Otro s¨ªmbolo arquitect¨®nico que desaparece
Una edificaci¨®n ejemplar y todo un s¨ªmbolo de nuestro racionalismo arquitect¨®nico se han ido al garete, de la noche a la ma?ana y sin previo aviso. Esta vez no ha habido siquiera lugar, por descortes¨ªa de la piqueta, a la denuncia, al menos simb¨®lica, ni a la habitual y no menos simb¨®lica y en¨¦rgica protesta de los sectores conscientes del ramo o de los simples amantes de ese otro patrimonio que, sin t¨ªtulo ni catalogaci¨®n monumental, constituye nuestro Madrid de cada d¨ªa.No satisfecha la fiebre devastadora que, a?o tras a?o, ha ido confiando al apartado necrol¨®gico la otrora arrogante estructura del Front¨®n Recoletos, del mercado de Olavide, de la central t¨¦rmica de la Ciudad Universitaria..., se han cebado ahora los promotores - iconoclastas en el mejor s¨ªmbolo,. posiblemente, con que Madrid contaba del esplendor racionalista: esa sencill¨ªsima gasolinera que (con el nombre, primero, de Porto Pi y, m¨¢s tarde, de Gesa) habr¨¢ usted contemplado -en la confluencia de Alberto Aguilera con Vallehermoso tantas veces y no volver¨¢ ya a contemplar. Cuando ma?ana vean estas l¨ªneas la luz es posible que no quede ni rastro de un entra?able emblema, alzado hace cincuenta a?os por el esp¨ªritu, sin duda, m¨¢s vanguardista y perpetuamente juvenil con que contaba (y a¨²n cuenta, porque vive) nuestra arquitectura contempor¨¢nea: Casto Fern¨¢ndez Shaw. Ante la galopante ruina de nuestro patrimonio art¨ªstico -hist¨®rico, se nos viene diciendo, por fingida v¨ªa de consuelo, que los edificios medievales se caen al irles llegando su hora, merced al paso inexorable del tiempo y de la erosi¨®n, aunque la verdad radique primordialmente en la desidia.
P¨¦sele a quien le pese, la estaci¨®n gasolinera del viejo maestro entra?aba el s¨ªmbolo de una edad no lejana en que la nueva arquitectura irrumpi¨®, con visi¨®n futurista, en el campo de la edificaci¨®n industrial, aparte de resumir'hn innegable rasgo fison¨®mico del Madrid moderno. Si las casas del ayer hist¨®rico - art¨ªstico se nos caen porque les ha llegado su hora,y anticipamos la de las que persisten, y muy gallardamente, en pie, ?quedar¨¢ en un futuro no lejano alguna pauta con que reconocer nuestros pueblos y ciudades?
P¨®ngase quien tan alegremente ha destruido esta estaci¨®n gasolinera en la piel de quien con tanto amor la alz¨® desde su ingenio, all¨¢ por el a?o 1927. P¨®ngase en su piel y repase- el curr¨ªculum de Fern¨¢ndez Shaw, en el que constan obras magistrales como la presa de J¨¢ndula o- el salto del Carpio, y otras no menos aleccionadoras (y muy de su costumbre) como el Coliseum, el viejo cine Roxy, el Banco Hispano de Edificaci¨®n, la Residencia Riscal..., am¨¦n de un pu?ado de viviendas del todo indispensables en la fisonom¨ªa o en la memoria misma de un Madrid en trance de conversi¨®n al absurdo
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