El dato olvidado
Hay un hombre de color sentado ante el piano; muy cerca de ¨¦l, un guitarrista y un poco m¨¢s lejos, el contrabajo. Est¨¢ tocando, quiz¨¢, Penthouse Serenade, o Sweet Lorraine o, ?por qu¨¦ no?, Tea for two. De pronto, se le acerca un cliente totalmente ebrio que se empe?a en que el pianista cante. Para evitar problemas, nuestro hombre comienza a cantar, y el ¨¦xito estalla y Nat ?King? Cole empieza su camino hacia la fama.Esta es una de las muchas an¨¦cdotas que se han convertido en leyenda a lo largo de la espl¨¦ndida epopeya que el jazz ha vivido hasta nuestros d¨ªas. A m¨ª me la contaron hace muchos a?os y, aunque lo he intentado, no he podido comprobar su veracidad porque, entre otras muchas razones, su protagonista -que pod¨ªa haberme ilustrado al respecto- muri¨® en Hollywood un 15 de febrero de hace doce a?os, a consecuencia de un c¨¢ncer en la garganta.
Pero ese hombre, que de los 45 d¨®lares por semana que comenz¨® ganando en 1940 (cuando tocaba en un peque?o club de la calle 52, llamado el Kelly's Stable), pas¨® a cobrar cifras fabulosas; que intervino en ocho pel¨ªculas, entre las que podemos destacar Gardenia Azul, de Fritz Lang (1953); Saint Louis Blues, de Allen Reisner (1958), en la corporeizaba el personaje de William Christopher Handy o Cat Ballou, de 1963; ese hombre a quien a lo mejor lo tienen ustedes en su discoteca bajo el seud¨®nimo de Shorty Nadine, era un gran pianista de jazz. Y ya que su faceta de cantante dulce y suave, de voz aterciopelada y acariciante arrullo, es tan sobradamente conocido como para hacer olvidar su aut¨¦ntico arte primigenio, vamos a trazar muy brevemente su corta, pero brillante carrera de m¨²sico de jazz.
Comenz¨® ¨¦sta a los diecinueve a?os, en la orquesta de su hermano mayor, los Eddie's Cole Solid Swingers; tras sufrir la influencia de Earl Hines (a quien conociera en Chicago) y de Teddy Wilson y tras una frustrada gira que finaliza en Los Angeles, crea en esa misma ciudad su primer tr¨ªo, con el guitarra Oscar Moore y el contrabajo Wesley Prince. Ah¨ª empieza un largo y fruct¨ªfero periplo que durar¨¢ aproximadamente hasta finales de 1950, pues a partir de entonces, y aunque har¨¢ ¨¢lguna espor¨¢dica incursi¨®n por el campo del jazz, el cantante estar¨¢ obteniendo tales ¨¦xitos que pr¨¢cticamente le obligar¨¢n a prescindir, bien que a voluntad propia, de nuestra m¨²sica.
Quede, no obstante, constancia aqu¨ª de que antes y por encima de un edulcorante cantor, hab¨ªa en Nat ?King? Cole un formidable pianista de jazz, que es el dato tan frecuentemente olvidado por tantos y tantos aficionados al jazz y a las canciones mel¨®dicas.
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