El aislamiento de los extremistas vascos
LA IDENTIFICACION del pueblo vasco con la amnist¨ªa pol¨ªtica total y con la reivindicaci¨®n de la autonom¨ªa tiene tal vigor que permite a cualesquiera fuerzas que enarbolen esas banderas arrastrar tras de s¨ª, en grandes manifestaciones de calle, a decenas de miles de personas. Los hechos lo demuestran as¨ª, una y otra vez. Si la semana pasada la izquierda abertzale logr¨® movilizar en torno a esas consignas -aunque manipuladamente entremezcladas con otras de car¨¢cter violento e independentista- a un impresionante n¨²mero de ciudadanos, la manifestaci¨®n unitaria, convocada el pasado jueves en San Sebasti¨¢n con el apoyo del PNV, el PSOE, el PC y la UCD, ha tenido igualmente el respald¨® popular. Y ello con la aclaradora circunstancia de que sus principales organizadores -los partidos que han obtenido la mayor¨ªa en las elecciones de junio- apoyan la acci¨®n parlamentaria, proponen la negociaci¨®n pac¨ªfica con la Administraci¨®n Central, condenan la lucha armada y no extrapolan la justificada reivindicaci¨®n del estatuto de autonom¨ªa en la enloquec¨ªda perspectiva de una Euskadi unida e independiente formada por las cuatro provincias espa?olas y los tres, departamentos franceses.La cosa est¨¢ bien clara. Los votantes que acudieron a las urnas hace tres meses dieron un respaldo mayoritario a dos organizaciones -el PNV y el PSOE-, que defienden la amnist¨ªa total y la autonom¨ªa, pero que rechazan la lucha armada y aceptan el marco estatal espa?ol para sus instituciones de autogobierno. Los partidos de la izquierda abertzale, defensores de ETA y partidarios de la independencia, han tratado, maniobreramente, de desvalorizar los resultados electorales mediante. movilizaciones populares que supuestamente los anulaban. El razona miento era absurdo; y su falsedad ha quedado al descubierto cuando el PNV y el PSOE, junto con otras fuerzas parlamentarias, han demostrado con la manifestaci¨®n de San Sebasti¨¢n, que no s¨®lo pueden ganar limp¨ªamente las elecciones, sino que adem¨¢s est¨¢n en condiciones de sacar a la gente a la calle, en pie de igualdad con la izquierda abertzale, para pedir la amnist¨ªa y la autonom¨ªa.
Hace algunas semanas dos parlamentarios vascos, al parecer con vocaci¨®n parad¨®jicamente extraparlamentaria, hicieron suya la jactancia de un antiguo ministro de la Gobernaci¨®n al afirmar que la calle es nuestra. Siempre es peligroso hacer frases demag¨®gicas porque sus implicaciones escapan al control de quienes las pronuncian. En efecto, un sector de la izquierda abertzale trat¨® el pasado jueves de impedir, mediante la violencia. la manifestaci¨®n que demostraba precisamente que la calle es de todos. Los altercados produjeron decenas de heridos, incluidos dos diputados vascos, pero no lograron pese a la furia y a las agresiones de esos energ¨²menos, ocultar la evidencia: que los grupos extraparlamentarlos no tienen monopolio alguno sobre los movimientos de masas y que el PNV y el PSOE, adem¨¢s de los votos. poseen la misma o superior capacidad de convocatoria para sacar a la gente a la calle para pedir la amnist¨ªa y la autonom¨ªa. Los excesos han sido tan graves que un partido tan significado en el sector abertzale como EIA ha tenido que desautorizar a los reventadores. A esa condena se han sumado tambi¨¦n los dos parlamentarios autores de la desdichada frase.
Digamos, finalmente, que la exasperaci¨®n e irracionalidad de los agitadores que trataron de romper la manifestaci¨®n les lleva, por la propia dial¨¦ctica de su alucinamiento, a posiciones cada vez m¨¢s indistinguibles de la mentalidad autoritaria y antidemocr¨¢tica a la que presuntamente combaten. Curioso socialismo el de quienes insultan a los tr¨¢bajadores socialistas y comunistas con el ep¨ªteto de ?espa?olistas?; curioso esp¨ªritu democr¨¢tico el de quienes desprecian el resultado de las urnas, consideran in¨²tiles a los partidos (el grito de ?Euskadi unida no necesita partidos? es un hijo directo de la fobia franquista al pluralismo), y desconocen las funciones del Parlamento. Pero la actual din¨¢mica social en el Pa¨ªs Vasco parece condenarles al aislamiento. Porque es seguro que la amnist¨ªa total -si el Gobierno contin¨²a resisti¨¦ndose a promulgarla, es evidente que las Cortes terminar¨¢n por ,hacerlo- y la creaci¨®n de instituciones de autogobierno para el Pa¨ªs Vasco dentro del marco de un estatuto de autonom¨ªa dejar¨ªan sin base social a las tendencias extremistas del nacionalismo vasco.
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