A la alegr¨ªa por el dolor
El escritor argentino Mart¨ªn Caparr¨®s y el mexicano Juan Villoro mantienen una correspondencia durante todo el torneo y constatan que el bal¨®n sabe tambi¨¦n mucho de amistad
Mart¨ªn querido:
Hab¨ªas dicho, con toda propiedad, que Argentina necesita sufrir para ganar y lo confirm¨® en una final de f¨¢bula. Estuvimos ante un partido para ver de pie.
Hay finales de bostezo, como la que Alemania gan¨® en Italia 90 o la que Brasil gan¨® en Estados Unidos 94. Otras son espectaculares por el despliegue de un solo equipo, como el imbatible Brasil de M¨¦xico 70. Pocas veces se ve un encuentro como este, donde la manifiesta superioridad argentina estuvo a punto de ser derrotada por la resistencia francesa.
Si tuviera que resumir la pasi¨®n, la angustia y la belleza de este juego me quedar¨ªa con la parada de Dibu Mart¨ªnez en el minuto 123. El ¨²nico autorizado para usar las manos hizo una obra de arte con el pie. Argentina se salv¨® de un gol que hubiera sido no solo letal sino inmerecido porque hab¨ªa jugado mejor, aunque ya sabemos que Temis, la vendada diosa de la justicia, no pisa los estadios.
Las c¨¢balas favorecen a quien sabe concebirlas y los amigos de las coincidencias m¨¢gicas descubrieron que el ¨¢rbitro que pito la final de 1986 y el que pitaba esta nacieron un 7 de enero. Para muchos, el dato equival¨ªa a una se?al del Esp¨ªritu Santo.
Tambi¨¦n la distinta fibra de los equipos suger¨ªa un triunfo albiceleste. Mientras que Francia hac¨ªa lo necesario para ganar, Argentina se jugaba la vida en cada partido. En mi columna pasada coment¨¦ ten¨ªa mayor sentido de la tragedia para levantar la copa. Hoy debo decir que, si de generar dramatismo se trata, a los tuyos se les pas¨® la mano, demostrando solo llegan a la gloria por el ameritado camino del dolor.
Durante 75 minutos parecieron disponer de un triunfo demasiado f¨¢cil. El ¨¢rbitro les dio un penal con la amabilidad de quien reparte galletas danesas. El VAR volvi¨® a hacerse misterioso y no revis¨® la jugada en la que Di Mar¨ªa pareci¨® trompicar consigo mismo. Messi convirti¨® la pena m¨¢xima con se?or¨ªo y eso conden¨® a Francia a la Isla del Diablo.
Vi el partido en compa?¨ªa de Franciso Mouat, el extraordinario cronista de Cosas de f¨²tbol que ante esa jugada defendi¨® con elocuencia el espont¨¢neo ¡°valor de la imperfecci¨®n¡±. Durante d¨¦cadas, el f¨²tbol cautiv¨® porque admit¨ªa sin trabas el error humano. Gracias al videoarbitraje, ahora se equivoca con retraso y pretextos cient¨ªficos.
M¨¢s all¨¢ de ese penal discutible, Argentina domin¨® con soltura. Scaloni aline¨® como titular a Di Mar¨ªa, que anot¨® el gol que signific¨® la Copa Am¨¦rica, y el Fideo no lo defraud¨®, rematando con un toque picadito una magn¨¦tica triangulaci¨®n iniciada por Messi.
Con el 2-0 en contra, Francia parec¨ªa un equipo fantasma. Seg¨²n coment¨® su entrenador, tres de los jugadores hab¨ªan contra¨ªdo el virus del camello. Pero el equipo entero parec¨ªa carente de anticuerpos. Argentina pase¨® el bal¨®n como quiso y en el minuto 40 Didier Deschamps hizo dos cambios de apariencia suicida: Dembel¨¦ y Giroud salieron del campo. Luego, el t¨¦cnico se dio el lujo de prescindir de Griezmann. Es posible que la decisi¨®n se debiera a la condici¨®n f¨ªsica de las estrellas, pero lo cierto es que Francia se reanim¨® con la sangre nueva. El aparente error t¨¢ctico se convirti¨® en un acierto que los exagerados compararon con los inesperados movimientos de artiller¨ªa en Austerlitz. Con todo, el milagro tard¨® en llegar.
Cuando faltaban quince minutos, el ¨²nico problema de los argentinos consist¨ªa en encontrar un hueco en sus cuerpos multitatuados para incluir la copa de Qatar. Entonces apareci¨® Mbapp¨¦. En dos minutos se convirti¨® en lo que esper¨¢bamos de ¨¦l. Anot¨® de penalti y consum¨® una jugada con un remate de ins¨®lita potencia.
Del otro lado estaba Messi, que dio un partido perfecto, recuperando balones, colocando pases precisos con la diestra y la zurda, anotando dos goles en tiempo reglamentario y un penal en la tanda de la muerte. Desde que cant¨® el himno a todo pulm¨®n, acab¨® con las acusaciones de ser un ¡°pecho fr¨ªo¡± e hizo todo lo que un Capit¨¢n debe hacer para que los suyos lleguen a la cima.
En la tanda de penales, Dibu Mart¨ªnez volvi¨® a recordar a Goycochea, el fusilado perfecto, que en Italia 90 ataj¨® fogonazos en los 11 metros del calvario.
Mbapp¨¦ sali¨® del Mundial como campe¨®n goleador. A los 23 a?os, suma 12 goles en copas del mundo. Messi sigue siendo el rey, pero ya parece tener sustituto.
Leila Guerriero escribi¨® una hermosa columna en la que cuenta que su padre pertenece a la rigurosa minor¨ªa argentina que no ve partidos de f¨²tbol. Durante el Pa¨ªses Bajos-Argentina, ve¨ªa El padrino por televisi¨®n cuando cambi¨® de canal por accidente. Justo entonces los holandeses empataron. Con la incontrovertible l¨®gica del fanatismo, los hermanos de Leila le pidieron que saliera a pasear con sus perras. El padre se alej¨® de la casa por respeto a las pasiones de sus hijos y Argentina supo ganar.
Hoy, el viejo volvi¨® a caminar horas extras para hacer felices a los suyos. Los h¨¦roes estaban en el campo, pero tambi¨¦n en todos los rincones donde los logros dependen de la superstici¨®n.
Los hinchas sabemos que los nuestros juegan mejor si cerramos los ojos o frotamos el llavero de la suerte. Nada nos curar¨¢ de pensar que influimos en la gesta; no en balde, tu pa¨ªs bautiz¨® al p¨²blico como el ¡°jugador n¨²mero 12¡å.
La diosa Temis no llega a los estadios, pero la sustituye el coro griego.
?Felicidades por ser parte de esa tribu!
Nos vemos en M¨¦xico 2026.
Suscr¨ªbete aqu¨ª a nuestra newsletter especial sobre el Mundial de Qatar