Soares, probable primer ministro
La indisciplina de voto en los dos mayores partidos de la izquierda portuguesa constituye la nota m¨¢s destacada de las elecciones presidenciales portuguesas del domingo, cuyos resultados no constituyeron ninguna sorpresa, y confirmaron la mayor parte de las previsiones que se hicieron en los d¨ªas anteriores.En primer lugar, se confirm¨® la victoria del actual jefe del Estado Mayor del Ej¨¦rcito, general Ramalho, Eanes, sin necesidad, de recurrir a una segunda vuelta. Pero es un dato significativo que el nuevo presidente, con algo m¨¢s del 61 por 100 de votos, se qued¨® bastante lejos del 75 por 100 sumado en las elecciones legislativas de abril por los tres partidos -Socialista, Popular Democr¨¢tico y Centro Democr¨¢tico Social-, que le apoyaron.
Para los observadores que siguieron desde el comienzo la campa?a electoral, no cabe duda de que esa diferencia de votos corresponde en gran medida al Partido Socialista, parte de cuyos seguidores, sobre todo en el norte, mostraron claramente sus preferencias hacia el actual primer ministro, almirante Pinheiro de Azevedo, quien, con m¨¢s de un 14 por 100 de sufragios, y a pesar de no contar con el respaldo de ninguna maquinaria partidaria y de no poder concluir su campa?a, alcanz¨® un digno resultado.
Los resultados electorales confirmaron tambi¨¦n el gran error cometido, por el Partido Comunista al presentar un candidato propio y al disputar clientela electoral a un hombre, el comandante Otelo de Carvalho, que todav¨ªa disfruta de un enorme cr¨¦dito entre sectores significativos de la poblaci¨®n portuguesa.
As¨ª, el PCP perdi¨® casi la mitad de los electores que le votaron en las pasadas elecciones legislativas. Y si es grave esta indisciplina de voto en un partido que encuentra una base elemental, precisamente en la disciplina, m¨¢s lo es el hecho de que esos votos, fueron a parar al candidato que m¨¢s atac¨® la campa?a electoral y que adem¨¢s le disputaban un mismo espacio pol¨ªtico.
El hecho de que el comandante Otelo de Carvalho obtuviese en la regi¨®n agr¨ªcola del Alentejo un porcentaje mayor de votos que el PCP, cuya mayor implantaci¨®n a nivel nacional se encuentra precisamente all¨ª, constituye una derrota evidente para la direcci¨®n del Partido Comunista.
Por mucho que el candidato comunista, Octavio Pato, insistiese en la madrugada del lunes en que estos resultados no modificaban en absoluto la correlaci¨®n de fuerzas pol¨ªticas -ya que el PCP sigue contando con sus mismos 40 diputados en la Asamblea de la Rep¨²blica-, lo cierto es que este descalabro le sit¨²a en una posici¨®n poco c¨®moda a la hora de negociar un Gobierno de izquierda con el Partido Socialista, objetivo principal de la campa?a electoral comunista.
Y muchos periodistas sonrieron cuando Octavio Pato afirm¨® que eran los electores que votaron a Otelo de Carvalho -m¨¢s de ochocientos mil-, los que se equivocaron y no la direcci¨®n de su partido.
Otelo, la gran estrella
La gran estrella de estas elecciones, una vez descontado el triunfo del nuevo presidente fue sin duda el candidato Otelo, de Carvalho, que hasta hace s¨®lo dos meses se encontraba en la c¨¢rcel_en espera de su proceso para determinar su grado de participaci¨®n en el intento de golpe de Estado del pasado 25 de noviembre.
Con su cas? 17 por 100 de votos, y sus 800.000 electores -bastantes m¨¢s de los que se le atribu¨ªan al comienzo de la campa?a electoral-, Otelo tiene ahora la oportunidad de realizar lo que ya anunci¨® hace unos d¨ªas y lo que confirm¨® a los periodistas una vez conocidos los resultados: la puesta en marcha de un frente de extrema izquierda inspirado en los GDUP, (Grupos Dinamizadores de Unidad Popular), que apoyaron su candidatura, y en franca competencia con el Partido Comunista, al que supera en base de apoyo electoral.
Otelo de Carvalho, al que los meses de c¨¢rcel le convinieron en un hombre m¨¢s reflexivo, se mostr¨® h¨¢bil e ingenioso en sus respuestas a los periodistas en la madrugadadel lunes, y demostr¨® durante su campa?a disponer de una gran dosis de carisma popular, lo que, todo unido, le convierten en el l¨ªder pol¨ªtico que nunca fue durante los dos ¨²ltimos a?os.
Tambi¨¦n se confirm¨® el doming¨® el aumento del nivel de abstenci¨®n, superior en un 5 por 100 al de las pasadas elecciones legislativas y bastante mayor de las realizadas el a?o pasado, prueba evidente del desgaste producido en el electorado portugu¨¦s, convocado tres veces a las urnas en los ¨²ltimos 14 meses
La elecci¨®n del general Eanes como el primer presidente constitucional del nuevo R¨¦gimen portugu¨¦s, plantea inmediatamente la cuesti¨®n de la formaci¨®n de un Gobierno con base a los resultados, de las elecciones legislativas de abril, y cuya constituci¨®n qued¨® aplazada para despu¨¦s de estos comicios por acuerdo entre los partidos y el Consejo, de la Revoluci¨®n.
Como ya anunci¨® al principio de su campa?a, el general Ramalho Eanes encomendar¨¢ la formaci¨®n del Gobierno al secretario general del Partido Socialista, en su cond?ci¨®n de dirigente del partido mayoritario portugu¨¦s. Por su parte, el PS anunci¨® durante toda la campa?a para las legislativas, que no estaba dispuesto a formar coalici¨®n ni a la izquierda ni a la derecha para la constituci¨®n del gabinete.
Lo m¨¢s probable
La f¨®rmula m¨¢s probable de Gobierno portugu¨¦s, una vez que tenga lugar la toma de posesi¨®n del nuevo presidente, ser¨¢ pues, la de un gabinete monocolor socialista. Pero como el PS no dispone de la mayor¨ªa absoluta en la Asamblea de la Rep¨²blica, necesitar¨¢ del apoyo, parlamentario de algunos de los tres partidos que le siguen. Y ese apoyo podr¨ªa venir de algunas de las dos formaciones situadas a la derecha, que no ponen excesivas pegas al moderado programa de gobierno socialista y que estar¨ªan dispuestos a pactar una cierta tregua pol¨ªtica hasta las elecciones municipales previstas para dentro de seis meses. Lo que colocar¨¢ en la oposici¨®n, por primera vez desde, abril de 1974, al Partido Comunista portugu¨¦s.
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