Los valencianos no sabemos ni qui¨¦n ha ganado, ni qui¨¦n ha perdido
Como era de esperar, los comentarios simplificadores, a la vista del resultado electoral, que en el Pa¨ªs Valenciano ha dado un triunfo mayoritario a la opci¨®n PSOE, por encima de la opci¨®n m¨¢s tranquilizante todav¨ªa de la UCD, han hablado de hundimiento y fracaso de? nacionalismo. Pero, ?de qu¨¦ nacionalismo? Porque han sido precisamente esos simplificadores quienes nunca han ahorrado reticencias cuando daban cuenta. tan escasa corno pod¨ªan, del esfuerzo evidentemente voluntarista de una minor¨ªa -en proceso constante de ampliaci¨®n- por sacar de su ambig¨¹edad al pueblo valenciano. Por sacarlo del ?regionalismo bien entendido?, que ni a tanto llegaba, para comprometerlo consigo mismo.Todav¨ªa en las postrimer¨ªas electorales, el habitual juego sucio de quienes, descendientes de los que antes de Almansa ya, hab¨ªan vendido su primogenitura a cambio de? favor virreinal, han intentado la desautorizaci¨®n nacionalista lanzando la insidia: ?Si ganan tales o cuales partidos -entre los que estaba el mism¨ªsimo centro suarista porque estaban en ¨¦l algunos liberales, de nacionalismo decidido-, el d¨ªa 16 dejaremos de ser valencianos para pasiar a ser catalanes.? Claro est¨¢ que la mala baba de esta historia sal¨ªa de bocas aliancistas pero no son las ¨²nicas que pod¨ªan haberia vertido sobre un electorado para el cual la cuesti¨®n que se ventilaba -en eso no hemos sido ?diferentes?- era la de continuar con cambios y no la de continuar sin ellos como propon¨ªan los de AP. Es decir, que seg¨²n esa burda invenci¨®n, si ganaban los partidos gratuitamente acusados de nacionalistas, cruzar¨ªan el Ebro los ?mozos de escuadra? de? Palacio de San Jaime, de Barcelona, y ocupar¨ªan el Ayuntamiento de Valencia. ?O ser¨ªa la Generalitat lo que vendr¨ªan a ocupar?
Partidos aut¨®ctonos
Pero es que la cosa resulta m¨¢s pintoresca todav¨ªa contemplando el panorama pol¨ªtico, porque ?d¨®nde han estado los tales partidos nacionalistas? Haciendo muchas concesiones pod¨ªa pensarse que aut¨®ctonos por lo menos. por su organizaci¨®n y escasas dependencias, centrales, estaban la Uni¨® Democr¨¢tica del Pa¨ªs Valenci¨¢ y el Partit Socialista del Pa¨ªs Valenci¨¢. Uno y otro integrados en el Equipo de la DC y la FPS, respectivamente. ?Y qu¨¦ m¨¢s? El PSAN, que no jugaba el juego electoral y que hab¨ªa sido incluso rechazado por ?catalanista? justamente, de un ?Bloc Autonomista y Valencianista d'Esquerres?. ?Es con eso con lo que el ?valencianismo? hab¨ªa de enfrentarse al sucursalismo m¨¢s o menos, o nada, ?regionalista?? Es decir, con el ?anticatalanismo? dom¨¦stico de los que viven en la ambig¨¹edad como el pez en el agua, permiti¨¦ndose incluso la ?heroicidad? de quejarse porque el Pa¨ªs Valenciano no estuvo representado en la ?Comisi¨®n de los nueve?; porque el presidente Su¨¢rez no hab¨ªa recibido nunca a una ?Taula? de fuerzas pol¨ªticas que los ?valencianistas-catalanistas? hab¨ªan creado hasta que lleg¨® desde Madrid. v¨ªa Almansa, la eterna ambig¨¹edad en la persona de Garc¨ªa Trevijano, a organizar aqu¨ª las ?Juntas Democr¨¢ticas? y dividir de ese modo las escasas fuerzas pol¨ªticas, trayendo de refresco los opositores de la hora s¨¦ptima, o sea, los ?independientes?; por el ?Sureste?; por el ?Levante?; por si ven¨ªa o no ven¨ªa a inaugurar las ferias un min¨ªstro o s¨®lo un subsecretario, al contrario de lo que hab¨ªa ocurrido en Barcelona o en Bilbao, y ahora tambi¨¦n porque no ha sido nombrado ning¨²n senador valenciano en los de designaci¨®n real.
Aqu¨ª, donde ayer mismo, es decir, hace unos meses, y no por casualidad, se suscitaba la cuesti¨®n de ?el blau en la Senyera? para diferenciarla de la que usaba el conquistador, igual para todos los pa¨ªses de su Corona -es decir, los Pa¨ªses Catalanes- los de AP, que han perdido, no hin dejado de batallar contra la identidad y por la ambig¨¹edad. Una ambig¨¹edad que parte del idioma hablado por tradici¨®n oral, cuya gram¨¢tica nunca se ha aprendido; de la Historia convencional e interesada que ha unificado todos los reinos peninsulares en una confluencia hacia la tabla rasa; de la ignorancia, en definitiva, sobre lo que es un pueblo que se sabe diferente de los de Poniente -?de Ponent ni vent ni gent?- pero que no sabe por qu¨¦, y puede ser, por tanto, f¨¢cil a la manipulaci¨®n a base de ese mi smo sentimiento diferencia? tan desinformado. ?C¨®mo iban a vencer todo eso la UDPV y el ?Bloc??
Estall¨® el Bloc
Para empezar, uno y otro han padecido el temor estrat¨¦gico dela concreci¨®n y han vacilado en la claridad de sus planteamientos. Y para terminar, el ?Bloc?, por esas. mismas causas, estall¨® antes de nacer y explot¨® con efectos retardados ante el inicio mismo de la campa?a electoral. Los que quer¨ªan ir a ella a todo trance, buscaron sus alianzas con fuerzas pol¨ªticas sucursales y mientras unos las encontraron en el PSP y organizaron la ?unidad socialista, otros llegaron tarde, fueron ?legalizados y por fin vueltos a legalizaron la sigla originaria, la del PSPV, se lanzaron a una campa?a.in¨²til que no les ha dado m¨¢s que alrededor de 20.000 votos en todo el pa¨ªs. Por lo dem¨¢s, aqu¨ª-, como en las Illes, como en Galicia, en el primer caso por razones parecidas, en el segundo por razones diferentes, pero en ambos casos con la misma debilidad de los partidos nacionalistas, no hab¨ªa para el electorado que buscaba cambios en la continuidad -es decir, sin rupturas, no lo olvidemos- m¨¢s cera que la que ard¨ªa. Y esa es la vela que ha tomado en la procesi¨®n tan minuciosamente organizada por una poderos¨ªsima RTVE como era absolutamente previsible. Porque se puede estar en contra de la guerra publicitaria, pero el arma est¨¢ ah¨ª y es dif¨ªcil que quienes la detentan no hagan uso de ella. Lo cual ocurre en los pa¨ªses ?libres? de Occidente y en los otros. Si existe el instru mento, se usa. Y existe. ?Vaya si existe! Aqu¨ª el electorado ha comprado uno de los dos ¨²nicos productos que se han puesto en el mercado*sin huellas del ayer. Completamente nuevos. Porque ni se ha querido saber nada de antes del 36 ni de despu¨¦s del 39. Ambos, la guerra y la larga oposici¨®n antifranquista de cuarenta a?os, han sido recha zados por un electorado que en su gran mayor¨ªa no se siente ligado a nada de todo eso, porque ni ha ?hecho? la guerra ni ha ?hecho? tampoco las c¨¢rceles, los exilios y .las multas. Ese electorado, aqu¨ª, en el Pa¨ªs Valenciano, ha votado izquierda moderad¨ªsima, en su mayor parte, m¨¢s que UCD, por que aqu¨ª sigue latiendo aquel republicanismo ambiguo del blasquismo, apto para todos los p¨²blicos, es decir, moderadamente au tonomista -tanto que s¨®lo lo era en el nombre-, moderadamente izquierdista, tanto que no lo, era m¨¢s que en la oposici¨®n civil a la presencia social de la Iglesia, moderadamente todo.
Pero, ?de d¨®nde iba a salir el nacionalismo valencianista? ?De las discusiones imb¨¦ciles sobre si el valenciano es o no catal¨¢n hablado a la manera del sur del Ebro? ?De las catacumbas del franquismo, dorid1 se agrup¨® poco a poco, partiendo de an¨¢lisis hist¨®ricos l¨²cidos como ?Nosaltes els valencians?, y creciendo especialmente en la Universidad, es decir, en donde se investiga y reflexiona? Se ha llegado donde se ha podido, a base de transmisi¨®n oral y ciciostiles, sin casi precedentes hist¨®ricos o con unos precedentes hist¨®ricos parecidos, sin apenas formaciones pol¨ªticas nacionalistas con suficiente tradici¨®n y m¨¢s o menos mayoritarias que, resucitar, debidamente ?homologadas? en Europa. ?Europa? Ni Madrid. Las ¨²nicas homologaciones posibles, las de la identidad nacional y cultural, han sido, por eso mismo, porque es donde est¨¢ la fuerza, combatidas por los ?regionalistas bien entendidos? y discutidas por los partidos con tradici¨®n, homologaci¨®n, dinero, necesidad de su existencia por parte del Poder para legitimar su democracia, etc¨¦tera.
Fuerza potencial
Unos partidos que, a pesar de todo, saben que porque no hablamos de opiniories sino de constataciones, porque no es cuesti¨®n de adivinanzas o suposiciones sino de investigaci¨®n, tenemos la raz¨®n y vamos cobrando fuerza. Es a esa fuerza potencijal a la que temen y por la que ha hecho la concesi¨®n de hablar -unos con m¨¢s ¨¦nfasis y sinceridad, otros con menos, con m¨¢s desde la izquierda m¨¢s izquierda, con menos desde la menos, y as¨ª sucesivamente de reivindicar un Estatuto que no llegamos a tener aunque llegamos.a plantear, y una Generalitat que perdimos, ¨¦sa s¨ª, en Almansa, hace ¨¦ste 270 a?os. Pero no se puede confiar demasiado en que nos la devuelvan los aparatos centrales de unos partidos para los cuales, sus ?federaciones?, si a tanto llegan, se deben antes al inter¨¦s general de gobernar con la fuerza conjunta de todos, que al particular de devolver a un pueblo como el valenciano su identidad, que es su fuerza, para que pierda la ambig¨¹edad y deje de ser d¨¦bil, olvida.do y dominable.
As¨ª, pues, corno hasta ahora bajo el franquismo, en adelante bajo la democracia de la RTVE, habr¨¢ que seguir. Y lo ¨²nico que podemos esperar es que las multas y la c¨¢rcel no nos amenacen demasiado; que se pueda a?adijr algo a la transmisi¨®n oral, algo que no sea el cielostil, que se perfilen bloques pol¨ªticos nacionalistas s¨®lo divididos por lo que divide irremisiblemente, la clase, y que los; partidos que hay sean un poco rnenos sucursalistas, si m¨¢s no para niantener la clientela que trataremos de ?educarles? y, si es posible, restarles. A ver si al menos son capaces de traernos, con los votos que se han llevado, la escolarizaci¨®n en ?el idioma del pa¨ªs?, y algo que: se le parezca a una Mancomunidad. Aunque le den, que ¨¦se es otro asunto, el nombre de Estatuto.
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