Andr¨¦ Masson y su experiencia espa?ola
Hay pocos surrealistas hist¨®ricos que permanezcan vivos en el pleno sentido de la palabra. Arag¨®n, Mir¨®, Dal¨ª, sombras de lo que fueron, sepultada su radicalidad, o bajo sus metamorfosis estalinistas, nacional-estalinistas y ?realistas sin ribera?, o bajo la repetici¨®n de la mercanc¨ªa, o bajo la bazofia ideol¨®gica de un espect¨¢culo excesivo, pero, valga la redundancia, espectacular. Parece como si para que triunfara la subversi¨®n surrealista, el surrealismo ?org¨¢nico? hubiera tenido que sobrevivir, de generando en decoraci¨®n artificiosa y literaria del mundo al que se hab¨ªa enfrentado.
Tal vez el ¨²nico surrealista vivo, en un sentido real, sea Andr¨¦ Masson, y ello aunque desde hace mucho tiempo ya no pertenezca a capilla alguna. Masson comparte con Tanguy y con Mir¨® el primer lugar entre quienes consiguieron que en la pintura existiera un equivalente (y un equivalente espec¨ªfico, no-literario) al trabajo del inconsciente, tal como lo practicara la escritura autom¨¢tica en Les champs magn¨¨tiques, de Breton y Souppault. En tal sentido, mucho le debe a Masson, a sus dibujos autom¨¢ticos y a sus cuadros de arena, la pintura de acci¨®n americana. Influencia nada marginal, sino directa, ya que el pintor estaba entre los surrealistas llevados a Nueva York por la invasi¨®n hitleriana de Francia.
Surrealismo
Desde Nueva York se nos recuerda, una vez m¨¢s, el lugar preeminente de Masson, con una retrospectiva en su Museo de Arte Moderno.
Al mismo tiempo si Francia Le rebelle du surr¨¦alisme, antolog¨ªa de sus escritos. Vuelve a aparecer ante nosotros el Masson pintor y el Masson te¨®rico del placer de la pintura. Su inteligencia transparente, casi zen, del arte le lleva a hacer del gesto, la caligraf¨ªa y el color los due?os de la tela, pero en ¨¦l hay un entronque figural y mitol¨®gico con la ?gran pintura?; de hecho, nunca, ni siquiera en los a?os veinte, fue un partidario ac¨¦rrimo del automatismo ps¨ªquico absoluto; ¨¦ste act¨²a en Masson en perpetua lucha y en perpetua desconstrucci¨®n respecto a la norma, al l¨ªmite: al recorte geom¨¦trico, sea el del espacio pl¨¢stico renacentista, sea el del cubismo en sus or¨ªgenes.
Ante el verano nacional en que apenas existe actualidad art¨ªstica propia, pues los responsables de nuestra pol¨ªtica cultural siguen el absurdo principio de no abrir muestra importante alguna durante estos meses, hagamos nuestras estas noticias de Masson. Pues se trata de un artista que, a pesar de haber expuesto una sola vez en Espa?a (litograf¨ªas, Clan, Madrid, 1949), residi¨® en Catalunya de 1934 a 1936.
Espa?a
Para Masson, la experiencia espa?ola no fue superficial. Hab¨ªan tenido importancia sus contactos con Juan Gris y, sobre todo, con Mir¨®, con quien comparte uno de los talleres de la ya m¨ªtica f¨¢brica surrealista en la rue Blomet: tambi¨¦n, igualmente, le hab¨ªan atra¨ªdo los laberintos pol¨ªticos y significantes de Baltasar Graci¨¢n. Masson necesitaba en 1934 ?exiliarse? de Par¨ªs. Tras un viaje que en parte realizan a pie y que les llevara a Andaluc¨ªa, ¨¦l y, su mujer se instalan en Tossa de Mar, localidad costera de la provincia de Gerona, en la que multitud de artistas extranjeros (Metzinger, Chagall, Hayter, Kars, etc.) sol¨ªan pasar temporadas. Masson har¨ªa de su casa de Tossa un punto de partida para sus largas expediciones a pie y un lugar de trabajo que albergar¨ªa a amigos como Georges Duthuit, Henri Michaux y Georges Bataille.
Bataille y Ac¨¦falo
La estancia en Tossa de Bataille se sit¨²a sobre abril de 1936. Es el momento en que se debate la creaci¨®n de Ac¨¦phale, la revista de Bataille en que colaborar¨ªan KIossowski, Caillois, Maurice Heme, Leinis, Masson, por aquella ¨¦poca, pinta las mantis religiosas devorando a los machos sobre la arena de las playas. Tambi¨¦n siegas, o tauromaquias, igualmente devoradoras. O los lugares de su Espa?a: ?vila, Toledo, Montserrat. Cuando Bataille le propone ?construir Ac¨¦falo?, para la portada, se lo imagina llevando su cabeza (calavera) como sexo, una granada en la mano derecha, un pu?al b¨ªfido en la izquierda, marcados los pechos por dos estrellas y el vientre trazado como laberinto. Bataille ha dejado constancia del clima intenso (conversaciones te¨®ricas y ?Don Auan?, de Mozart) en que nacen Ac¨¦falo/emblema y Ac¨¦falo/revista. Ac¨¦falo, nacimiento y muerte a un tiempo, pertenece tanto a la mitolog¨ªa del pintor como a la del escritor. Nacimiento y muerte (Bataille ha escrito que el erotismo es ?la aprobaci¨®n de la vida hasta en la muerte?), que en las obras espa?olas de Bataiile aparecen unidos. Como en su Historie de l'oeil, en que Sevilla, adem¨¢s de proporcionarle a la escritura an¨®nima un pie de imprenta falso y desafiante en 1940 es escenario tanto de la huida o del exceso amoroso en la luz del Sur, como de oscuras contemplaciones ante los Finis Gloriae Mundi, de Vald¨¦s Leal.
Barcelona y Catalunya, en general, Bataille los ve a trav¨¦s de Masson. A ¨¦l est¨¢ dedicado Le bleu du ciel, que, en parte, all¨ª tiene su escenario. Y en la revista Minotaure relatar¨¢ la experiencia decisiva para Masson de Montserrat, junto a un poema del mismo que surge tras una noche de invierno pasada en la monta?a sagrada.
Ma?ana, la revoluci¨®n
Pero en el escenario de estas experiencias late la revoluci¨®n social, algo que tanto para Bataille como para Masson constitu¨ªa una preocupaci¨®n b¨¢sica en aquel momento. La situaci¨®n pre-revolucionaria de Europa y las amenazas de guerra, constituyen un horizonte entonces m¨¢s perceptible en Espa?a que en ninguna parte. Nada m¨¢s llegar, en 1934, Masson hab¨ªa conocido el contrapunto catal¨¢n del octubre asturiano. Ante el 18 de julio, permanece hasta diciembre. Se lanza al dibujo sat¨ªrico, del que luego aparecer¨¢n rastros en su pintura. El Tercio en Sevilla es de las im¨¢genes m¨¢s violentas que haya inspirado la guerra espa?ola. Propone estos dibujos a la prensa de izquierdas, que no los publica, y ?dibuja banderas?.
?Ma?ana ser¨¢ la revoluci¨®n en Barcelona?, dice un personaje en Le bleu du ciel. La Barcelona rebelde y libertaria de 1936, ni BataiIle ni Masson la vivir¨¢n tan hasta el fondo como el surrealista P¨¦ret, que a los tres d¨ªas del levantamiento se enrola -como Orwell- en las milicias del POUM; ese P¨¦ret del que Juan Andrade bien dijo que vivi¨® la guerra y la revoluci¨®n en el frente aragon¨¦s, no -como tantos intelectuales extranjeros- en plan de turismo con excursi¨®n al frente incluida. Masson y Bataille son creadores cuya obra se inscribe de lleno en una perspectiva u otra, pero nada ajena a la trinchera de P¨¦ret.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.