"Acto de esperanza en el futuro de nuestra Patria"
Aplausos sonoros e insistentes se repitieron dos veces en poco m¨¢s de un minuto, en el interior de la catedral compostelana, cuando el arzobispo Suqu¨ªa aludi¨® al tema de la amnist¨ªa en presencia de don Juan Carlos. Por su parte, el Jefe del Estado, que el domingo present¨® la ofrenda nacional al ap¨®stol Santiago, no pronunci¨® la palabra amnist¨ªa en su breve invocaci¨®n, aunque s¨ª aludi¨® a la reconciliaci¨®n.
No llega a quinientas cincuenta palabras el texto le¨ªdo por Su Majestad, que debi¨® ser perfilado en algunos extremos a ¨²ltima hora, por cuanto vari¨® ligeramente sobre la invocaci¨®n editada previamente en la imprenta del seminario compostelano. Tampoco, en la primera versi¨®n, se hablaba de amnist¨ªa y no se mencionaba la reconciliaci¨®n. Hubo algunos otros cambios no sustanciales, como sustituir, a la hora de referirse a ofrendas anteriores, la expresi¨®n ?el general¨ªsimo, en los ¨²ltimos decenios os present¨® personalmente esta ofrenda, en numerosas ocasiones?, por ?el general¨ªsimo Franco, que me precedi¨® en la Jefatura del Estado, os present¨® personalmente esta ofrenda en varias ocasiones ?.Poco antes de las diez y media de la ma?ana, los Reyes salieron del hostal de los Reyes Cat¨®licos -su residencia en Galicia hasta concluir el programa previsto- en direcci¨®n a la catedral. Los dos edificios distan pocos metros entre s¨ª y est¨¢n situados en la misma plaza: la de Espa?a o del Obradoiro, en la que varios miles de personas, bastantes menos que el d¨ªa de la llegada de los Reyes, esperaban a los soberanos. All¨ª continuar¨ªa buena parte del p¨²blico hasta las dos de la tarde, para ver en tres ocasiones m¨¢s a don Juan Carlos y do?a Sof¨ªa.
El Rey vest¨ªa uniforme de capit¨¢n general y la Reina, mantilla espa?ola. Les acompa?aban, entre otras personalidades, el presidente del Gobierno y los ministros de Gobernaci¨®n, Educaci¨®n y Ciencia y Justicia.
A las once y cuarto, en el ofertorio, el Rey ley¨® la invocaci¨®n, en la que dijo:
? Se?or Santiago:
Vengo a Compostela, en este a?o jubilar, a postrarme ante vuestro sepulcro y presentaros, en nombre de la naci¨®n espa?ola, la tradicional ofrenda, s¨ªmbolo de nuestro agradecimiento por la valiosa protecci¨®n que nos dispens¨¢is.
Desde los lejanos tiempos del primer milenio, cuando la cristiandad se ve¨ªa asediada en todas direcciones, hicisteis de esta Compostela gallega una fortaleza irreductible de la fe y vuestra morada permanente. Abriendo un camino de peregrinaci¨®n que ha sido veh¨ªculo de cultura y de fecunda comunicaci¨®n con todos los pueblos de Europa y elemento fundamental en la historia de nuestra Patria.
Muchos reyes de Espa?a, mis antecesores, tuvieron a honra venir a venerar vuestras santas reliquias, y el general¨ªsimo Franco, que me precedi¨® en la Jefatura del Estado, os present¨® personalmente esta ofrenda en varias ocasiones. Millones de peregrinos de todas las naciones del mundo han recorrido el camino de Santiago: santos y pecadores, d¨¦biles y poderosos, intelectuales y sencillos campesinos vinieron a esta catedral en busca de la gracia y del perd¨®n. Toda Espa?a os venera como su santo patr¨®n y los ej¨¦rcitos os invocan como su especial defensor.
Hoy vengo para reiterar ante el ap¨®stol de Espa?a nuestra profesi¨®n de fe cristiana, para hacer un p¨²blico acto de esperanza en el futuro de nuestra Patria, para prometer que mis acciones se han de basar en una verdadera caridad, en una entrega total a todos los espa?oles.
Se?or Santiago, patr¨®n insigne de Espa?a: en este comienzo de mi reinado, al traeros esta renovada ofrenda de la naci¨®n que en nombre de Jes¨²s vinisteis a salvar, os pido que interced¨¢is por este gran pueblo de Espa?a. Deseamos preservar y confirmar lo mejor de nuestra tradici¨®n; deseamos que Espa?a se modernice, y sepa alumbrar en todo, y tambi¨¦n en lo espiritual, una visi¨®n renovadora de la vida social, Queremos hacer reinar la justicia, procuramos y buscamos la paz, la reconciliaci¨®n, la convivencia generosa en la libertad y el orden, la tolerancia en el respeto mutuo y en la fortaleza de un Estado seguro y eficaz.
Rogad a Dios nuestro Se?or por la familia espa?ola, por los trabajadores todos del pa¨ªs, por las autoridades y funcionarios p¨²blicos, por las Fuerzas Armadas, por los sacerdotes, por los educadores, por los m¨¢s necesitados y por aquellos que los asisten, por los ancianos y los j¨®venes y por los espa?oles en el extranjero. Que Dios destierre de Espa?a el odio y el ego¨ªsmo, bendiga nuestro trabajo y nos d¨¦ el fruto de nuestro esfuerzo y de nuestro amor.
Os pedimos, se?or Santiago, que llev¨¦is al Alt¨ªsimo nuestras plegarias y nuestra devoci¨®n, nunca disminuida. Estoy seguro que vuestro patrocinio continuar¨¢. Os reiteramos nuestro agradecimiento por haber hecho posible que en este a?o jubilar hayamos podido venir a venerar vuestro altar en esta bas¨ªlica compostelana y, a vuestras plantas, abrir nuestro coraz¨®n a una firme esperanza. ?
Aplausos de un amplio sector de] la respuesta de Angel Suqu¨ªa, al p¨²blico que llenaba unas tres cuartas partes de la catedral, acogieron la ofrenda, presentada en cinco minutos. Pocos m¨¢s durar¨ªa zobispo de Santiago de Compostela, aplaudido en varias ocasiones.
Preocupaci¨®n por la amnist¨ªa
El prelado aludi¨® a las ¨²ltima,, visitas regias con motivo de a?os jubilares y destac¨® que Juan Carlos era el primer monarca que hac¨ªa la invocaci¨®n en familia, manifestando que ?con la presencia vuestra aqu¨ª nos d¨¢is a entender que nuestras leyes civiles respetar¨¢n los derechos sagrados del matrimonio y de la familia?, para referirse despu¨¦s a los infantes. ?Con ellos ante los ojos -dijo- pod¨¦is y deb¨¦is mirar al futuro m¨¢s que al pasado, y pod¨¦is y deb¨¦is mirarlo sin temor?.
Dijo m¨¢s adelante Angel Suqu¨ªa que esperaba fuera decisivo el paso del Rey por tierras gallegas para la soluci¨®n. de los muchos y grav¨ªsimos problemas de esta tierra. ?Os agradecemos -a?adi¨®- el que hay¨¢is querido que a esta ofrenda precediera otra, la ofrenda que hab¨¦is hecho al Santo Padre de vuestro prop¨®sito de renunciar al privilegio de presentaci¨®n de obispos?, frase que provoc¨® grandes aplausos, continuados en dos oportunidades m¨¢s cuando el arzobispo dijo: ?Os agradecemos la atenci¨®n que est¨¢is prestando a la petici¨®n de amnist¨ªa dirigida a Vos en la apertura de este a?o jubilar, y que yo conf¨ªo ser¨¢ lo m¨¢s amplia y generosa posible para que pueda servir de verdadero punto de partida para una aut¨¦ntica y plena reconciliaci¨®n de todos los espa?oles. Os agradecemos vuestro trabajo incansable e ilusionado de cada d¨ªa por Espa?a.?
Al t¨¦rmino de la misa, se ofreci¨®, con la ayuda de televisi¨®n, un mensaje del Papa, en el que alud¨ªa a la ?actualizaci¨®n m¨¢s completa de las esperanzas depositadas en este a?o de renovaci¨®n de lo esp¨ªritus?.
A las doce y cuarto, despu¨¦s di que funcionara el botafumeiro conclu¨ªa el acto religioso. Nuevamente, los soberanos recibieron e homenaje del pueblo, contenido dificilmente.
Cuando los Reyes abandonaban la catedral, el coro Cantigas e Agarimos cant¨® el himno gallego, que Juan Carlos; escuch¨® firme, a la puerta del templo del Ap¨®stol.
Los Reyes visitaron el palacio de San Jer¨®nimo, que desde el pasado enero acoge al rectorado de la Universidad. En el recinto se celebr¨® la inauguraci¨®n simb¨®lica del nuevo edificio de la facultad de Ciencias Econ¨®micas y Empresariales, y del pabell¨®n del Hospital General de Galicia, ambos de Santiago, as¨ª como la escuela universitaria de Arquitectura T¨¦cnica, que el Rey conocer¨¢ en su visita a La Coru?a.
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