y en cierto modo lo estaban. Lo resumi¨® el delantero Taremi antes de jugar contra Gales: ¡°El primer partido no fue f¨²tbol, por todos los asuntos alrededor¡±.
En las horas previas a ese segundo encuentro se mantuvo la presi¨®n. Algunos medios dieron cuenta de trifulcas entre aficionados iran¨ªes a favor y en contra del r¨¦gimen en las inmediaciones del estadio. Los jugadores s¨ª cantaron el himno, y escucharon silbidos de la grada. Pero Ir¨¢n se pareci¨® m¨¢s a s¨ª misma. Gan¨® 0-2, y despu¨¦s de cada gol los jugadores del banquillo entraron a celebrar hasta casi el ¨¢rea. Fue una liberaci¨®n extraordinaria. Al final dieron la vuelta al campo aplaudiendo a la grada, regalando camisetas y haci¨¦ndose selfis con los m¨®viles que les lanzaban de la grada.
Cheshmi, mejor del encuentro, se desahog¨® al terminar: ¡°En el primer partido, hab¨ªa mucha presi¨®n sobre el equipo¡±, dijo. ¡°Si la presi¨®n tiene que ver con el juego, es normal. Pasaron cosas con los jugadores que no fueron justas. Recibimos presiones que no tienen que ver con el f¨²tbol¡±.
Suscr¨ªbete aqu¨ª a nuestra newsletter especial sobre el Mundial de Qatar
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.