Otro asunto que tendr¨¢n que solucionar las elecciones municipales
A nadie pudo sorprender que la corrida de Beneficencia bordeara el esc¨¢ndalo,?y que toda ella se desarrollara con m¨²sica de fondo de protestas y rechuflas, porque este festejo, asolerado y con historia, es, de muchos a?os ac¨¢, un triste espect¨¢culo.Resulta que, a?o a a?o, el acontecimiento se derrumba por causa de los toros. Se ve que la Diputaci¨®n Provincial, organizadora de la corrida, pese a que tiene todo un a?o por delante para prepararla y a las influencias que se le suponen, no encuentra reses, adecuadas para Madrid. ?Qui¨¦n las elige? ?Por qu¨¦ se elige eso que salta al ruedo o que incluso no salta, porque lo echan para atr¨¢s en el reconocimiento veterinario?
Grupos de aficionados culpaban a Leopoldo Majos, quien, seg¨²n se ha dicho hasta la saciedad es el responsable del montaje del festejo. Pues que sea, Leopoldo,Matos el que explique, de una vez, las razones del fracaso cr¨®nico -a?o a a?o, insistimos-, que pose convierte en esc¨¢ndalo supino, porque buena parte del p¨²blico que ocupa los tendidos este d¨ªa -ayer tambi¨¦n-por supuesto- es conformista y triunfalista hasta extremos incre¨ªbles. Como si les hubiesen regalado la entrada, vamos.
Plaza de las Ventas
Corrida de Beneficencia. Cinco toros de Ben¨ªtez Cubero, y uno (el segundo), de Francisco Galache, desiguales de comportamiento, casi todos con defectos de presentaci¨®n, algunos sin fuerza.Andr¨¦s V¨¢zquez: Bajonazo y dos descabellos (silencio). Estocada tendida (bronca). Angel Teruel: Buena estocada (vuelta al ruedo). Estocada y rueda de peones (oreja con leves protestas). Jos¨¦ Mari Manzanares: Cinco pinchazos tirando la muleta y descabello. Pinchazo y cinco descabellos (silencio en los dos). Casi todos los toros se protestaron. Presidi¨® el director general de Seguridad, asesorado por el comisario Corominas, veterinario Barga, y ex matador Antonio Posada. Como sordos. Presenciaron la corrida, desde el palco de honor, los Reyes de Espa?a, a quienes los espadas brindaron sus primeros toros.
El animalucho que ayer abri¨® plaza era una zapatilla, que se abronc¨®; el segundo toro, guapo -y serio, pecaba de excesivamente corto y apenas se le pudo picar; el tercero, un gordinfl¨®n colorao, romo, no se ten¨ªa en pie; el cuarto, tambi¨¦n serio y correcto de tipo, ten¨ªa los dos pitones escobillados; el quinto, m¨¢s que escobillado, estaba desmochado, y tambi¨¦n se protest¨® con fuerza, y el sexto, discretito de l¨¢mina (en feo), bizco, barrigudo, asimismo se cay¨®. Pero es que, adem¨¢s, ninguno de estos toros, salvo el segundo, eran de la ganader¨ªa anunciada, que se qued¨® en los corrales porque no pudo pasar el reconocimiento. Entonces, ?c¨®mo eran esos cinco galaches que se quedaron en los corrales, en Comparaci¨®n con el saldo antirreglamentario que autoridad y veterinarios aceptaron para la lidia?.
Y a todo esto, los Reyes ocupaban el palco de honor; el director general de Seguridad, la presidencia; autoridades y pol¨ªticos estaban presentes, no se sabe si dando, las bendiciones a aquel alarde de incompetencia, o correctamente aburridos, a la espera de que pasaran las dos horitas amargas porque el protocolo es el protocolo, o enter¨¢ndose de c¨®mo est¨¢ el, patio para tomar, caurtas en el, asunto, aunque creemos que no. Gig¨¢moslo una vez m¨¢s: ya son muchos a?os de presenciar los mismos desatinos y comprobar que luego no pasa nada. La fiesta es la Cenicienta de este pa¨ªs, pa¨ªs que precisamente alumbr¨® y dio vida esplendorosa a la fiesta. Pero eran otros tiempos.
De los l¨ªdiadores, no digamos que estuvieron precisamente brillantes. Hubo tres buenos naturales de Teru¨¦l en el segundo de la tarde -era, muy tardo y lo meti¨® bien en la muleta para esos pases- y unos ayudados -soberanos en el quinto, que result¨® boyante. Pero despu¨¦s de tales muletazos, la faena continu¨® con ventajillas, poco temple, pierna retrasada, pico; ahora me descaro, ahora me pongo de perfil; sin ligar nunca; en terrenos del uno, en los del dos, en los medios, en el cinco, en el tres... Mentira, inentira fue la oreja que le Puso el triunfalismoen la mano por aquella suma incoherente de pases al toro despitorrado, aunque a este, y, al otro los mat¨® bien. Banderille¨® tambi¨¦n. Teruel: tan vulgar como siempre.
Andr¨¦s V¨¢zquez dibuj¨® unos muletazos con el choto y ante la aspereza del cuarto,se asust¨®. Le abroncaron con toda justicia. Manzanares estuvo mon¨®tono y piquista, tanto con el inv¨¢lido colorao como con el manejable sexto, y mat¨® p¨¦simamente, ech¨¢ndose fuera, muchas veces tirando descaradamente la, muleta.
Ya que no el sentido com¨²n y la experiencia acumulada, a ver si las pr¨®ximas elecciones municipales arreglan este triste asunto de la gran corrida de Beneficencia. (Lo de grande, es broma.)
Babelia
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