Las iglesias paralelas son una contradicci¨®n
?Las Iglesias que se llaman paralelas son una contradicci¨®n. Las ramas que se desgajan del tronco se secan. Y la historia de la Iglesia es elocuente a este respecto, aun en aquellas ramas que subjetivamente se desgajaron para superar los defectos de la instituci¨®n eclesial?, escribe el cardenal Taranc¨®n en su carta cristiana de esta semana.?Los j¨®venes -a?ade el cardenal- son un poco idealistas, aunque no sea m¨¢s que por sus pocos a?os. Al juzgar los reg¨ªmenes sociales y pol¨ªticos, y, sobre todo, al juzgar las instituciones religiosas, no transigen f¨¢cilmente con los defectos -lo que ellos juzgan como defectos-, aunque ellos sean tantas veces cobardes para seguir un camino de perfecci¨®n, tanto humana como religiosamente?.
El cardenal afirma que la Iglesia ha reconocido p¨²blicamente sus defectos. ?Desde el Primer Concilio de Jerusal¨¦n hasta el Vaticano II, en que Pablo VI pidi¨® perd¨®n p¨²blicamente; la Iglesia se reconoce pecadora. Por eso, que ahora los cristianos o no cristianos reconozcan los defectos de la Iglesia, incluso que los critiquen, no es nada nuevo: la Iglesia los ha reconocido antes. A pesar de todo, la Iglesia ha permanecido siempre fiel a Cristo.?
?Reconocer por tanto los defectos -a?ade monse?or Taranc¨®n- y los fallos de la Iglesia no es malo. Criticarlos, siempre que se haga con el debido respeto y, sobre todo, con caridad, no es malo. Pretender separarse de la Iglesia por estos defectos es, sobrenaturalmente, una ingenuidad. Porque es esa Iglesia integrada y regida por hombres la que ha sido elegida por Cristo como sacramento de salvaci¨®n para los hombres. Minar su prestigio y su autoridad desde dentro, fund¨¢ndose en esos fallos y defectos, es, o parece al menos, una traici¨®n.?
?Por ello, separarse -concluye el cardenal - vital o cordialmente de la Iglesia por las razones que sea -aunque subjetivamente sean de la mayor gloria de Dios- rebelarse contra la autoridad leg¨ªtima de la Iglesia, aunque sea por motivos evang¨¦licos, querer fundar grupos o comunidades evang¨¦licas fuera del cauce se?alado por el magisterio aut¨¦ntico, es una ingenuidad, un verdadero error teol¨®gico. Querer cambiar las estructuras fundamentales de la Iglesia, aun con la excusa de una mayor fidelidad al Evangelio o a los hombres, es tambi¨¦n un error dogm¨¢tico.?
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