Julio Cort¨¢zar: literatura y fascismo
En Par¨ªs acaba de celebrarse un acto de defensa de la cultura chilena
Con estos tres recuerdos comenz¨® Julio Cort¨¢zar la sesi¨®n Literatura y fascismo, organizada por el Centro de la Defensa y el Desarrollo de la Cultura Chilena, que tiene su sede central en Par¨ªs, y que cuenta con el apoyo de intelectuales del mundo entero como Garc¨ªa M¨¢rquez, E. Cardenal, H. B?ll, Susan Songtan, etc¨¦tera. Al acto participaron, adem¨¢s del escritor argentino, numerosos intelectuales (escritores y poetas) exiliados chilenos, como Ariel Dorfman, Osvaldo Rodr¨ªguez, Waldo Rojas, Leonardo Carvajal, Orlando Jimeno, Guillermo Mat¨ªas y Armando Uribe.La conclusi¨®n que Julio Cort¨¢zar saca de estas tres an¨¦cdotas citadas es que, ni sus padres, ni sus maestras, ni el visitante, se daban cuenta de que estaban haciendo de ¨¦l, y de los otros dos ni?os, unos posibles fascistas y que su amigo tampoco era consciente de que ?un fascista hubiera dicho exactamente lo mismo?.
Partiendo, entonces, de estas tres caracter¨ªsticas: superioridad, agresividad, desprecio, el escritor hace en su texto un an¨¢lisis del fascismo en su doble vertiente individual y social: estos tres elementos son:
?Componentes de un esquema humano que comporta muchos otros, pero sobre todo uno: pesimismo. Ser fascista: si nadie lo ha definido exactamente, basta observarlo como conducta para sentir que su ra¨ªz es negativa, que nace del miedo (del miedo a la muerte propia como trasfondo y motivaci¨®n de todo el resto).?
Un pesimismo fascista que se introyecta en la entra?a de unos hombres, de un hombre, que para vivir necesita ?una alfombra de cabezas para atravesar los tembladerales de la vida?, un ser fascista, que espera su hora, agazapado, dudando de s¨ª mismo, que no descansa, que ?se hunde en el magma de su mediocridad, hasta el d¨ªa en que sus botas consiguen apoyarse en la cabeza de Salvador Allende, en la cabeza de V¨ªctor Jara?...
Con la superioridad, la agresividad y el desprecio, ?es fatal que la tortura asome aqu¨ª como otra de las manifestaciones de la ¨ªndole fascista?. La tortura... desde el 2 de septiembre de 1973 tenemos d¨®nde observarla: Chile y el escritor tristemente nos dice c¨®mo siendo miembro del Tribunal Russel, ha tenido ocasi¨®n de escuchar suficientes testimonios como para saber que la tortura ?no ha nacido por generaci¨®n espont¨¢nea?, que se ha desarrollado y favorecido?; que tiene ?carta blanca? y que ha llegado a ?institucionalizarse en el sistema?.
El torturador es uno de los pilares b¨¢sicos de la pr¨¢ctica fascista. ?Hay los torturadores profesionales que cumplen su trabajo por razones en las que el sadismo puede no ser el elemento principal, y los torturadores espont¨¢neos, que aprovechan las circunstancias para llevar a la pr¨¢ctica lo que la m¨¢quina social -les hab¨ªa impedido hasta el momento?, pero junto a ¨¦stos, est¨¢n los otros, los que creen no estar manchados por la sangre de esas v¨ªctimas, porque ellos nunca torturaron, ?pero permiten que se torture en la habitaci¨®n de al lado?. No, estos s¨¢dicos protegidos por las m¨¢scaras del deber, la obediencia militar, o el odio al marxismo, no han surgido por generaci¨®n espont¨¢nea.
La lucha contra el fascismo es una necesidad vital, una necesidad ?m¨¢s imperiosa que nunca, porque ¨¦l representa el salvoconducto para lo peor del animal humano; pero esta lucha no es suficiente si no se empieza por dar un paso atr¨¢s para englobarnos "a todos" en la perspectiva de un sadismo latente y mucho m¨¢s intenso de lo que quisieran hacernos creer los humanistas liberales y los pacifistas ingenuos. Porque si no buscamos las razones profundas de ese sadismo y los medios de anularlo o de sublimarlo, es evidente que las meras presiones sociales de los sistemas democr¨¢ticos s¨®lo conseguir¨¢n lo que se ha conseguido hasta ahora: la m¨¢scara de pueblos pac¨ªficos debajo de la cual hay cantidad de rostros esperando su hora, como en Chile antes del putsch, y la virtual explosi¨®n de la agresividad y la violencia apenas una corriente fascista se abra paso en la estructura pol¨ªtica?.
Para Cort¨¢zar es evidente, que las latencias s¨¢dicas del hombre se alimentan de la frustraci¨®n, la tortura es una venganza del torturador ?por haber sido a su vez vejado, venganza ciega y sin proporci¨®n o relaci¨®n con el sufrimiento que inflige?. No es una venganza ?personal?, puesto que ?el torturador no sabe casi nunca que tambi¨¦n ¨¦l ha sido vejado?,si lo sabe es a nivel inconsciente y quien modela este comportamiento es nuestra sociedad, que ?hace del hombre, de eso que se llama un ciudadano, un ovillo de frustraciones, complejos e insatisfacciones, que llegado el d¨ªa ser¨¢n los alicientes del fascismo?.
Es evidente que un r¨¦gimen capitalista somete al mundo a una serie de vejaciones y alienaciones, pero ?por su parte las sociedades socialistas no parecen haber comprendido todav¨ªa lo suficiente que la aut¨¦ntica raz¨®n de su existencia es la desalienaci¨®n humana?, pero Cortazar se muestra confiado en el futuro de estas ?sociedades socialistas?, porque s¨®lo en ellas, que ya tanto han hecho y har¨¢n, ?puede surgir la aut¨¦ntica destinaci¨®n del hombre; pero estamos todav¨ªa lejos, muy lejos de haberlo alcanzado?.
Si bien, para el escritor, la revoluci¨®n es la ¨²nica manera definitiva de acabar con el fascismo, esta revoluci¨®n debe conllevar ?una visi¨®n enteramente nueva del hombre. Repito que una revoluci¨®n aut¨¦ntica debe hacerse de fuera hacia adentro y de dentro hacia afuera (...) Una revoluci¨®n a la vez simult¨¢nea y consecutiva, que debe liberar a los hombres, lavarlos de sus tab¨²es y sus resentimientos y sus frustraciones, para proponerles un nuevo esquema de vida. Mientras haya revolucionarios convencidos de que la lucha contra el fascismo es s¨®lo una lucha para acabar con una ideolog¨ªa y no con una noci¨®n de lo humano que "tambi¨¦n" subyace todav¨ªa en el campo revolucionario, seguiremos expuestos a su milenaria y horrible recurrencia?.
Una idea fundamental es que si bien el fascismo presente hay que derrotarlo como movimiento pol¨ªtico, acabando con todas las dictaduras actuales, al ?fascista del futuro hay que derrotarlo ya en el ni?o, en las ra¨ªces profundas de su ser, que todos compartimos ,consciente o inconscientemente ?.
Los poetas y su llanto
Tras el escritor, los poetas que nos dicen tambi¨¦n de las torturas, los verdugos, el miedo y el exilio, como Leonardo Carvajal:
Llega la piedra / al alma de cada uno / Las rejas a los ojos / que saben ver el alba. / Las cuerdas a atar / al hombre y la mujer / descalzos / al padre que reclama / a un hijo asesinado / al exilio / al desarraigo / al que dej¨® la vista atr¨¢s / al horizonte que est¨¢ / en el m¨¢s ¨ªnfimo paso / que siempre podr¨¢s dar /.
El poeta vive Chile como una pesadilla, como ?el mal sue?o del abuelo Juan y su caballo Condor? de Osvaldo Rodr¨ªguez:
Se dir¨ªa que el viento tambi¨¦n se pone oscuro / o se enrojece el aire cansado de violencia / lo cierto es que de noche anda el caballo Condor / desesperado buscando despertar / y el aire quema con esa pesadilla / y los p¨¢jaros gimen y llora la madera / Pero un d¨ªa el incendio vendr¨¢ desde otro lado / tal vez se queme todo, no te asustes / sobre aquellas cenizas vamos a construir /.
Y tambi¨¦n con ira, que se desata en el poema de Uribe (antiguo embajador de la Unidad Popular en Pek¨ªn, y autor de El libro negro de la intervenci¨®n americana en Chile):
La malaje, la estupidez, la lata / matan m¨¢s gente que la guerra / m¨¢s que la muerte mata / la vida que a un lugar com¨²n destierra / Si no puedes ser gato ser¨¢s rata / gato ser¨¢s si no puedes ser perra / Como a un jud¨ªo Dios te trata nunca ver¨¢s la prometida tierra.
Desde el exilio muchos hombres, que ni quieren ni pueden olvidar, trabajan por devolver a Chile lo que la agresividad, la superioridad, el desprecio, la tortura y el miedo les han robado y, para ello, gritan a nuestras complacidas existencias pidiendo colaboraci¨®n, para que a su grito respondan otros muchos conscientes de que el problema de Chile es el problema de todos y no nos deje dormir tranquilos el saber, que la ayuda no prestada en un sentido, significa colaboraci¨®n en el otro, y en ¨¦ste otro est¨¢ el fascismo.
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