Democracia contra terrorismo
Me parece un error la insistencia en la idea que el terrorismo es un peligro para la democracia.El caso concreto del terrorismo espa?ol halla sus autores m¨¢s que en aquellos que se opusieron ?de toda la vida? a la democracia y ahora intentan imbuir en los timoratos y biempensantes la idea de que democracia es sin¨®nimo, entre nosotros -la vieja teor¨ªa franquista sobre nuestros diablillos particulares-, de caos y crimen. Tambi¨¦n se interesan por esta pol¨ªtica del terror aquellos grup¨²sculos izquierdistas revolucionarios -por v¨ªa violenta- que se han visto desnudados por el peso de la democracia de todo apoyo popular, pues ¨¦ste se ha dirigido -en forma de votos- hacia los grupos que ofrec¨ªan un programa pol¨ªtico.
Reinsistiendo en mi idea dir¨¦ que es falso y abusivo ver como un ataque a la democracia cualquier acto terrorista. Esta sobrevaloraci¨®n de un mero crimen puede tener como consecuencia imaginar a la democracia como una tiern¨ªsima flor, cuya vida pende de cualquier estornudo asesino que la arranque de cuajo, puede tener como consecuencia que pensemos que el terrorismo es s¨ªntoma de que la democracia est¨¢ funcionando mal.
La democracia, como sistema pol¨ªtico que es, s¨®lo podr¨ªa ser desplazada por otro sistema pol¨ªtico que impusiera aqu¨¦l o aquellos que tuvieran el poder, por la v¨ªa que fuere. Los terroristas, obviamente, no tienen el poder, sino que se levantan contra ¨¦l. Si lo tuvieran, ya estar¨ªan en el poder y lo llamar¨ªamos acci¨®n de Estado, regresi¨®n, pero nunca terrorismo. El terrorismo ni siquiera es un peligro para el poder; le ayuda a consolidarse; aunque en una v¨ªa siempre autoritaria.
Si alg¨²n militar acaricia la idea del ?pinochetazo?, que no invoque el terrorismo como argumento; esto s¨®lo puede ser un pretexto; el terrorismo no es patrimonio de la democracia, esto ha sido comprobable durante la era franquista. El terrorismo es un s¨ªntoma de que la democracia funciona, y no de lo contrario.
Olvidemos el miedo. La democracia, nuestra forma de vida pol¨ªtica y ciudadana no se tambalear¨¢ m¨¢s que si nosotros creamos una psicosis de miedo. El mayor triunfo que podemos ofrecer a los terroristas es juzgar como grave cuanto est¨¢n haciendo. No me declaro indiferente ante la muerte de unos hombres, pero me niego a aceptar que un crimen pueda poner la convivencia espa?ola en peligro.
El mayor fracaso del terrorismo ser¨ªa ver que sus cr¨ªmenes aparecen en las p¨¢ginas de sucesos de los diarios y no en la primera p¨¢gina; que lo consideramos como una imperfecci¨®n m¨¢s de nuestra sociedad, pero no su verdugo. Todo esto al tiempo que exijamos una m¨¢s fruct¨ªfera labor por parte de la polic¨ªa, que habr¨¢ de controlar a los incontrolados y descontrolarse menos. El mayor peligro para el terrorismo es que la democracia contin¨²e.
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