Sombra de muerte en relatos mexicanos
Narrativa mexicana, Vel¨¢zquez Gara?a, hijo de espa?oles, nacido en M¨¦xico, 1946, apenas se nota. Tiempo y muerte, los valores m¨¢s importantes de la narrativa de M¨¦xico. Est¨¢n en el t¨ªtulo: Ya nos morimos de tiempo. Y despu¨¦s el tono, aterido y silencioso, fatalista: ?No podemos hacer nada, s¨®lo rezar y callar.? Silencio y oraci¨®n. En casi todos los nueve cuentos que forman el libro, la sombra negra tambi¨¦n, del cura rural; siempre el fatalismo, de las personas, de los objetos.Si para los narradores mexicanos no existe el tiempo -o el tiempo es tan importante que lo domina todo- est¨¢ aqu¨ª ratificado. La narraci¨®n, en dos planos temporales, pasado y futuro; el presente es un resultado ficticio o ilusorio. Tiempo s¨®lo para narrar, pero sabemos que no existe. Algo as¨ª como: los personajes narran su propia muerte. A veces renacen sobre s¨ª mismos -en el cuento Un zapato lleno de luna- y vuelven al futuro. Hay un ejemplo claro en Pedro P¨¢ramo, de Juan Rulfo, o en la brev¨ªsima y magn¨¦tica Aura, de Carlos Fuentes, aunque puedan parecer t¨®picos. Vel¨¢zquez Gara?a destemporaliza, incluso, el transcurso del ambiente: Donde el sol penetra para oscurecer las noches (cuento tercero). Y podr¨ªa citar aqu¨ª alg¨²n p¨¢rrafo de El oto?o del patriarca, de Garc¨ªa M¨¢rquez, para delimitar esta novela en el ?boom? latinoamericano. Pero eso ya fue. Hay razones no de boom? y s¨ª de afirmaci¨®n, que exige una tradici¨®n, por contraste: ?La noche que lo mataron, la traici¨®n y por la espalda...? (primer cuento) es copla que algo dir¨ªa de nuestro caballero de Olmedo y nuestra honra literaria. No quita, da m¨¦rito a esta narraci¨®n que se vuelve sobre lo tradicional, como b¨²squeda y perspectiva. Nada mejor que el lenguaje de Vel¨¢zquez Gara?a lo confirma.
Ya nos morimos de tiempo
Vel¨¢zquez Gara?a, AdolfoMadrid, Ediciones Felmar, col La Fontana literaria, 1976
La muerte
Antes, la muerte. Valor de narrativa mexicana, una constante y un destino inviolables. La muerte es ese mismo tiempo transcendido en los personajes. Por eso se plantea la muerte como una necesidad narrativa. ?Ya no? (sexto cuento) es muerte emocional, el hijo que abandon¨® el pueblo y no existir¨¢ ya para aquellos barr¨®s y aquellos sudores. La ordenaci¨®n sacerdotal, como casi siempre, no justifica nada; es un presagio del orden establecido contra el orden del ser en s¨ª. A veces es muerte gozosa, por esa misma necesidad de la muerte; el marinero Luis Ib¨¢?ez va cantando hacia el mar el d¨ªa de la tormenta, en su barca ?Buena esperanza?: ?Soy del mar. Casi nac¨ª en ¨¦l y en ¨¦l tengo que morir?; muerte jubilosa. En el ¨²ltimo cuento, ?En cada palenque un gallo?, transcurren paralelas la muerte del gallo de pelea y la del hombre mordido por la coral. En ese paralelismo del misterio no sabemos d¨®nde fijar la emoci¨®n; confluyen en el fin porque es, justamente, el triunfo del fin.Y lo m¨¢s sorprendente del libro: las virtudes narrativas, el lenguaje. Asombra que sea esta la primera obra publicada del autor. Lenguaje popular que coopera a esa misma conversi¨®n del tiempo -o no tiempo- que se?al¨¦. La palabra moviliza, personifica los objetos que dejan de serlo para transformarse en seres vivos. Mejor los ejemplos; la muerte por el veneno de la coral: ?Cuando el delirio trata de rescatar unas palabras inteligibles del pensamiento viscoso revuelto en la cabeza, la lengua aprisionada entre los dientes no obedece y escupe un sonido que se estrella en la pared y chorrea hasta el suelo, dejando un surco sobre la cal blanca descascarada.? Contraste, luz/tinieblas (muerte/vida): ?La noche, que se hab¨ªa quedado en el cuarto, empieza a huir asustada por los ruidos que hace el d¨ªa naciendo a golpes de amanecer por encima del humo de las chimeneas.? La esperanza: ?El fuego, maltratado por la borrasca, se sujetaba a las antorchas con miedo de ser arrancado y tirado al agua.? Otra: ?...La luna, que tambi¨¦n hab¨ªa asistido a la funci¨®n, empez¨® a tomar nubes de aqu¨ª y de all¨¢ para arroparse y pasar la noche tapada. ?
Habl¨¦ de lenguaje popular. Veamos: ?Mis viejos estaban de tiro muy amolados, y yo tambi¨¦n era el m¨¢s grande entre toda la bola de escuincles, pero desde que me acuerde, le son¨¦ macizo al trabajo pa'sacar adelante la familia.? En resumen, el hombre, que ?de tanto trabajar con la tierra , tambi¨¦n se vuelve tierra, y ya s¨®lo se sostiene como se sostiene el barro, pegado por el agua, pero no m¨¢s le da uno de patadas y todito se desmorona?, y la muerte: ?La muerte es mejor. Al cabo es para siempre, ya no te la quitan, y la puedes abrazar porque sabes que es tuya, t¨² la hiciste... la vida no sirve m¨¢s que para convertirla en muerte.? Es la posesi¨®n absoluta del tiempo: ?Ser¨¢ por eso que hoy presente y porvenir se funden ya, para formar s¨®lo pasado?, la ilusi¨®n del presente y la realidad del porvenir. Realidad e ilusi¨®n de los narradores latinoamericanos, o b¨²squeda de los escritores de la Am¨¦rica Latina.
Babelia
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