?Una alternativa de los medios?
Contra lo que digan muchos cr¨ªticos-escribanos, es preciso afirmar una vez m¨¢s que el arte poco tiene que ver con una raz¨®n ¨²nica; que cuando se le ha querido asociar a un orden, estalecido o por establecer, en el fondo se ha recortado la poca libertad que nos queda. Juego de espejos, espect¨¢culo siempre en peligro de volverse sobre s¨ª mismo; pero ello trabaja, y toda interpretaci¨®n se hace superflua ante los autorretratos de Rodez en que la identidad Artaud al encontrarse se pierde.Lo pol¨ªtico del arte, reificaciones y separaciones aberrantes al margen, no estar¨¢ entonces en el concepto arcaico de realismo, montado a partir de una pr¨¢ctica art¨ªstica muy espec¨ªfica la de burgues¨ªa en el XIX y que cuando se ha pretendido extrapolar ha demostrado generalmente su ligaz¨®n a formas fenecidas. Realismo que, sin embargo, sobrevivi¨® y que ahora toma cuerpo nuevamente en la llamada alternativa de los medios. Para sus defensores, los franceses del arte sociol¨®gico, en nuestro pa¨ªs, un Muntadas o un Alberto Coraz¨®n, del artista- artesano se pasa a un verdadero especialista en medios; el desarrollo de los medios de comunicaci¨®n de masas ampl¨ªa el campo del arte realista (conocimiento y transformaci¨®n de la realidad). Se trata entonces de difundir contenidos favorables a la altemativa global en curso, y al propiciar la propia disoluci¨®n en el colectivo al que se sirve, de contribuir a un modo otro de producir/distribuir recibir informaci¨®n.
Esquema que, en l¨ªneas generales, en tanto que elimina -al menos en teor¨ªa- los sentidos ¨²nicos y el consumo, pasivo, parece interesante. Pero el problema es pol¨ªtico antes que art¨ªstico, porque una puesta en, duda de este g¨¦nero que no sobrepase las fronteras del arte (p¨²blico restringido, galer¨ªas, publicaciones especializadas) no dejar¨¢ de ser un simulacro, o, incluso, una manera de auto-justificarse ? el mercado por la inclusi¨®n de productos contrarios a sus fundamentos. Y a ¨¦sto es preferible la pr¨¢ctica art¨ªstica, contradictoria, limitada, pero experiencia de los l¨ªmites en el pleno sentido de la expresi¨®n. O sea, la cuesti¨®n es saltar la barrera o, dentro de ella, dejarse de remor dimientos y complejos realistas.
Alternativos enverdad, porque pol¨ªticos, son los trabajos encuadrados en la estrategia de los medios puesta en pie por las coletividades en lucha. La nueva izquierda italiana con sus emisoras como Radio Citt¨¢ Futura y sus diarios como Lotta Continua, la LCR francesa, convirtiendo su semanario Rouge en diario, los colectivos de video o s¨²per 8. Incluso experiencias m¨¢s primitivas como el A telier Populaire que funcionaba en la Escuela de Bellas-Artes parisina durante mayo del 68, a pesar de quedar mermadas sus posibilidades por el recurso artesanal a la serigraf¨ªa. En definitiva, dos caminos separados, aunque ambos aboquen a lo otro. Ello trabaja en los laberintos del sentido; mientras se contribuyen opciones -pr¨¢cticas para difundir el proyecto revolucionario. En cuanto a los que hablen de la alternativa de los medios con simples buenas intenciones, no dejan de ser tr¨¢nsfugos cuando no sujetos del espect¨¢culo. Ni acaban de avanzar en la producci¨®n de senti do, ni se lanzan verdaderamente en experiencias comunicativas pol¨ªticas, a las que posiblemente aportar¨ªan mucho.
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