El jard¨ªn de Alcaraz: otro recital ante Djokovic y segundo Wimbledon
El espa?ol arrolla al balc¨¢nico en el desenlace de Londres (6-2, 6-2 y 7-6(4), en 2h 26m) y festeja su cuarto grande, reafirm¨¢ndose como el dominador del momento
Termina Novak Djokovic, palabras mayores, rendido a la evidencia. La Catedral, por segunda vez, rendida a los pies de Alcaraz, que luce dientes, escala por la tribuna y reparte abrazos para todos: 6-2, 6-2 y 7-6(4), en 2h 26m. ¡°He tratado de extender el choque, pero su tenis es incre¨ªble. Creo que Carlos lo ha merecido completamente¡¡±, dice resignado el de Belgrado, atropellado por un adversario cuyo destino (parece ser que s¨ª) es el de marcar una ¨¦poca. Cuenta ya el murciano cuatro grandes ¡ªlos mismos que Manolo Santana y Arantxa S¨¢nchez Vicario¡ª, dos en Wimbledon ¡ªlos mismos que Rafael Nadal¡ª y, suspiros entre los asistentes, los que puedan estar por venir. Huele a una cifra m¨¢s que considerable. Cuatro finales, cuatro trofeos. Sigue el pleno. De momento, recibe este ¨²ltimo de manos de la Princesa de Gales y recuerda: ¡°Yo ya he hecho mi trabajo, vamos a ver qu¨¦ ocurre luego con el f¨²tbol¡±. Elegante en la derrota Nole, un mes antes en el hospital para reparar el menisco, y la sensaci¨®n general de que lo visto quiz¨¢ sea tan solo la punta del iceberg: Alcaraz, letras de oro. Y raqueta en mano, piensa¡ Todo ha cambiado, amigo Novak. Hay un nuevo sheriff en el jard¨ªn.
Sucedi¨® hace un a?o ¡ªas¨ª que nada de casualidades ni de hechos puntuales¡ª y aqu¨ª est¨¢ ¨¦l otra vez, Carlitos, el buen chaval, desprendiendo notas de felicidad en cada raquetazo, viene a decirle el murciano al veterano, quien transcurridos solo un par de juegos ya mira a su cordaje en busca de respuestas que, sospecha, tal vez no vaya a encontrar. Sencillamente, la pelota centellea y le arrolla. Le come, le engulle. Emplea la herramienta de escudo, pero imposible frenar tal embestida. Dif¨ªcil recordar a un Djokovic tan desbordado, repeliendo como puede y asumiendo algo tremendamente complicado de digerir, porque la Catedral asiste en este 14 de julio ¡ªpobre de m¨ª, pobre de Nole¡ª a un momento hist¨®rico, trascendental: el de un fen¨®meno que definitivamente ha perdido el control de su deporte.
Promet¨ªa Alcaraz y cumple. Desde la primera bola, a por el serbio, que cede el servicio nada m¨¢s comenzar y est¨¢ ya con la lengua fuera, de lado a lado, dando manotazos por todas partes para tratar de coger aire y contener la lluvia de golpes. Impresionante la tormenta. Muy claras las intenciones: pasante de derecha junto al poste, subidas a la red, presi¨®n incesante al resto. Sin median¨ªas: amigo Novak, voy a por ti. Arr¨¦glatelas como puedas. La ofensiva es radical. 14 minutos se estira esa discusi¨®n introductoria y, a partir de ah¨ª, una sola direcci¨®n, con un solo suspirino y muy claro, adem¨¢s. El juego del espa?ol es demasiado r¨¢pido, demasiado exuberante, demasiado arrollador; quiere el mariscal ralentizar y coger aliento, pero se impone la velocidad y ¨¦l resiste como puede, a marchas forzadas, exigido al l¨ªmite en cada punto. No encuentra tregua. Ya ha volado el primer parcial.
Y seguramente no vaya a mejorar la historia para ¨¦l. ¡°Las piernas¡±, que comentaba Ferrero el d¨ªa anterior, remarcando esos 16 a?os de diferencia entre uno y otro que en un debate de larga distancia pueden llegar a ser igualmente definitorias. De modo que a Djokovic no le queda esta vez mucha escapatoria, esa trampilla que casi siempre acaba encontrando, sino agachar la cabeza y aceptar. Alcaraz, el nuevo due?o del jard¨ªn. Tras dos semanas de agua y m¨¢s agua, techo abierto, temperatura agradable y ligera la brisa; el escenario ideal para que la exquisita t¨¦cnica del balc¨¢nico pueda expresarse, pero ni por esas. Hay instantes de relativo desconcierto, de silencio. Le intentan reanimar, por eso de que haya partido. Pero nada de nada. A su exhibici¨®n de elasticidad responde el chico con cilindros en la zancada y un espagat vertical igual de pl¨¢stico. Digno de estudio lo de esos cuerpos. Pero falla ¨¦l dos voleas clamorosas, otra doble falta; otro break, segundo set en el electr¨®nico.
Incre¨ªble pero cierto: Djokovic, desdibujado. En Londres. Siete t¨ªtulos y 97 triunfos, m¨¢s que en ning¨²n otro enclave. Recu¨¦rdese.
Ruletas y Romario
Su indiscutible dimensi¨®n hist¨®rica ¡ªel palmar¨¦s le reconoce como el mejor competidor masculino de todos los tiempos¡ª no resiste a la evoluci¨®n mete¨®rica de Alcaraz, que ah¨ª abajo contin¨²a divirti¨¦ndose y demostrando. Son dos energ¨ªas diferentes, una juventud incandescente. El viejo mandam¨¢s parece haberse quedado vac¨ªo, impotente ante semejante torrencial, y el sucesor aprieta y aprieta, como si tuviera prisa (que la tiene) para ir a ver el f¨²tbol por la noche. Le promet¨ªa Romario a Cruyff: ¡®marco dos goles, me cambias al descanso y me voy al carnaval de R¨ªo¡¯. Y mira el de El Palmar hacia su banquillo, dos sets arriba ya, como dici¨¦ndoles a los suyos: tranquilidad, que habr¨¢ tiempo para todo. Enfr¨ªen el champ¨¢n. Y sigue erre que erre, tirando profundo y dominando y creci¨¦ndose, sin abrir pr¨¢cticamente la puerta ¡ªen tres opciones de rotura, se queda el serbio¡ª y sumamente firme.
Hace ruletas en el aire con la raqueta, caza todas las pelotas y hasta encuentra la alianza de la cinta. Pasa arqueado el tiro sobre la esbelta figura tras el ligero toque y la escasa fe que pod¨ªa tener Djokovic, se agota. Esto es lo que hay. Y es revelador. Se sostiene en el tercero, pero nada puede hacer; loable el esfuerzo, quir¨®fano y rodillera de por medio. Son 37 a?os y, todav¨ªa, la voluntad de ganar, de pelear. Otro claro error en la red y el orgullo herido, y la central inglesa, esa grada que a d¨ªas le ama y otros le vuelve la cara, Sir Roger siempre en la sombra, se compadece. No suele ser buena se?al eso. Pocas veces se le ha visto tan a merced, tan expuesto al azote. El dominio es total.
¡°?No-vak! ?No-vak! ?No-vak!¡±. Pero el que alza el pu?o y sonr¨ªe y se eleva m¨¢s y m¨¢s es Alcaraz, la ic¨®nica imagen de una tarde de excelencia y de otro punto de giro, sellada con una pizca de suspense ¡ªserv¨ªa el espa?ol para ganar, atrape pasajero y un grito a destiempo de la mujer desalojada¡ª y un sincero abrazo de reconocimiento. Se pod¨ªa interpretar el triunfo de Jannik Sinner en Melbourne como un serio indicio, pero el devenir ahonda en la idea. Todo ha cambiado. Seguir¨¢ Djokovic ah¨ª, a buen seguro, pero lo acontecido despu¨¦s en Par¨ªs y ahora en Londres refuerza el mensaje: nuevos tiempos, nueva p¨¢gina. Y un actor principal: Alcaraz escribiendo la historia.
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