Pintura polaca contempor¨¢nea
No poco encomiable parece que el primer acto p¨²blico de la embajada de Polonia en Madrid se haya plasmado en una manifestaci¨®n cultural: el conjunto de esta exposici¨®n, oficialmente inaugurada el pasado martes en el Palacio de Vel¨¢zquez del madrile?o parque del Retiro. Si las competiciones deportivas, seg¨²n dicen, estrechan lazos internacionales, por encima .de particulares ideolog¨ªas, ?cu¨¢nto m¨¢s universalmente no habr¨¢n de hacerlo las manifestaciones de un fen¨®meno intr¨ªnsecamente universal como la cultura!M¨¢s significativo, quiz¨¢, y aleccionador que la exposici¨®n en s¨ª, me creo, que ha sido el gesto de traerla apenas se han reanudado, tras un largo par¨¦ntesis de ruptura, las relaciones diplom¨¢ticas entre Polonia y Espa?a. Un pueblo que llega y lo primero que hace es dar a la luz sus expresiones culturales parece: digno de encomio, como igualmente lo es el que lo recibe en el ¨¢mbito propio de la cultura.
Pintura polaca contempor¨¢nea
Palacio de Vel¨¢zquez. Parque del Retiro
De la exposici¨®n propiamente dicha cabe afirmar que el conjunto de las obras delatan, por parte de las j¨®venes generaciones, un prop¨®sito decidido de entroncar con el rastro de las viejas vanguardias, con las huellas del movimiento moderno, tal como en otro tiempo se dio por tierras de Polonia. El ejemplo m¨¢s destacable nos lo ofrecen las similitudes formales que se aprecian, por ejemplo, entre las obras abstraccionistas del joven Winiarsky y las abstracciones del viejo Stazewski, integrante en otro tiempo de aquel grupo internacional que, bajo el t¨ªtulo Cercle et Carr¨¦, acogi¨® en Par¨ªs a tantos pioneros.
Fuera de ello, en el conjunto de lo expuesto se advierte confusi¨®n, incertidumbre, y una m¨¢s que clara desconexi¨®n de lo que se hace y se lleva, digamos, en el Oeste de Europa. Razones que no son del caso han congelado de alg¨²n modo el desarrollo de las artes pl¨¢sticas (hecha excepci¨®n del cartelismo, que no consta en la presente muestra) o las han relegado a una situaci¨®n neutra, entre animosa y mortecina (una suerte de quiero y no puedo... o si se mepermite ... ), que no se traduce, precisamente, en brillantez.
Al lado de las creaciones abstraccionistas, ya citadas, de Winiarsky y Stazewsky, son igualmente dignos de cita los soberbios estandartes lit¨²rgicos de Hasior: enormes lienzos colgantes, henchidos de religiosidad y como impregnados y tejidos en el esp¨ªritu del pueblo, en el legado genuino de la tradici¨®n. Su autor los llama banderas, siendo de destacar, por lo que a nosotros concierne, uno de m¨¢s reducidas proporciones, realizado en t¨¦cnica mixta y s,ignificativamente mencionado como Retrato espa?ol.
El plato fuerte de la exposici¨®n lo constituye el environment de Jozef Szajna, titulado R¨¦plica, alusivo a los horrores de Auschwitz y montado por su propio autor en una sala aparte, a manera de pat¨¦tico recorrido. Pintor, escen¨®grafo, director teatral..., Szajr¨ªa ha dispuesto la tramoya de un espect¨¢culo espeluznante, macabramente existencial, en cuyo tinglado, de acuerdo con lo escrito por Wojciechowsky, ?viejos aparatos, fotograf¨ªas, jirones de vestidos, maniqu¨ªes consumidos por el fuego, rotos, desgarrados, empapados por el barro, son elevados al rango de s¨ªmbolos del destino humano?.
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