La fe en la violencia
Desde hace varias semanas en los medios de difusi¨®n se cit¨® con frecuencia el nombre de Gairy Gilmone. El pidi¨® que lo mataran, se discuti¨® si se deb¨ªa hacer o no, y tan pronto se dijo que se le condenaba a la silla el¨¦ctrica como que iba a ser fusilado.Estos medios de difusi¨®n no nos proporcionan demasiados datos sobre el proceso de la abolici¨®n o aceptaci¨®n de la pena de muerte en los Estados Unidos, y la gente anda confusa, suponiendo por su cuenta que si all¨ª se suprimi¨® dicha pena y se ha implantado de nuevo ser¨¢ porque al quitarla debi¨® aumentar el n¨²mero de asesinos, y que lo m¨¢s sensato es volver a lo que se ha hecho siempre...
Pero suponen mal, pues por lo que yo he podido averiguar, resulta que el a?o 1972, a pesar de que el ¨ªndice de criminalidad se?alaba un aumento de un 6%, el Tribunal Supremo de los Estados UIlidos, por mayor¨ªa de cinco magistrados contra cuatro, determin¨® negarse a condenar a muerte, declarando que dicha medida violaba, a su juicio, los puntos ocho y catorce de la Constituci¨®n. Y ante el asombro de muchos, al a?o siguiente se produjo por primera vez una disminuci¨®n de la criminalidad en un 3%...
A pesar de todas estas circunstancias, en los Estados Unidos la gente fue v¨ªctima de una fuerte campa?a anti-abolicionista durante el mandato de Nixon, y en 1974 el Senado se pronunciaba a favor de la pena, por 54 votos contra 33. M¨¢s tarde el propio Tribunal Supremo fall¨® tambi¨¦n a favor de la muerte, no considerando la pena contraria a la Constituci¨®n.
Por eso en algunos de los estados de USA se piensa en la posibilidad de volver a matar, pero eso s¨ª: legalmente.
Tanto si es en silla el¨¦ctrica o por fusilamiento, todo se har¨¢ legalmente, y se preparar¨¢ al reo unas horas antes, como mandan los c¨¢nones, para que todo salga bien.
La electricidad no puede producir una muerte r¨¢pida porque las descargas fuertes pondr¨ªan en peligro la vida de los verdugos, y as¨ª nos describe un testigo presencial:
?De repente me vino al pensamiento la aut¨¦ntica verdad.. lo que estaba viendo era, ni m¨¢s ni menos, el espect¨¢culo de un hombre al que se est¨¢ asando vivo?.
Y otro afirma: ?Este m¨¦todo de ejecuci¨®n no es m¨¢s que una rama derivada del tormento?. Y yo me pregunto: ?cu¨¢l no?... Al mayor o menor sufrimiento f¨ªsico, que siempre es grande, se a?ade la prepasaci¨®n o liturgia legal del suplicio, con todo lo que esto supone de sufrimiento s¨ªquico, ?cabe mayor tortura?...
Pero todo esto se har¨¢ legalmente, si, ya sabemos que si existe una ley que lo autoriza, y esta ley est¨¢ aprobada por un pueblo, el acto es legal, pero el problema es determinar si todo es conforme a la ¨¦tica; si en definitiva esto es humanamente l¨ªcito y cristianamente l¨ªcito.
?Por qu¨¦ se mata? Dicen que por defender a la sociedad , pero la sociedad no quiere conocer la realidad concreta del hecho, ni le parece correcto que se le exponga haci¨¦ndole pasar un mal rato, porque no es de buen gusto. Claro que si el caso llega, tampoco lo cree. Es m¨¢s c¨®modo.
La sociedad dice que ?es necesario matar para dar ejemplo?, y eso es precisamente lo que se da: ejemplo abominable.
Ejemplo de falta de respeto a la vida. Ejemplo de fe en la violencia... Se mata por dar ejemplo, y el ejemplo cunde, y la violencia se multiplica...
No, no se ?defiende? as¨ª a una sociedad, sino que se la ?degrada?. Legitimando la pena de muerte se legitima la violencia y con ella los sentimientos de venganza, cruel dad y sadismo, esos que pod¨ªan leerse en el rostro, la voz y las palabras del hombre que delante de las c¨¢maras ley¨® la sentencia contra Gary Gilmore y su compa?ero, con el tono y la seguridad que produce el cumplimiento de un deber ?justo?... y esto era lo m¨¢s dram¨¢tico, porque parec¨ªa que se canonizaba el error.
La sociedad que legitima la pena de muerte niega su fe en el hombre y niega su fe en Dios. La sociedad que mata legalmente demuestra que su ¨²nica fe est¨¢ puesta en la violencia y de ella recibe los frutos de su multiplicaci¨®n.
?Que no se queje!
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.