Achraf Hakimi, el futbolista nacido en el Gregorio Mara?¨®n que lleg¨® a lo m¨¢s alto de Marruecos
Hijo de un vendedor ambulante y una limpiadora del hogar, el jugador es el referente vital y est¨¦tico de una generaci¨®n que creci¨® con el f¨²tbol europeo
De los 300 marroqu¨ªes que la tarde del martes se reunieron en un restaurante de Parla (Madrid) para ver a su selecci¨®n llegar m¨¢s lejos que nunca en un Mundial, solo un vendedor ambulante de Getafe lleg¨® tambi¨¦n a ver a su hijo por televisi¨®n. Hassan Hakimi, de 54 a?os, tiene el pelo blanco y una sonrisa elegante y cordial, pero cuando termina el partido, el hombre con aire de acad¨¦mico est¨¢ subido a la mesa del local con una chilaba con los colores de Marruecos. El hijo de este vendedor y de una limpiadora dom¨¦stica que llegaron sin papeles a Espa?a acababa de consagrarse como el mejor jugador marroqu¨ª de todos los tiempos. ¡°Esto es un sue?o hecho realidad¡±, dice Hassan, embriagado de t¨¦ de menta.
Pocas biograf¨ªas pueden resumir mejor el orgullo de un continente entero que la vida de Achraf Hakimi, el lateral derecho del Paris Saint Germain que marc¨® el ¨²ltimo penalti contra Espa?a. De emigrantes sin papeles a la cima del ¨¦xito en una generaci¨®n, el Ronaldo marroqu¨ª combina t¨ªtulos y portadas con solo 24 a?os y sin olvidar a los suyos. Nada m¨¢s aut¨®ctono que lucir oro y familia en el mismo Instagram.
El padre de Hakimi, Hassan Hakimi, originario de la regi¨®n del Atlas, lleg¨® con su esposa Saida a Espa?a en 1988, cuando apenas ten¨ªan 20 a?os. El matrimonio se instal¨® en Getafe y algunos a?os despu¨¦s nacieron Achraf, Nabil y Widad. Durante casi tres d¨¦cadas el matrimonio sac¨® adelante a la familia con el trabajo del padre, vendiendo fruta y ropa por plazas y mercados de la Comunidad de Madrid, y el de la madre, limpiando casas.
El martes, mientras el padre ve¨ªa el partido en una abigarrada mesa y una televisi¨®n a la que se le iba la se?al, la madre de Hakimi vio el gol definitivo de su hijo desde Qatar. Una de las im¨¢genes m¨¢s emotivas fue el momento en que Hakimi se alej¨® de sus compa?eros durante la celebraci¨®n, se fue hasta la grada, se acerc¨® a la mujer menuda con pa?uelo en la cabeza nacida en los campos de Marruecos y le dio un beso que ya es un cl¨¢sico del Mundial. Es una mujer muy ¡°sencilla, cari?osa y realista¡±, dice sobre ella una amiga de la familia. ?Y c¨®mo llegaron a Espa?a? ¡°Pues como todos¡±, resume esa misma amiga sin querer dar m¨¢s detalles. Cuando en una entrevista reciente Hakimi resumi¨® su vida familiar, dijo: ¡°Mi madre limpiaba casas. Mi padre era vendedor ambulante. Que yo pudiera jugar al f¨²tbol era un esfuerzo y un sacrificio para ellos. Mis hermanos tambi¨¦n han tenido que sacrificarse. ?ramos muy pobres. Ahora yo lucho por ellos¡±.
Con el mismo Renault 21 con cartones en los cristales con el que Hassan se mov¨ªa por la ma?ana por los mercadillos, por la tarde llevaba a su hijo a entrenar con el Real Madrid a Valdebebas desde que ten¨ªa nueve a?os. Con 20, el Real Madrid lo cedi¨® al Dortmund, pero cuando lleg¨® la hora de volver al Madrid, lo vendi¨® por 43 millones al Inter de Mil¨¢n. Era el primer verano de la pandemia, el club blanco necesitaba hacer caja y encontr¨® una manera de ganar dinero con ¨¦l, despu¨¦s de dos grandes temporadas. Un a?o despu¨¦s, Hakimi fich¨® por el PSG, donde est¨¢ dando grandes resultados debido a su habilidad por la banda derecha.
Desde que estaba en las categor¨ªas inferiores del Real Madrid, la Federaci¨®n lo busc¨® para que representara a la selecci¨®n espa?ola, pero la duda dur¨® poco tiempo. ¡°Durante mucho tiempo yo atend¨ªa las llamadas de la Federaci¨®n. Hubo contactos y lleg¨® a entrenar algunos d¨ªas en Las Rozas, pero ¨¦l quer¨ªa jugar con Marruecos¡±, explica el padre en un espa?ol pronunciado a trompicones. ¡°No me sent¨ªa como en casa. No era por nada en concreto, sino por lo que yo sent¨ªa, porque no era lo que hab¨ªa vivido en casa, que es la cultura ¨¢rabe, ser marroqu¨ª. Yo quer¨ªa estar aqu¨ª [con Marruecos]¡±, dijo el jugador en una entrevista en el diario Marca.
Desde hace algunos a?os, Hassan Hakimi, originario del Atlas, ya no recorre Espa?a con su furgoneta de mercado en mercado gan¨¢ndose la vida. Y su esposa, nacida en Alcazarquivir, vive en un elegante chalet de Getafe. En Madrid nacieron tambi¨¦n los dos hermanos del futbolista. Nabil, de 25 a?os, es futbolista en Getafe y Widad est¨¢ estudiando en la universidad.
Pero m¨¢s all¨¢ del ejemplo familiar, Hakimi es un orgullo para un pa¨ªs entero y uno de los referentes ¨¢rabes y africanos del f¨²tbol para una generaci¨®n de adolescentes que se env¨ªa de m¨®vil en m¨®vil sus jugadas, sus goles, sus coches o sus apariciones p¨²blicas junto a su esposa, la popular actriz Hiba Abouk, de origen tunecino. Dentro y fuera del campo, es un referente vital para un pa¨ªs con escasos ¨ªdolos a los que seguir y que ha hecho de su selecci¨®n uno de los pocos elementos de cohesi¨®n territorial m¨¢s all¨¢ del Rey y la religi¨®n. Aunque naci¨® en el Hospital Gregorio Mara?¨®n de Madrid, Hakimi es la cabeza de una juventud, la de su pa¨ªs, que consume f¨²tbol europeo desde la cuna, y reneg¨® de la selecci¨®n espa?ola para encabezar la mejor generaci¨®n de futbolistas marroqu¨ªes. Ha sido portada de Vogue Arabia y los j¨®venes imitan su est¨¦tica, desde el corte de pelo a las chanclas con las que sale del vestuario. El matrimonio arrasa en las redes sociales y hasta su perro Rai, un labrador marr¨®n, tiene un perfil de Instagram (@raiaboukhakini) que supera los 7.000 seguidores.
Al ¨¦xito medi¨¢tico y deportivo se suma su buena relaci¨®n con el olimpo mundialista. En su d¨ªa de descanso en Qatar, el franc¨¦s Kylian Mbapp¨¦ sali¨® del hotel de concentraci¨®n de Francia para ver a su amigo Hakimi. Tambi¨¦n con Sergio Ramos comparte vestuario y una fuerte amistad y no pocos sospecharon que el baile de celebraci¨®n que hizo tras el gol que le daba el pase a cuartos, el mismo que hace con Ramos en el PSG, fuera un gui?o. Al hablar de los buenos amigos que dej¨® en Madrid, su padre repite una y otra vez el nombre de Carvajal.
Cuando llega la tanda de penaltis, el padre bebe t¨¦ y no pierde la calma, aunque la se?al de televisi¨®n se interrumpa continuamente. Segundos antes de que su hijo lance el penalti, se apaga la televisi¨®n y pocos infartos pueden estar m¨¢s justificados. Sin embargo, los cientos de personas que lo rodean y siguen el partido en el m¨®vil gritan gol. Cuando regresa la se?al, la calle y el restaurante son una fiesta y el padre ya solo ve en la pantalla a su hijo celebrando el triunfo. Parla y Marruecos han quedado hermanadas por una familia y un fallo t¨¦cnico.
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