La viabilidad cinematogr¨¢fica
La coexistencia de los extremos, desde el filme abiertamente experimental -que se mueve en lo desconocido, como una apuesta en el vac¨ªo- hasta el producto habitual, obediente a las f¨®rmulas de explotaci¨®n ya viejas. Una jornada particular pertenece, sin ninguna duda, a este apartado, lo que no prejuzga, en principio, su calidad. Ettore Scola, viejo conocido de las pantallas del festival, ha tenido la habilidad de realizar una obra digna, convirtiendo en im¨¢genes y sonidos un proyecto arriesgado sobre el papel: otro filme comercial a la mayor gloria de la se?ora de Carlo Ponti, Sofia Loren, con su habitual compa?ero en estos empe?os, Marcelo Mastroianni.Rizando el rizo, Sttore Scola ha escogido un d¨ªa especial de 1938, el de la visita de Hitler a Roma, para enfrentar a sus personajes, un homosexual antifascista y una ama de casa, cargada de hijos y de trabajo, y perfectamente insertada en la ideolog¨ªa oficial. El resultado no llega al de su mejor trabajo hasta ahora, Nos hab¨ªamos querido tanto -rebautizada en Espa?a con el horrendo t¨ªtulo de Una mujer y tres hombres-, pero ofrece unos logros muy claros y tiene esa vitalidad directa, tan propia del mejor cine italiano, que estamos echando a faltar en otras muestras de este certamen, quiz¨¢ m¨¢s puras y novedosas, pero artificiales y fr¨ªas, muy lejanas de la vida real.
Un festival no debe tomar partido claro por una u otra concepci¨®n del cine, sino recogerlas todas. Lo comercial, cuando est¨¢ bien hecho, no debe ser excluido por la simple raz¨®n de buscar la taquilla, como el experimento exquisito pide tambi¨¦n un reconocimiento de su existencia. El derecho a ser presentado a los espectadores y cr¨ªticos. Cannes, en el fondo, no es m¨¢s que una ocasi¨®n privilegiada para el debate entre estas dos grandes corrientes extremas que tambi¨¦n admiten muchos matices intermedios. Lo que est¨¢ en juego es la viabilidad del espect¨¢culo cinematogr¨¢fico, tal como lo hemos conocido.
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