?A d¨®nde nos lleva el colpaso del centro?
Los millares de espa?oles que han viajado estas semanas por Europa han podido advertir la tensi¨®n creciente de la democracia francesa y la degradaci¨®n abierta de la democracia italiana. Es toda una generaci¨®n democr¨¢tica -que surgi¨® en 1945- que no sabe c¨®mo salir de la crisis. La crisis, sobre todo en Italia, no es solamente econ¨®mica; es tambi¨¦n, y principalmente, una crisis pol¨ªtica de fondo; es una crisis de la democracia. El alcalde de Par¨ªs, Chirac, pronunciaba en plena Semana Santa unas palabras tremendas que, por lo que veo en la prensa espa?ola, no se han subrayado aqu¨ª debidamente. ?Si la uni¨®n de la izquierda -ven¨ªa a decir- gana las pr¨®ximas legislativas, Francia puede entrar irreversiblemente en un r¨¦gimen marxista.? No eran exageraciones electorales: Chirac ya hab¨ªa vencido en sus elecciones parisienses.Los millares de espa?oles que se han dispersado estas semanas por Europa eran, sobre todo, catalanes. Un 90% de las matr¨ªculas de Espa?a que se cruzaban en la red de autopistas del Midi y del valle del Po eran de Barcelona. Habr¨¢n podido palpar que el ciudadano franc¨¦s medio -a pesar de los presagios de Chirac contempla con cierto esperanza do escepticismo la casi admitida victoria izquierdista; y no se rinde a la evocaci¨®n del miedo, aunque tom¨® buena nota de esos presagios. Pero sobre todo habr¨¢n comprobado que la crisis econ¨®mica y pol¨ªtica de una Italia invadida, m¨¢s que nunca, por ordenadas hordas teut¨®nicas se desahogaba en la inseguridad, en la crispaci¨®n, en la cerraz¨®n de una prensa cada vez m¨¢s aislada; y guste o no guste reconocerlo, en una cada vez m¨¢s descarada nostalgia si no del autoritarismo, al menos de la autoridad. ?Tienen ustedes mucha suerte con Franco? me dec¨ªa, aunque ustedes lo duden, el gu¨ªa de Pompeya, al salir de la Casa de los Misterios.
Potencia moderadora de la Corona
Los espa?oles que viajan por Europa han vivido pendientes, m¨¢s que nunca, de Espa?a. Comprenden que Espa?a es Europa; y que sus coordenadas democr¨¢ticas est¨¢n a punto de situarla fatalmente en un contexto francoitaliano; entre la situaci¨®n de Francia y la situaci¨®n de Italia. Por desgracia, todo parece indicar que estaremos m¨¢s cerca de Italia. Cuando Italia, agotadas todas las p¨²dicas reservas de imaginaci¨®n anticomunista, parece abocada a asumir el compromiso hist¨®rico; que nadie sabe c¨®mo podr¨¢ terminar. El pesad¨ªsimo monopolio democristiano del poder tiene a la pen¨ªnsula hermana al borde del colapso y, lo que casi es peor, al borde de la incertidumbre total.
?Podemos esperar, en nuestro pr¨®ximo contexto democr¨¢tico europeo, una situaci¨®n pol¨ªtica m¨¢s favorable que la de Francia o la de Italia? Gen¨¦ricamente, no. Nuestras posibilidades de preferencia estrat¨¦gica, vistas desde Estados Unidos, nos podr¨ªan brindar mayor ayuda, pero mayor dependencia y nuestra mayor relevancia geopol¨ªtica -sobre todo en comparaci¨®n con Italia, la arrinconada- se complica, en cambio, con nuestra vecindad portuguesa y mogreb¨ª. Vivimos -aunque sea desde hace 100.000 a?os- sobre una falla estrat¨¦gica que tiende a reactivar sus posibilidades eruptivas en per¨ªodos de crisis mundial, que siempre tiene una traducci¨®n mediterr¨¢nea.
Nuestro contexto interno, tan dependiente de nuestro arrastre hist¨®rico, puede ofrecernos, sin embargo, diferencias positivas y tambi¨¦n negativas para matizar nuestras coordenadas europeas. Ni Francia ni Italia cuentan con la potencia moderadora, estabilizadora e integradora de nuestra instituci¨®n regia, la Corona; ni con la garant¨ªa que para la mayor parte de los espa?oles pueden ofrecer, en medio de los problemas y las desviaciones de la transici¨®n, las Fuerzas Aramadas de Espa?a. En el plano negativo conviene contar con una reapari ci¨®n de la funesta praxis, e incluso teor¨ªa del doble poder -poder civil, poder militar- que consagr¨® entre nosotros la Ley de Jurisdicciones, grave fallo de la anterior restauraci¨®n y, sobre todo, hay que registrar el colapso pol¨ªtico de la soluci¨®n centro desde primeros de abril.
Efectos de una defenestraci¨®n
Casi nadie ha explicado a los espa?oles lo que es y lo que deber¨ªa ser el centro. Visto desde Madrid, el centro es una disputa bizantina; visto desde provincias, el centro es una entelequia. El centro naci¨® como una gran esperanza; colgada de la credibilidad que ofrec¨ªan algunas personalidades cuya eliminaci¨®n sigue siendo un enigma. Voy a concretarlo: la defenestraci¨®n inexplicada del conde de Motrico ha supuesto, en la provincia de Murcia al menos, la desbandada del centro y el fortalecimiento, hace dos meses incre¨ªble, de Alianza Popular. Puede que don Manuel Fraga est¨¦ aprovechando pol¨ªticamente una coyuntura hist¨®rica, pero, hoy por hoy, medio pa¨ªs es suyo.
El centro no va contra la derecha ni contra la izquierda; todo lo contrario, hasta las necesita. El centro -que no tiene por qu¨¦ ir al copo, ni siquiera ser mayoritario, es imprescindible para esta derecha y esta izquierda no lleguen al choque fatal que ya est¨¢ predeterminado en el choque verbal de sus portavoces. Si la derecha y la izquierda contasen con zonas moderadas que amortiguasen la fricci¨®n -como en Inglaterra y quiz¨¢s en Francia- el centro ser¨ªa menos imprescindible.
El personaje peor citado aqu¨ª estos d¨ªas es don Manuel Portela Valladares. Todav¨ªa es tiempo para el centro y, aunque el Gobierno ha llevado p¨¦simamente, hasta ahora, su pol¨ªtica para el fomento del centro, es posible que s¨®lo el impulso del Gobierno pueda ahora romper las frustraciones en que se debate el centro, por culpa de pretensiones hegem¨®nicas de grupo, en primer lugar, y por la desgracia -que es una cat¨¢strofe nacional- de que los tres o cuatro hombres que pueden todav¨ªa nuclear y encauzar el centro no logran ponerse de acuerdo entre el enjambre de pol¨ªticos de v¨ªa estrecha y de tercera regional que siguen cada d¨ªa m¨¢s enzarzados en la rebati?a de los puestos electorales.
Puede que no haya en este momento en Espa?a m¨¢s que un hombre que pueda poner firmes a quienes han convertido las discusiones para el centro en una ri?a de gallos. Esa es su misi¨®n primordial en pol¨ªtica, no la de dudar sobre su presentaci¨®n -Dios nos asista- a las elecciones. Mientras un ramalazo de heladas y un brote de huelga salvaje han degradado todav¨ªa m¨¢s, cuando ya parec¨ªa imposible, nuestras perspectivas econ¨®micas. Mientras, como en un gui¨®n h¨ªbrido de auto sacramental y pel¨ªcula bananera de los a?os cincuenta, puede que haya entre nosotros alg¨²n aprendiz de Pinochet que repase afanosamente, qui¨¦n lo dir¨ªa, las obras incompletas de Nasser.
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