Crep¨²sculo de la planificaci¨®n autoritaria
El Gobierno estudia en la actualidad la aprobaci¨®n de un nuevo Plan Energ¨¦tico Nacional que sustituir¨ªa al de 1975, que ha quedado anticuado en sus previsiones. Uno de los aspectos que quedan modificados en el nuevo PEN es el de la energ¨ªa nuclear, cuyas previsiones sufren sensibles modificaciones. En este cap¨ªtulo se expone cu¨¢l es la situaci¨®n de las previsiones del Plan-75 y las cr¨ªticas de los grupos ecologistas, as¨ª como los textos del anteproyecto del nuevo Plan.
El Plan Energ¨¦tico Nacional (PEN) que aprob¨® el Consejo de Ministros el 24 de enero de 1975 qued¨® convertido desde aquel momento en blanco predilecto de los cr¨ªticos energ¨¦ticos por los numerosos y visibles defectos que presentaba y por la feroz, a la vez que ingenua, pretensi¨®n nuclearizadora. Muy someramente puede establecerse una s¨ªntesis cr¨ªtica que alcance el meollo nuclear a nivel general y a nivel concreto.A) Defectos globales
- El PEN se concluy¨® en medio de la crisis generalizada por el embargo ¨¢rabe y el encarecimiento de los crudos procedentes de los pa¨ªses de la OPEP. Sin embargo, ?el planificador no se sinti¨® concernido por este hecho b¨¢sico y debi¨® pensar que Espa?a navegaba a salvo del zarandeo implacable que amenazaba hundir las econom¨ªas occidentales. Por esto, se cifraba el incremento del PNB en el per¨ªodo 1975-85 en el margen 5-6%; como consecuencia, el consumo de energ¨ªa primaria seguir¨ªa evolucionando con aumentos del 5,8-7 %.
- No se asumi¨® la necesidad de optar por un modelo de desarrollo que exigiese un inferior consumo energ¨¦tico.
- Tampoco se analizaron los costes reales (medidos en algo m¨¢s que en pesetas) de un sistema energ¨¦tico expansivo, caro, de tecnolog¨ªa de punta, de gran impacto ecol¨®gico y esencialmente dependiente del exterior.
- Qued¨® claramente ignorada la necesidad de introducir las nuevas energ¨ªas, inagotables y limpias.
B) El error nuclear
-El PEN institucionalizaba el p¨¢nico al petr¨®leo y abocaba en el culto desaforado a la energ¨ªa nuclear. De forma grotesca se ocultaban o falseaban los grandes inconvenientes que presenta el ciclo nuclear y que, en buena medida, est¨¢n corregidos y aumentados con respecto al petr¨®leo. La pretensi¨®n de reducir la dependencia del petr¨®leo, en 1985, a un 43 % solamente era posible mediante una nuclearizaci¨®n sin precedentes en ning¨²n otro pa¨ªs.
- La nueva dependencia, la de la energ¨ªa nuclear, se evaluaba en un 57,1 % al final del plan, en cuanto a producci¨®n de electricidad, y en un 23,4% en cuanto a energ¨ªa primaria. Se sustitu¨ªa una fuente por otra, con inflexi¨®n en 1975: del todo petr¨®leo se pasaba al todo nuclear (?A partir de 1985, y con excepci¨®n de las provincias extrapeninsulares -dec¨ªa el texto- todos los incrementos de energ¨ªa se cubrir¨¢n con centrales nucleares?).
- La ?diversificaci¨®n? de fuentes que se buscaba solamente contemplaba el auge" de lo nuclear y del gas natural, considerando ¨¦ste ¨²ltimo -no se sabe bien por qu¨¦como excluido a los sobresaltos tipo petr¨®leo. A la energ¨ªa nuclear se la naturalizaba ?nacional=, sin fundamento.
- Los costes nucleares no se evaluaban a la luz de la nueva situaci¨®n energ¨¦tica, como si el alza de los crudos y la inflaci¨®n resultantes no fuesen a alcanzar tambi¨¦n al combustible nuclear y a las plantas energ¨¦ticas. En tres a?os se han cuadruplicado los precios del concentrado de uranio (de diez d¨®lares la libra ha pasado a cuarenta) y lo mismo ha sucedido con las instalaciones fijas.
- Los problemas t¨ªpicos de la energ¨ªa nuclear -seguridad, contaminaci¨®n, repulsi¨®n, terrorismo, etc¨¦tera- no merecieron consideraci¨®n, pese a que ya acaparaba la actualidad la oposici¨®n ciudadana en todos los pa¨ªses desarrollados.
- En concreto, no fue tenido, en absoluto, en cuenta el hecho de que ya en Espa?a, en aquel momento de principios de 1975, siete nuevos proyectos de un total de diecisiete se enfrentaban a serios problemas de parte de poblaciones y Ayuntamientos.
- Quedaba, como consecuencia, fuera de cualquier consideraci¨®n la inminencia y la necesidad de un mayor protagonismo de los municipios y regiones en la aceptaci¨®n de estos proyectos. Era un plan impuesto, t¨ªpicamente autoritario.
- No hab¨ªa normas oficiales sobre emplazamientos, mientras en el terreno de los hechos no se respetaba la escasa y ambigua legislaci¨®n existente. Adem¨¢s, la Administraci¨®n compadreaba descaradamente ¨¦on las empresas el¨¦ctricas promotoras, de espaldas a los ciudadanos afectados. La Junta de Energ¨ªa Nuclear, intocable, resultaba incapaz para atender a un programa tan ambicioso.
- Se sobrevaloraba, hasta el rid¨ªculo, la capacidad nacional para ir asimilando o introduciendo las diversas etapas del ciclo nuclear. As¨ª, se se?alaba que en 1977 se deber¨ªa iniciar la fabricaci¨®n de elementos combustibles, y en 1978, la construcci¨®n de una planta de reprocesado del combustible irradiado.
- Las previsiones acerca del incremento del recurso a la energ¨ªa nuclear ven¨ªan a respaldar ?a posteriori? los numerosos proyectos que ya hab¨ªan lanzado las compa?¨ªas privadas. En n¨²mero de proyectos nos coloc¨¢bamos en cabeza del mundo, en valores relativos. Esto contribuy¨® al incremento de la contestaci¨®n, por la imposibilidad social de aceptar ese ?liderazgo?.
- Nada se dec¨ªa sobre la gesti¨®n de los residuos radiactivos.
En definitiva, el PEN de 1975 resultaba disparatado, tendencioso y extremadamente antidemocr¨¢tico: respond¨ªa a una situaci¨®n dictatorial y fue elaborado por mediocres. Los intereses que le dieron forma echaron c¨¢lculos err¨®neos.
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