El cabaret, un g¨¦nero que agoniza
El viejo cabaret, con sus bombillas multicolores y su portero de librea que incita a los mirones a sumergirse en ?los placeres de la noche?, va dejando paso a las as¨¦pticas salas de nuevo cu?o, con discreto aire de cine de arte y ensayo. Las denominaciones van variando tambi¨¦n, abundan los nombres anglosajones, el cabaret es music-hall y el sexy-show ha despersonalizado y desplazado a la vedette. Las ?perlas del Caribe?, las de ex¨®ticos nombres orientales, las sofisticadas ejecutantes del ?sexy de Par¨ªs?, las ?reci¨¦n llegadas de Pigalle, por primera vez ante el p¨²blico de Madrid?, van desapareciendo de los elencos art¨ªsticos, sustituidas por an¨®nimas y atl¨¦ticas especialistas en el strip. A veces, el triunfo de la apertura ha tenido consecuencias pat¨¦ticas y la misteriosa danzarina oriental se ha visto obligada a realizar como ep¨ªlogo de su n¨²mero habitual un strip sin gracia y sin motivo para contentar al respetable ¨¢vido de ?nuevas sensaciones?.Sin embargo, a¨²n hay una noche madrile?a para los amantes del cabaret tradicional que se resisten a apilarse en un min¨²sculo local para contemplar sin m¨¢s pre¨¢mbulos c¨®mo se desnudan, al son de sincopados ritmos, eficaces profesionales an¨®nimas.
Las ?salas de fiesta?, aunque algunas de ellas se hayan sofisticado y encarecido, siguen ofreciendo impert¨¦rritas sus espect¨¢culos, en un ambiente casi familiar en las m¨¢s populares. Otras han preferido f¨®rmulas m¨¢s sofisticadas y se han convertido en ?restaurante-espect¨¢culo? con el reclamo de alg¨²n nombre famoso, o se han volcado hacia el sexy definitivamente. Quiz¨¢ la quintaesencia de las salas tradicionales, populares y al aire libre, sea La Riviera, situada en la rive-gauche del Manzanares. La Riviera ofrece, al m¨®dico precio de 350 pesetas, consumici¨®n incluida, tres espect¨¢culos diferentes. A las doce de la noche se presenta el inevitable ?ballet espa?ol?, ala 1,15 el espect¨¢culo internacional y a las 3,15 un sexy-show cl¨¢sico pero impecablemente equilibrado, en el que el desnudo integral viene precedido de los argumentos tradicionales, n¨²meros ex¨®ticos como el de ?Nefertiti? o ?Las guerreras?, ?Belle ¨¦poque? o c¨®micos, como el n¨²mero final, con una versi¨®n inefable de Heidi, en la que se descubren las veleidades er¨®ticas de la se?orita Rottenmeier. Todo esto, al aire libre, con polifac¨¦ticas y encorbatadas orquestas y con una ambientaci¨®n entre verbena popular y ?cabaret? a?os cuarenta.
Otros locales populares y con sabor quedan por la zona de la Gran V¨ªa. El York, el remozado J`Hay, el Lido, y en otros barrios, el Cisne Negro, o el cl¨¢sico Molino Rojo, donde estos d¨ªas act¨²a Merche Bristol, reci¨¦n llegada del Molino de Barcelona, que sigue siendo escuela y catedral de un g¨¦nero en v¨ªas de extinci¨®n.
Erotismo en la sobremesa
Cada d¨ªa, alas 14.30, cuando, el sol cae a plomo sobre la solitaria calle de Fuencarral, en el teatro ,Mart¨ªn comienza el espect¨¢culo Sexy en Hi-Fi. Un experimentado locutor comenta una larga serie de diapositivas y cimenta con abundantes referencias culturales e hist¨®ricas (Prax¨ªteles, Miguel Angel, Goya o Picasso) el noble arte del strip-tease. La concurrencia, unas cien personas, en el patio de butacas, est¨¢ formada por varones sudorosos y pac¨ªficos, casi siempre solitarios, que aplauden comedidamente en los finales de n¨²mero a la variada troup¨¦ de profesionales del desnudo ?venidas de las m¨¢s lejanas latitudes?.
Paco Parra, responsable de la idea y del espect¨¢culo, comenta: ?Cuando pusimos el horario de las 14.30, todo el mundo auguraba un gran fracaso sin embargo, no es as¨ª. El ?continuado? funciona aqu¨ª como funciona en Buenos Aires, donde llevamos ya once a?os con ello.? Los n¨²meros se van sucediendo en el escenario con el ritmo de una maquinaria bien engrasada, las luces y los decorados crean una ilusi¨®n nocturna en la hora tradicional de la siesta. ?En Buenos Aires, sigue comentando Paco Parra, estamos en la misma calle de Corrientes y el ?continuado? se ha hecho algo habitual, el p¨²blico suele estar formado por asiduos, los ?shows? de sobremesa duran algo m¨¢s de una hora, y la gente que no tiene nada que hacer viene a pasar sus ratos libres. Aqu¨ª se est¨¢ produciendo el mismo fen¨®meno, ya se va creando un p¨²blico fijo que viene un par de veces a la semana.?
El p¨²blico de las dos y media es un p¨²blico tranquilo, que en pleno agosto permanece, relajado y con cierta frialdad a lo largo de los sucesivos n¨²meros. Hay un problema, las chicas no quieren fotos de ninguna clase y cuando instalado en la oscuridad de la platea, el redactor gr¨¢fico de EL PAIS aprieta el disparado, por primera vez, enfocando a las artistas completamente vestidas, una de ellas abandona el escenario y un amable acomodador nos obliga a dejar la sala. El fen¨®meno, presente en todas las salas de strip, se produce como l¨®gica reacci¨®n de las ?artistas? ante la pirater¨ªa de ap¨®crifos francotiradores que suelen utilizar las fotos robadas como base para reportajes de ?desnudo? sin pagar nada a las inconscientes modelos que parecen haber engendrado un especial sexto sentido para detectar un clic furtivo en la penumbra del teatro
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