Orozco y Giulini, en el Real
El ciclo organizado por la Comisar¨ªa de la M¨²sica ha comenzado del modo m¨¢s brillante con la presencia de la Sinf¨®nica de Viena y de su director Carlo Mar¨ªa Giulini. El primero de los dos programas anunciados inclu¨ªa el primer concierto para piano y la cuarta sinfon¨ªa de Brahms.El concierto en re menor representa un paso fundamental en la evoluci¨®n de la forma concerto: el concierto sinf¨®nico. En 1854, fracasados los intentos de componer una sinfon¨ªa, Brahms escribe a Clara Schumann: ?He so?ado esta noche que hab¨ªa hecho de mi sinfon¨ªa fallida un concierto para piano?. As¨ª nacer¨¢ en 1857 (?a sus veinticuatro a?os!) el primer concierto, desarrollando un proceso -tal vez iniciado de alg¨²n modo por Schumann- que culminar¨¢ en el segundo concierto para piano, aut¨¦ntica sinfon¨ªa con piano.
Se trata, pues, de una obra que no hay que acompa?ar, sino dirigir, y as¨ª lo entendi¨® Giulini hasta el punto de no plegarse sino lo imprescindible al criterio de Rafael Orozco. As¨ª, por ejemplo, la concepci¨®n de ¨¦ste del rond¨® est¨¢ basada en la fuerza, mientras que la de Giulini es mucho m¨¢s scherzante, lo que conlleva la ventaja de que la fuerza no pierde su eficacia por acumulaci¨®n.
Versiones
Rafael Orozco hace un Brahms maduro, equilibrado en todo momento (incluido el peligros¨ªsimo adagio). Su sonido es muy hermoso y su t¨¦cnica poderosa, aunque no siempre infalible.Giulini demostr¨® en su versi¨®n de la Sinfon¨ªa ser director de gran talento. Su Brahms es l¨ªrico, profundo y tenso (quiz¨¢ las tres condiciones indispensables en Brams), y, al mismo tiempo, enormemente italiano. Esto no s¨®lo significa una especial atenci¨®n al aspecto mel¨®dico, sino algo m¨¢s profundo, y es que la m¨²sica italiana, desde Monteverdi hasta nuestros d¨ªas, y no digamos en el XIX, est¨¢ cargada de dramatismo, y esta trabaz¨®n dram¨¢tica no se limita a la m¨²sica esc¨¦nica, sino tambi¨¦n a la instrumental. De aqu¨ª que el italiano afecte, de un lado, al ?clima? de la obra (que ser¨ªa algo as¨ª como el ?tono? en literatura), y de otro, al equilibrio formal, tan complejo y perfecto, de la sinfon¨ªa.
Interesante y bella
Ello no quita -al contrario- para que la versi¨®n fuera interesante y muy bella en todo momento. Giulini posee una t¨¦cnica segura y eficaz, es director que est¨¢ haciendo m¨²sica, que est¨¢ haci¨¦ndola acto. Momentos espl¨¦ndidos fueron el desarrollo fugado del rond¨® del concierto, la coda del mismo o el solo de flauta del cuarto tiempo de la sinfon¨ªa.La Sinf¨®nica de Viena es una buena orquesta. Mejor la cuerda y la madera que el metal, su afinaci¨®n es buena, aunque no siempre impecable. La orquesta es flexible y precisa en manos de su director, aunque no llega a ser una de esas pocas y cada vez menos- orquestas que poseen una personalidad propia, tanto en el sonido como en el modo de tocar.
El ¨¦xito, l¨®gicamente, fue muy grande.
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