Una v¨ªctima: el turismo
En pleno ecuador de la alta temporada tur¨ªstica, el fantasma de una huelga gravita sobre la hosteler¨ªa espa?ola, amenazando, por primera vez, a la pr¨¢ctica totalidad de las zonas. Su origen, sin embargo, no radica en los n¨²cleos punteros. La Coru?a y Zaragoza han sido la avanzadilla de un movimiento que, extendi¨¦ndose por momentos a todo el ¨¢mbito nacional, tiene su precedente inmediato en los paros intermitentes de las Baleares, antes de verano. El trasfondo ¨²ltimo de la huelga radica en dos factores esenciales: la ca¨®tica estructura del sector, derivada de la improvisaci¨®n desarrollista, y el quebrantamiento de todas las reglas de mercado que comprometen la solidez financiera de las empresas.Los trabajadores se encuentran con un mercado de contrataci¨®n desordenado, sin salarios unificados, con ofertas para reducidos per¨ªodos, sin horarios determinados y con sistemas de trabajo del todo irracionales. Por si esto fuera poco, los salarios aparecen plagados de extra?os complementos, entre los que siguen figurando las propinas.
Los patronos adolecen, ellos mismos, de la m¨¢s elemental cualificaci¨®n en muchos casos. Han accedido al negocio hostelero deslumbrados por la idea de un dinero f¨¢cil y pose¨ªdos de la creencia popular de que su mec¨¢nica se aprende f¨¢cilmente. Esta ausencia es extensiva a los trabajadores; en su mayor¨ªa, procedentes de otros sectores -agrario y construcci¨®n, sobre todo-, que acuden a la hosteler¨ªa temporalmente. As¨ª, la cualificaci¨®n suele ser discrecionalmente apreciada por el propio empresario, en tanto que el asalariado carece, pr¨¢cticamente, deja oportunidad de reclasificarse a trav¨¦s de una aut¨¦ntica formaci¨®n profesional.
La reivindicaci¨®n b¨¢sica que alienta el conflicto es de naturaleza salarial. Pero otros aspectos enrarecen notablemente el sector y pueden contribuir a unificar voluntades. Un ejemplo puede ser las p¨¦simas condiciones de comida, alojamiento y servicios sociales en general, que soportan la muyor parte de trabajadores, sobre todo en n¨²cleos y establecimientos que s¨®lo funcionan en r¨¦gimen de temporada; en ning¨²n caso, m¨¢s all¨¢ de los cuatro meses, de junio a septiembre. Otro grupo importante de asalariados carece de seguridad social. Muchos est¨¢n contratados por debajo de los l¨ªmites legales de edad. Algunos son extranjeros y carecen incluso de contrato de trabajo. Todo ello, complicado por la diversidad de establecimientos hosteleros y la ausencia de unidad -zonal e interzonal-, m¨¢s aguda entre empresarios.
De cualquier forma, el tema es muy importante. Pa¨ªses con mayor tradici¨®n tur¨ªstica que el nuestro han perdido su preponderancia por la indefinida sucesi¨®n de huelgas. El turista quiere, ante todo, comodidad y servicio.
Ahora bien, ello no puede ser en modo alguno excusa o pretexto para perpetuar las irregularidades del sector; algunas de las cuales han quedado rese?adas. Debe servir -ojal¨¢ lo haga- para invitar a la responsabilidad a ambas partes, conscientes de lo que se juegan, tanto a nivel sectorial como nacional, unos y otros. No ser¨ªa justo mantener actitudes intransigentes para cobrar a los empresarios lo que s¨®lo en parte les es atribuible. Pero cargar sobre los trabajadores los errores y consecuencias de una p¨¦sima pol¨ªtica de promoci¨®n y contrataci¨®n -con precios bajos y reservas excesivas-, ser¨ªa una indecencia.
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