La l¨®gica de unas medidas fiscales
El Real Decreto-Ley del pasado 24 de agosto, aprob¨® una serie de medidas econ¨®micas de tipo fiscal, de fomento a la exportaci¨®n y de racionalizaci¨®n del comercio interior. En concreto las modificaciones al sistema fiscal son las siguientes: a) subida de la gasolina. b) aumento del Impuesto de Lujo. c) incremento del Impuesto de Transmisiones. Al menos a corto plazo han vuelto a quemarse las ilusiones y esperanzas puestas en la reforma fiscal, propiciada por esos libros ministeriales, blancos, unas veces, y verdes, otras, pero siempre de negro destino. Veamos el significado de esta mini-reforma tributaria.
En primer lugar es l¨®gico que el Gobierno haya decidido articular su pol¨ªtica econ¨®mica acudiendo al mecanismo expeditivo del Decreto-Ley. Ya vimos el lento naufragio en Cortes del proyecto de ley de actuaci¨®n econ¨®mica de Villar Mir. Desplegar hoy d¨ªa un frente de medidas econ¨®micas para someterlas a discusi¨®n p¨²blica, equivale a abrir una discusi¨®n constituyente tal como est¨¢ a econom¨ªa y sus evidentes relaciones con la situaci¨®n pol¨ªtica. El Gobierno se evita el problema con el arma eficaz del Decreto-Ley, tan usado, por otra parte, para trazar la pol¨ªtica econ¨®mica en los ¨²ltimos cuarenta a?os.
En segundo lugar, las medidas en si, aunque no las ¨²nicas posibles, son l¨®gicas si se atiende a su finalidad: conseguir por la v¨ªa r¨¢pida un incremento de la recaudaci¨®n fiscal para enjugar en lo posible el d¨¦ficit presupuestario. Bien claro dice el propio Decreto Ley que se trata de lograr resultados inmediatos para reducir el d¨¦ficit. Y desde luego, a ese efecto se trata de disposiciones tributarias qu¨¦ entran inmediatamente en funcionamiento. Casi se sabe con certeza lo que va a rendir al Fisco en lo que queda de a?o el nuevo precio de la gasolina (se ha hablado de 4.100 millones de ptas.). El c¨¢lculo es m¨¢s dif¨ªcil en los impuestos de Lujo y Transmisiones, pero, con evidente riesgo, aventuro las cifras aproximadas de 3.250 millones de ptas. para el primero y unos 2.500 para el segundo, referidas ambas cifras al ¨²ltimo cuatrimestre de 1976 y calculando sobre datos presupuestarios. No es mucha para este a?o si se tiene eh cuenta el d¨¦ficit que se avecina, pero puede ser una ayuda sustanciosa para 1977 (entre 25.000 y 30.000 millones de ptas.).
Adem¨¢s tales medidas tienen otra caracter¨ªstica: no suponen correcci¨®n alguna al esquema del sistema tributario vigente en nuestro pa¨ªs. Un sistema tributario designado como latino, apoyado en la imposici¨®n real y con predominio de los tributos indirectos, que en consecuencia responden con eficacia a un incremento de los tipos impositivos, dada su fuerza recaudatoria. En un sistema as¨ª, el Gobierno adopta esta medida con facilidad y los contribuyentes terminan asumi¨¦ndolas sin m¨¢s problema, y, sobre todo, no se intranquiliza a quienes soportar¨ªan mal, el ser intranquilizados. El propio Ministro de Hacienda ha hecho ver que en estos tiempos no se debe pensar en una reforma en profundidad del sistema fiscal. Las medidas son consecuentes con este diagn¨®stico.
No obstante hay argumentos que empa?an una l¨®gica tan respetuosa analiz¨¢ndolas simplemente como tales modificaciones fiscales, al margen de una valoraci¨®n m¨¢s amplia de la pol¨ªtica econ¨®mica del Gobierno.
Aunque el tema de la reforma fiscal merecer¨¢ una consideraci¨®n m¨¢s detenida, hasta echar una ojeada a las cifras presupuestarias de ingresos del Estado para comprobar que no responden a la filosof¨ªa social y a las m¨¢ximas de buena Hacienda, que exigen nuestro tiempo. Los impuestos indirectos (que gravan el gasto) prevalecen sobre los directos (que gravan la renta). Los primeros recaudar¨¢n este a?o el 51 por 100 del presupuesto y los segundos el 36 por 100. Esta simple relaci¨®n hace sospechar una tendencia regresiva de nuestro sistema tributario, que se confirma si se conoce como act¨²a cada tributo en particular aunque el tema sea de muy dif¨ªcil tratamiento a nivel cient¨ªfico. Las modificaciones fiscales del Decreto-Ley comentado insisten en ese defectuoso planteamiento, ya que todas ellas son simples aumentos de los tributos indirectos. Y si se ha salvado el Impuesto sobre el Tr¨¢fico de las Empresas, hay que atribuirlo m¨¢s a la inflaci¨®n y a los apuros de los empresarios que a razones de t¨¦cnica fiscal. Aunque las medidas adoptadas no son precisamente antiinflacionistas.
El asunto es mas grave si se tiene en cuenta que las medidas fiscales de apoyo a la inversi¨®n, de auxilio a la exportaci¨®n y de ayuda a las empresas, colaboran al desmantelamiento de la imposici¨®n directa, ya de por s¨ª muy sufrida por la contundencia del Impuesto sobre el Trabajo Personal y el pobre resultado del Impuesto sobre la Renta. Desmantelamiento que en verdad hubiese sido mayor de cuajar esos proyectos de Impuesto sobre la Renta que en ¨¦poca reciente nos ven¨ªan amenazando.
Por otra parte, acentuando la potencia recaudatoria de los tributos indirectos por simples aumentos de la presi¨®n fiscal, vamos a convertir en imprescindibles figuras tributarias que deber¨ªan perfeccionarse antes de consentir en que tomen tama?o tan gigantesco. En el Impuesto de Lujo, que superar¨¢ en el pr¨®ximo ejercicio los 100.000 millones de ptas. no es oro todo lo que reluce y quienes han escrito sobre sus efectos nos plantean muchas dudas sobre su progresividad. El impuesto sobre Transmisiones, cuya recaudaci¨®n crece en los ¨²ltimos tiempos habr¨ªa que articulado en el contexto m¨¢s amplio de la imposici¨®n sobre el patrimonio y convendr¨ªa una meditaci¨®n sobre la funci¨®n de las Abogac¨ªas del Estado, que tan inestimables servicios puede prestar a la gesti¨®n de Hacienda en la calificaci¨®n de actos y contratos. Y todos saldr¨ªamos ganando si en lugar de tan pertinaces subidas del precio de la gasolina, revis¨¢ramos la verdadera misi¨®n de CAMPSA, para lo que la crisis energ¨¦tica nos viene ofreciendo una magn¨ªfica ocasi¨®n.
Desde hace alg¨²n tiempo Hacienda viene padeciendo planteamientos empresariales. Se tiene miedo de reformas de mayor alcance que puedan comprometer los resultados del ejercicio econ¨®mico: se piensa en el sistema tributario como medio de protecci¨®n de la iniciativa privada: se va por dinero caliente al mercado a trav¨¦s de los impuestos sobre el gasto; se presiente el endeudamiento nacional. Ser¨¢ dif¨ªcil salvar los criterios de justicia que deben inspirar el reparto de la carga tributaria y no parece que vayan a evitarse por ese camino los agobios presupuestarios. Pero tambi¨¦n es l¨®gico que est¨¦ sucediendo as¨ª. El problema de la financiaci¨®n del Estado es ante todo una cuesti¨®n pol¨ªtica. El momento puede ser inoportuno, pero si no nos decidimos a enfrentarla como tal y seguimos aferrados a nuestro viejo sistema fiscal, es explicable que en ¨¦poca de apuros tengamos que acudir a t¨¦cnicas empresariales, a magias financieras, o a recetas de urgencia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.