Dos realizadores espa?oles: Gonzalo Herralde y Jaime Ch¨¢varri
ENVIADO ESPECIAL, Raza, el esp¨ªritu de Franco, es un documental de largometraje en el mejor sentido de la palabra, en el de la pura creaci¨®n, en torno a filme famoso entre nosotros. En torno a un filme que debi¨® servir de ejemplo a las familias espa?olas, enriquecido o anotado por recuerdos y opiniones de dos personajes afines a ¨¦l por razones diferentes: Alfredo Mayo, su protagonista, y Pilar Franco, hermana del autor guionista, es decir, de Francisco Franco Bahamonde.
En h¨¢bil contrapunto, del filme original a las opiniones y recuerdos de los dos personajes aludidos, se nos va revelando cuanto hay de la familia Franco en aquella pel¨ªcula que encierta manera marc¨® un hito en la historia de nuestro cine pol¨ªtico.Dejando hablar a sus protagonistas, a ratos con humor, a ratos justific¨¢ndose y en ocasiones al leve hilo de la pura an¨¦cdota, distanci¨¢ndolos en el tiempo o tray¨¦ndolos hasta momentos actuales, el realizador provoca la Iron¨ªa, el inter¨¦s, de lo trivial a lo trascendental con aparente facilidad, reconstruyendo un momento del acontecer inmediato de Espa?a que concluye con una manifiesta declaraci¨®n de principios que, como un c¨ªrculo cerrado, le hace acabar donde al principio comienza.
La vida de la familia Franco, por un lado, narrada por su ¨²ltimo miembro vivo todav¨ªa, sumada a la del h¨¦roe de tanto cine de ficci¨®n de nuestra posguerra, desmitificado hoy por sus propias palabras, ajenos avatares y el paso inevitable de los a?os, componen un mosaico fundamental para el conocimiento de cierto tipo de razones mal conocidas o vagamente expuestas que explican el devenir de los ¨²ltimos mornentos espa?oles. Sin una sola imagen documental de los d¨ªas a que el filme se refiere, con s¨®lo las secuencias de Raza y las palabras de ambos personajes, de Pilar Franco, sobre todo, Gonzalo Herralde ha sabido poner en pie un cap¨ªtulo reciente de historia que a todos nos ata?e de un modo u otro.
Una pel¨ªcula excelente, en suma, y sobre todo original, no por el tema en s¨ª, hoy que tantos realizadores se apresuran a ofrecernos su exclusiva versi¨®n de estos ¨²ltimos cuarenta a?os, sino por el tratamiento eficaz y en cierto modo objetivo, hasta donde tal tipo de expenencias permite y exige.
Jaime Ch¨¢varri, joven director que alcanz¨® en la pasada temporada un buen ¨¦xito con El desencanto, refrendado despu¨¦s a nivel rninoritario con el estreno de sus Viajes escolares, prosigue ahora su dif¨ªcil camino a trav¨¦s de filmes cada vez m¨¢s ambiciosos v exigentes. En gran manera ¨¦ste lo es, dif¨ªcil de tratar y original de presentar. A ese dios desconocido, este amor entre los hombres con ecos de Lorca, tema vidrioso en nuestra cinematograf¨ªa habitual, que salvo raros casos, ha procurado orillarlo hasta ahora.
Ese dios al que el protagonista busca en la carne y en el recuerdo a trav¨¦s de un retrato y una voz que recita sus versos en la noche, se nos muestra desde la iniciaci¨®n de la pel¨ªcula, en los d¨ªas de la guerra civil, como la gran raz¨®n de la existencia del personaje principal de una pasi¨®n oculta, o mejor escondida, que va de Granada del 36 hasta un Madrid actual, contempor¨¢neo,
A partir de unas cuantas im¨¢genes elementales, Jaime Ch¨¢varri ha sabido iniciar el camino del culto asu dios particular, con una secuencia de evocaci¨®n y nostalgia por el poeta muerto. Luego, pasando al momento presente, nos mostrar¨¢ al protagonista en otro instante fundamental escuchando o ampar¨¢ndose, en tanto se desnuda, a la sombra de una voz que recita sus versos.
Definida y dividida as¨ª la historia en el espacio y en el tiempo entre la Granada del 36 y el Madrid de los a?os setenta, la primera parte y la presencia del poeta condicionan el desarrollo de la historia, de un modo demasiado determinante, m¨¢s que l¨®gico. Impuesto en realidad por la voluntad de los autores.
Su ir y venir alo largo de un mundo ajeno y enemigo, lo lleva adelante H¨¦ctor Alterio en uno de sus trabajos m¨¢s brillantes, junto a Mari Rosa Salgado, excelente y aqu¨ª recuperada, o una Angela Molina adolescente. Escenas como la de la fiesta, fiesta real con su cante y su habanera, o la de la propuesta. matrimonial como un contrato de seguro mutuo, completan este viaje en busca de una propia entidad soterrada por el tiempo, camino de un desenlace que quedar¨¢ en el aire.
Quiz¨¢ un af¨¢n de ser m¨¢s expl¨ªcitos ahondando en el personaje, a lo largo de una historia ya de por s¨ª un tanto cerebral, complique en ocasiones su curso que con un tratamiento m¨¢s lineal perder¨ªa hermetismo ganando en calidad, lo mismo que los di¨¢logos. De todos modos, este filme notable, bajo apariencias m¨¢s o menos barrocas, expone m¨¢s all¨¢ de su discurso narrativo, un fondo escondido, ¨ªntimo y a la vez desesperado, donde la soledad ¨ªntima del hombre se nos muestra en su oscuro patetismo. Muy bien fotografiado por Teo Escamilla, tal como viene siendo habitual en ¨¦l, cuenta tambi¨¦n con una m¨²sica acertada, justa y excelente de Luis de Pablo.
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