Paquirri, el mejor (en lo que va de feria)
De nuevo una faena importante de Paquirri. Por segunda vez en la feria, este torero, al que cre¨ªamos haber perdido para siempre en el amaneramiento y la vulgaridad, ha protagonizado lo m¨¢s emotivo de cuanto han sido capaces de hacer los matadores en lo que llevamos de isidrada.Su primer toro tuvo alguna nobleza, aunque embestida corta. Lo llev¨® a los medios y cuaj¨® dos tandas de derechazos muy mandonas y de temple. Despu¨¦s cometi¨® la equivocaci¨®n de derivar hacia el tercio y ahogar la embestida. O quiz¨¢ lo hizo intencionadamente. El caso es que en estas circunstancias el toro no iba, y adem¨¢s, se llev¨® un achuch¨®n. Mat¨® bien, de buena estocada en la cruz.
El otro fue el m¨¢s serio de la corrida, el de mayor presencia, el ¨²nico que de verdad se comport¨® con la viveza que debe tener el ganado bravo. Sali¨® manso y muy dif¨ªcil. Peones fuera, Paquirri se encar¨® con ¨¦l y lo lidi¨®. El animal hu¨ªa despavorido del caballo y toda la labor, muy ardua labor, de ponerlo en suerte la llev¨® a cabo Paquirri con serenidad y eficacia. Condenado el manso a banderillas negras, el tercio fue una angustia, pues estaba a la defensiva y apretaba para los adentros.
Ayer se celebr¨® la sexta corrida de feria, con ganado de Antonio M¨¦ndez para Paco Camino, Paquirri y Jos¨¦ Mari Manzanares
Camino. Estuvo desdibujado. En el primero, tres pinchazos y bajonazo (algunos pitos). En el cuarto, siempre ech¨¢ndose fuera, dos pinchazos y estocada trasera, m¨¢s un descabello barrenando (bronca). Paquirri. Volvi¨® a tener una actuaci¨®n muy torera. Su faena al quinto fue emocionante. Mat¨® al segundo de buena estocada en las agujas (vuelta con algunas protestas). Al quinto, de estocada corta, baja y tendida (oreja y dos vueltas al ruedo). Manzanares. Sin posibilidad de lucirse en el axfisiado tercero. Pinchazo, estocada delantera y ca¨ªda, rueda de peones y dos descabellos (silencio). En el sexto consigui¨® muletazos excelentes. Pinchazo y media estocada (oreja). Los toros. Como se esperaba, el exceso de kilos perjudic¨® el comportamiento de los toros, en el ¨²ltimo tercio. En conjunto mansearon en varas y terminaron quedados para la muleta. Al quinto, manso y dif¨ªcil, se le conden¨® a banderillas negras. Otros factores. Presidi¨® muy bien el se?or Garc¨ªa Vali?o. Por tercera vez consecutiva se llen¨® totalmente la plaza.
Toro sin picar, aires de marrajo; bajo estos supuestos empez¨® el trasteo. Hubo ayudados de castigo. Y enseguida, la muleta a la izquierda. La acometida fort¨ªsima la aguant¨® Paquirri una vez y otra, en varias tandas. En un derechazo sufri¨® una colada peligros¨ªsima. Nuevamente al natural, fue trazando pases hasta que consigui¨® que el toro le metiera la cabeza con franqu¨ªa y cierto temple. Hubo un adorno, un molinete de rodillas, un desplante. La faena hab¨ªa sido de gran emoci¨®n y el p¨²blico estaba en pie, vibraba hasta los l¨ªmites del delirio. Como el espadazo final qued¨® bajo s¨®lo pudo haber una oreja, pero el p¨²blico le oblig¨® a dar dos triunfales vueltas al ruedo, mientras en algunos sectores le aclamaban ??torero, torero!?. Con la corrida embalada bien que en sus postrimer¨ªas, Manzanares supo exhibir algunos detalles de finura en el sexto: los trincherazos, dos pases de pecho, unos derechazos largos y suaves. En puridad, podr¨ªa decirse que el toreo (entendido como dominio) lo hizo Paquirri, y la exquisitez, Manzanares, aunque ¨¦ste no siempre: el toro, gordinfl¨®n, embest¨ªa como borrego, y si unas veces le mandaba, otras s¨®lo le acompa?aba el viaje. Tuvo un buen ¨¦xito.
Eso fueron las reses de M¨¦ndez: ejemplares excesivamente atacados de carnes, con predominio del manso, iban a menos en la muleta. De cabeza, comod¨ªsimos; algunos se pasaban hasta la exageraci¨®n de brochos, astigordos y romos. Varias de esas cabezas no eran reglamentarias, no debieron pasar el reconocimiento. Los de menos presencia le correspondieron a Paco Camino, ya es casualidad, la figura m¨¢xima del cartel. El gran triunfador del a?o pasado ha venido ahora con toda la categor¨ªa comercial que se quiera, pues manda y exige, pero sin la dignidad que debiera exigirse a un mand¨®n del toreo. El p¨²blico, o parte del p¨²blico, estaba dispuesto a tolerarle esto, como le toleraba el pico, y a magnificar cualquier lance y cualquier pase, pues hay un caminismo cierto, como existen un vitismo y un victorinismo a ultranza. Pero la realidad es cruda: el primer toro era un borrego que se axfisiaba el otro y acab¨® andar¨ªn, para apagarse enseguida, y Camino se apag¨® a su vez en cuanto midi¨® las dificultades.
Otro toro axfisiado result¨® ser el tercero, roncaba como en un estertor, y apenas ten¨ªa dos pases, que Manzanares le dio, con no mucha imaginaci¨®n. Toda la corrida, excepto el mencionado quinto, era una masa de carne. Si es para estofado, vale la carne de toro. Para poco m¨¢s.
Babelia
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