Rafa Nadal, el mejor deportista espa?ol, sin discusi¨®n
Ni Indurain, ni Pau Gasol, ni Severiano, entre otros, han sido capaces de firmar un trazado tan largo ni exitoso como el de Nadal en un deporte individual tan duro
Rafael Nadal es el mejor deportista espa?ol de la historia. No hay discusi¨®n. Ning¨²n otro ha sido capaz de tener una trayectoria en la ¨¦lite tan larga (debut¨® en 2002, a los 15 a?os; se retira en 2024, a los 38), en un deporte individual tan duro (en el tenis no existen los cambios para descansar en el banquillo, como en los deportes colectivos); ni ha sumado un palmar¨¦s tan extenso: 22 t¨ªtulos del Grand Slam (el segundo jugador masculino de la historia, tras Novak Djokovic, 24), 14 de ellos en Roland Garros, dos oros ol¨ªmpicos (uno individual y otro en dobles) y cinco Copa Davis, adem¨¢s de ser n¨²mero uno mundial durante 209 semanas (cuatro a?os y siete d¨ªas).
A su lado, los dos anillos de la NBA de Pau Gasol, sus tres medallas ol¨ªmpicas y un Mundial; los cinco Tours consecutivos de Miguel Indurain; los dos Masters de Augusta, tres Open Brit¨¢nicos y tres Ryders de Severiano Ballesteros; los 12+1 Mundiales de ?ngel Nieto o las dos Eurocopas y un Mundial de la generaci¨®n de los Casillas, Iniesta y Xavi, aparecen como extraordinariamente meritorios, pero no alcanzan a compararse con el despliegue brutal de Nadal.
Con Nadal hemos pasado centenares de horas sufriendo, peleando, perdiendo y, sobre todo, ganando. Conocemos de memoria sus eternas lesiones. Podemos repetir sus tics previos al saque, sus andares evitando las l¨ªneas, su disposici¨®n milim¨¦trica de las botellas frente a su silla de descanso, y ese pellizco final al calzoncillo antes de comenzar con la rutina del saque. Le hemos visto con los pantalones pirata por debajo de la rodilla (?qu¨¦ horror!) y con su vestimenta elegante de treinta?ero; con el pelo largo y con claros crecientes; sin novia, con novia, con esposa, con hijo¡ Hemos crecido con ¨¦l. Es uno de los nuestros.
Pero, ojo, no nos enga?emos, no le conocemos en su mundo privado. Pertenece a un clan familiar balear celoso de su intimidad; y su entorno profesional es rocoso y muy defensor de su l¨ªder. Por eso, cuando ha entrado en terrenos farragosos ¡ªel publicitado acuerdo para anunciarle como embajador de Arabia Saud¨ª o sus nebulosas opiniones sobre el feminismo, por ejemplo¡ª hemos descubierto que cada uno de nosotros hab¨ªa construido un Nadal ¨²nico, perfecto, hecho a nuestra medida desde la empat¨ªa que generaba su juego al l¨ªmite y su elegante deportividad.
Mi Rafa Nadal es admirable en lo deportivo, pero me despierta emoci¨®n en lo personal. Puedo imaginar lo que ha tenido que sobrellevar, y veo una vida de enorme ¨¦xito, pero no una vida envidiable. Recordemos. Rafael fue moldeado por su t¨ªo Toni Nadal, un convencido de la escuela estoica del aprendizaje por el sufrimiento. Cuando el resto de alumnos se iban a su casa despu¨¦s de las clases, Rafael se quedaba barriendo o recogiendo las bolas. Siempre el ¨²ltimo en volver al hogar. ¡°Toni es la ¨²ltima persona del mundo en ofrecerme consuelo; me critica incluso cuando gano¡±, le dijo a John Carlin para su libro Rafa. Mi historia.
¡°Ni?o de mam¨¢¡±, le llamaba su t¨ªo-entrenador, que siempre ha defendido que esa dureza formativa es la que ha construido su mente privilegiada, capaz de aguantar siempre m¨¢s que el rival. ¡°La cabeza lo es todo en el tenis; aguantar, querer ganar m¨¢s que el contrario¡±, dice Toni. Y parece que su mensaje ha cuajado: ¡°Cuanto m¨¢s cerca del precipicio estoy¡±, defiende Rafael, ¡°m¨¢s exaltado me siento¡±. Se paga un precio por una vida as¨ª. El tenista sufre en solitario, horas y horas, contra amigos o enemigos, contra el viento, con mucho calor, con fr¨ªo, golpeando las bolas una y otra vez. Hay miles que fracasan cada a?o al intentar llegar a la ¨¦lite. Nadal lleg¨® a la cumbre en 2005 con su primer Roland Garros, y all¨ª ha seguido casi dos d¨¦cadas soportando dolores cr¨®nicos y esfuerzos sobrehumanos.
¡°S¨¦ que cuando acabe no ser¨¦ un hombre feliz¡±, le dijo a Carlin, ¡°y quiero aprovechar al m¨¢ximo mientras dure¡±. S¨®lo con esta frase, se entiende esta larga agon¨ªa final que Nadal ha soportado estos meses antes de cerrar su carrera. Va a tener que aprender a vivir sin esa adrenalina diaria, sin esa misi¨®n vital que le inculcaron desde ni?o. Sin esa emoci¨®n de algo tan sencillo y a la vez tan exigente como pasar la bola por encima de la red una y otra vez, hasta hacerlo una vez m¨¢s que el rival de turno. Sin esa pelea de tres gigantes con Djokovic y Federer, que ha durado 20 a?os en la pista, pero que va a seguir siempre en la historia.
Rafael Nadal es el mejor deportista espa?ol de la historia. No hay discusi¨®n. Ahora le toca vivir y disfrutar como un tipo normal. Su espada de superh¨¦roe, su raqueta, ya est¨¢ destinada a tareas amistosas o l¨²dicas, no a batallas con otros aspirantes al trono. Ha construido un legado extraordinario, y ojal¨¢ lo haga crecer, desde la sensatez, con la misma empat¨ªa y complicidad con la que nos ten¨ªa a todos enganchados frente al televisor.
?lex Mart¨ªnez Roig dirigi¨® la secci¨®n de Deportes entre 1987 y 1993.
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