Nadal guerrea, se inclina y emociona a Barcelona

Alex de Mi?aur, und¨¦cimo mejor tenista del momento, ha vencido, pero este mi¨¦rcoles con aroma melanc¨®lico en el barrio de Pedralbes, el protagonista no es ¨¦l. Todos los presentes, en pie y aplaudiendo, se giran hacia Rafael Nadal, que rectifica el paso y se dirige hacia el centro de la pista que lleva su nombre, all¨ª donde ha ganado 12 veces ¡ªc¨®jase aire: 2005, 2006, 2007, 2008, 2009, 2011, 2012, 2013, 2016, 2017, 2018 y 2021¡ª y epicentro del club que le vio crecer y luego triunfar por todo lo alto. ?Despedirse ahora? Se inclina por 7-5 y 6-1 (en 1h 52m), pero lo hace a su manera, indisociable de ese estilo, batallando hasta al final y sin ning¨²n ara?azo en el chasis, lo que hoy por hoy vale para ¨¦l un potos¨ª: ¡°F¨ªsicamente estoy bien, y eso es lo m¨¢s importante¡±. ?Adi¨®s, Barcelona? ?Adi¨®s, God¨®? Probablemente. ¡°Nunca se sabe lo que te depara el futuro, y la vida probablemente te marca el camino; ahora me lo est¨¢ marcando de una manera bastante clara. Lo normal es que s¨ª. Lo he jugado como si fuera el ¨²ltimo. No puedo m¨¢s que dar las gracias¡±, dice.

Antes, sobre la monta?a de Collserola ¡ªaquella que anticipa la climatolog¨ªa, cuentan los barceloneses¡ª empiezan a asomarse las nubes, amenazando con descargar. Se contienen de la misma forma que lo hizo Nadal la tarde anterior, pero esta vez el guion exige algo bien diferente porque al adversario le sobra la insistencia. Es un cabez¨®n en toda regla. Piernas para todo; bola adentro, una y otra vez. Hasta cierto punto, desesperante. Al alzar la vista, el mallorqu¨ªn divisa al otro lado de la red un muro que repele una tras otra, infranqueable si no sube de marcha o bien arriesga en el tiro. De Mi?aur, oficialmente australiano pero con el innegable cu?o de la escuela espa?ola en la propuesta, podr¨ªa estar peloteando hasta ma?ana si hiciera falta. Y ¨¦l ha venido a lo suyo, circunstancias ajenas al margen. As¨ª que de la misma forma que Nadal se hab¨ªa encomendado veinticuatro horas antes a la l¨®gica de lo que se debe hacer, ¨¦l detecta r¨¢pido las deficiencias e incide.

A Nadal le cuesta la arrancada hacia adelante, de modo que aprieta por ah¨ª. Tambi¨¦n alarga el punto, consciente de que a mayor duraci¨®n, sus opciones se multiplican. Plantea un escenario crudo: esto es lo que hay, amigo. El riesgo ¡ª¡±sin cruzar l¨ªneas peligrosas¡±¡ª o la nada. Un cara a cara con la frustraci¨®n, tanto por el desequilibrio entre lo que le pide el cuerpo y hasta d¨®nde puede llegar, como porque lo que le dicta la cabeza no es correspondido por lo que ejecuta a continuaci¨®n su cuerpo, la asincron¨ªa: ¡°?Alaaaa!¡±, se afea ante el error, ech¨¢ndose la mano a la frente. Ya ha cedido el primer turno de saque. Y se ve obligado a desbaratar una bola que hubiera sido el 3-0 adverso. Desde el principio, a contracorriente. Lo preve¨ªa, pero igualmente escuece. ?C¨®mo escapar de tan dif¨ªcil situaci¨®n, sin ritmo, con dudas, habiendo jugado tan solo cuatro partidos en cuatro meses y con un servicio m¨¢s bien de m¨ªnimos? Esta vez no hay escapatoria, pero el viejo campe¨®n se aferra a su pedigr¨ª.

Ante la exigencia, muy superior a la planteada por Flavio Cobolli en la primera cita, Nadal empieza a hacer eso que dec¨ªa el d¨ªa previo, lo de ¡°explorar algunos l¨ªmites¡± para calibrar de verdad. Se prueba, y durante media hora sostenida se disfruta de la versi¨®n competitiva. Asoma el drive en los intercambios, cambia alturas y conduce a De Mi?aur al terreno de lo psicol¨®gico: ?Y si se levanta? Ahora es ¨¦l que tira las dejadas y el que obliga al australiano a hacer kilometraje. Con un rev¨¦s soberbio, abriendo la pista, ara?a el break y de la misma forma sella el siguiente juego, 4-3 a su favor. La grada se ilusiona, de la misma forma que entiende que la situaci¨®n puede ser enga?osa porque hoy por hoy, Nadal no est¨¢ todav¨ªa para estos trotes y la aguja del combustible empieza a bajar en el desenlace del parcial. Ah¨ª ya no se pueden disimilar las costuras. L¨®gico. El cuerpeo, inimaginable para ¨¦l hace menos de una semana, recalca, le desgasta y finalmente cede entregando dos juegos en blanco.

¡°?No hombre, no!¡±.

Navega el de Manacor viento en contra, pero las turbulencias del proceso no impiden deducir lo que tantas veces se ha diagnosticado: Nadal no olvida. Nadal juega de memoria. Hasta que dure la mecha. A sus 37 a?os ¡ª38 en menos de dos meses¡ª, el tenista sigue rebel¨¢ndose contra la madre naturaleza y peleando contra el destino irremediable, y aunque falten el f¨ªsico, el voltaje y la chispa, en esta versi¨®n presuntamente terminal, sabe perfectamente c¨®mo interpretar, c¨®mo leer el peloteo, acertar en la toma de decisiones. Instinto hasta el final. Durante un buen rato, parece no estar pendiente de su cadera ni del psoas, y se escucha el rugido en la ejecuci¨®n del golpe. Buena se?al. En cualquier caso, De Mi?aur ¡ªal borde del top-10, ganador este curso en Acapulco y finalista en R¨®terdam¡ª sigue ah¨ª, como un front¨®n, duro-duro, escupiendo una tras otra, de modo que el duelo termina decant¨¢ndose por una mera cuesti¨®n de coherencia con el guion de esta realidad actual.

Combate Nadal hasta el ¨²ltimo aliento y Barcelona, el God¨®, Pedralbes, el encantador club que le molde¨® y que recoge una significativa parte de esa entrada en la edad adulta, le dedican, seguramente, la ¨²ltima y merecida ovaci¨®n. Ad¨¦u, Rafael.

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