Bomarzo: la conjunci¨®n de lo natural y lo artificioso
La escasa relaci¨®n entre los mundos editoriales de Espa?a y la Am¨¦rica hispana hacen que la reimpresi¨®n entre nosotros de un libro editado al otro lado del Atl¨¢ntico tenga caracteres de total novedad. Sobre todo cuando, como en este caso se trata de una excepcional novela.Su t¨ªtulo no es una simple situaci¨®n geogr¨¢fica: Bornarzo es un lugar italiano, proximo a Roma, donde la mano del hombre -y la mente, por tanto- ha retocado y corregido a la Naturaleza, transformando en figuras y monstruos mitol¨®gicos las ya de por s¨ª extra?as formas de las rocas. Precisamente esta conjunci¨®n de lo natural y lo artificioso, es lo que da un sentido a la palabra.
All¨ª, entre los monstruos de Bomarzo transcurre la acci¨®n de la novela, pero tambi¨¦n en el tiempo en que se fabricaron: en la ¨¦poca de las florecientes cortes italianas del siglo XVI.
Bomarzo
de Manuel Mugica La¨ªnez.Editorial Planeta. Barcelona, 1976.
?Novela hist¨®rica? No, a pesar de que el novelista ha tenido que hacer el acopio de documentaci¨®n necesaria para no luchar con vac¨ªos o dudas. La novela hist¨®rica se perd¨ªa -o se deten¨ªa- en la reconstrucci¨®n arqueol¨®gica, en el decorado y el escenario. Lo que Mugica La¨ªnez ha reconstruido, lo que le ha preocupado en su novela es el esp¨ªritu que movi¨® a piquetas y martillos a convertir las rocas en ninfas, cancerberos o elefantes, operando sobre una gran extensi¨®n de terreno, en una obra de arte que envidiar¨ªa el m¨¢s poderoso creador surrealista de nuestro siglo. El esp¨ªritu de un hombre, de un loco, dir¨ªan entonces, y quiz¨¢ tambi¨¦n lo digan muchos ahora, pero tambi¨¦n de un esp¨ªritu colectivo, y de las gentes con quienes convivi¨®, que le rodearon, que le ganaron, le detestaron o le ignoraron.
Aqu¨¦l es un noble italiano. Un Orsini, el real creador del Sacro Boscei. Hombre de cuerpo y mente deformes en la reconstrucci¨®n novelesca. Tiempo aqu¨¦l, en que la belleza corporal se estimaba sobre todas las cosas, tanto como el de la brillantez de las fiestas o la belleza del arte cl¨¢sico que entonces surge a la luz. Pero tambi¨¦n lleva en s¨ª otra cosa, la oposici¨®n de todo ello, lo deforme, lo sat¨¢nico, la terribilt¨¢ de que habl¨® Miguel Angel. Manierismo se llama hoy a esa ¨¦poca, entre Renacimiento y Barroco. Manierista es, no s¨®lo en su fijaci¨®n temporal, esta novela de Mugica La¨ªnez. (As¨ª la defin¨ª hace ya alg¨²n tiempo).
El lector caminar¨¢ por ella como por las selvas encantadas de los libros de caballer¨ªas o los poemas de los Tassos. La riqueza y variedad de las escenas le har¨¢ saltar desde las opulentas muestras de cuanto la vida pueda ofrecer de gozoso, a las mil caras que pueda presentar la muerte.
Y a¨²n algo m¨¢s. En la tortuosa narraci¨®n de la existencia de Vicino Orsini se deslizan alusiones a Toulous-Lautrec, Nerval, y hasta Eugenio D'Ors, que dan un misterioso color a toda la narraci¨®n. El contrahecho protagonista prueba todas las seducciones que la Naturaleza ofrece a los hombres. Es como un nuevo Jud¨ªo Errante, del que s¨®lo conocemos un tramo de su existencia.
Todo ello en estilo que se acomoda al relato. Ordenada naturalmente en cuanto al tiempo, en el m¨¢s tradicional modo de narrar y en primera persona con un recargamiento que armoniza con el tema y su interpretaci¨®n. El ritmo en la larga novela, no se corta ni decae. En frase breve: una gran novela.
En la presente edici¨®n Marcos Ricardo Barnat¨¢n presenta la novela con precisiones de primera mano respecto al autor y al fondo hist¨®rico de la f¨¢bula.
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