Comellas Leitner y Bruckner

La presencia de un maestro tan serio y efectivo como el berlin¨¦s Ferdinand Leitner al frente de la ONE, garantizaba, en principio, la calidad interpretativa. M¨¢s si en el programa se conjuntaban los nombres de Weber (Freischutz), Bach (Concierto en mi mayor para viol¨ªn) y Bruckner (Sexta sinfon¨ªa). No es esta la mejor del poderoso ciclo bruckneriano pero, como todas sus compa?eras, posee belleza, nervadura estructural, lirismo tenso y amplia arquitectura llena de procesos ret¨®ricos, tan extensos como bien conducidos. Era la primera vez que la Nacional pon¨ªa la sexta sinfon¨ªa en sus atriles y han de anotarse excelentes resultados a las ¨®rdenes de Leitner. Hubo claridad, intensidad expresiva, flexibilidad, firmeza y buen criterio. Otro tanto sucedi¨® con la obertura Weberiana, expuesta -como ha de ser- con arreglo a patrones de puro romanticismo alem¨¢n.Punto muy alto de inter¨¦s era la actuaci¨®n del violinista gerundense Gonzalo Comellas, que tan solo hace unos meses a?ad¨ªa a su lista de premios el de ?Vi?a del Mar, 1976?. La belleza de sonido, la elegancia de l¨ªnea, la perfecta dicci¨®n, la claridad dejuego del treinta?ero concertista, brill¨® en grado sumo como int¨¦rprete del concierto en mi mayor de J. S. Bach, una de esas joyas en las que el cantor de Santo Tom¨¢s, dej¨® filtrarse por entre las l¨ªneas de sus pentagramas no pocos vientecillos de Italia. La colaboraci¨®n de Leitner y la ONE, tuvo calidad y gran estilo. Jornada de triunfo para Comellas cuya presencia en Madrid desear¨ªamos con mayor frecuencia.