La Generalitat y el poder econ¨®mico de Madrid
Este mes de febrero est¨¢ presenciando una serie de esfuerzos para dotar de contenido operativo a la autonom¨ªa provisional de Catalu?a a la espera de que la nueva Constituci¨®n del Estado permita la definitiva vertebraci¨®n de las competencias otorgadas en exclusiva o en forma compartida a los Gobiernos central y auton¨®micos de las diferentes nacionalidades y regiones espa?olas que alcancen un estatuto regional.Tales esfuerzos consisten en las reuniones de las comisiones mixtas de traspaso de servicios, Gobierno central-Generalitat y diputaciones-Generalitat, y en la progresiva estructuraci¨®n de lo que empieza a ser embrionaria maquinaria de gobierno de la Generalitat.
No hay duda de que el proceso de vertebraci¨®n del gobierno de Catalu?a ha ido r¨¢pido desde que el Bolet¨ªn Oficial, del 5 de octubre, reinstaurara provisionalmente la Generalitat.
El pasado 5 de diciembre se hizo p¨²blica la lista del gobierno auton¨®mico, el 7 del mismo mes, se creaba la Secretar¨ªa General de la Presidencia de la Generalitat, el 16 de diciembre, se conoc¨ªa la composici¨®n de las comisiones mixtas para trasvase de servicios en favor de la nueva Generalitat, el 7 de enero, se creaba el Servicio Central de Estad¨ªstica y Documentaci¨®n, el 9 de enero, se publicaba el programa de gobierno del Consell Executiu, y el 12, se nombraba el Consejo de Direcci¨®n del Instituto de Investigaciones Econ¨®micas.
Tanto el presidente Tarradellas como los miembros de su Gobierno han desarrollado en este lapso de tiempo un intenso programa de contactos, con lo que -en la terminolog¨ªa de otras ¨¦pocas- se hubiera denominado las fuerzas vivas catalanas.
Tales contactos se han ido haciendo bajo la idea de que las decisiones de gobierno deben evitar al partidismo y bajo la idea realista de que, hoy por hoy, es mucho m¨¢s importante lo que decide la Administraci¨®n central que el ritmo y el estilo que pueda imponer a nivel catal¨¢n la gesti¨®n de la Generalitat, la reciente visita a Barcelona de una serie de altos funcionarios del Ministerio de Obras P¨²blicas pone bien de manifiesto tal situaci¨®n de t¨¢ctica superioridad de la Administraci¨®n central en relaci¨®n a los escasos medios de la Generalitat, y lo mucho que deber¨¢ presionarse en la comisi¨®n de traspaso de servicios para que realmente cambie la actitud.
D¨ªr¨ªase que en el ¨¢nimo de los administrados pesa como una pesada losa la tradici¨®n de fuerte dependencia de la Administraci¨®n de Madrid, y que el tema del Gobierno catal¨¢n es considerado como menos importante por quienes tienen que adoptar d¨ªa a d¨ªa decisiones en seno de las empresas o de las centrales patronales o sindicales.
Por esta raz¨®n me parece que es fundamental que la Generalitat haga lo posible para vencer este escepticismo inicial respecto a lo que va a poder hacer realmente en el futuro para poner un poco de orden al crecimiento de la econom¨ªa catalana y que se apoye lo m¨¢s posible en las instituciones econ¨®micas existentes para completar las pocas posibilidades de servicio que le otorga su hasta ahora limitad¨ªsimo presupuesto de doscientos millones de pesetas.
En Catalu?a, precisamente, existe una rica gama de instituciones que tienen la virtualidad de haber aglutinado los pocos esfuerzos aut¨®nomos de estudio y an¨¢lisis de la econom¨ªa catalana que han existido durante toda la ¨¦poca franquista.
En este sentido creo que Catalu?a tiene muchas m¨¢s posibilidades de que el traspaso de servicios, sea m¨¢s rico que el posible en otras zonas de Espa?a en donde el desierto de instituciones de tal ¨ªndole es casi completo y en donde un llamamiento del Gobierno auton¨®mico en favor del soporte a su gesti¨®n -como el hecho por la declaraci¨®n program¨¢tica del Consell Executiu de la Generalitat del 9 de enero- tropezar¨¢ con la falta de entes intermedios operantes capaz de -sumados al Gobierno auton¨®mico- contrabalancear el sesgo psicol¨®gico de los administradores a seguir considerando que esto de los gobiernos regionales es un entretenimiento pol¨ªtico y lo que realmente sigue contando es lo que se decida en Madrid dentro o fuera de las p¨¢ginas del Bolet¨ªn Oficial del Estado.
La gesti¨®n de los entes auton¨®micos debe, ante todo, ser respaldada por quienes ser¨¢n los administradores de ellas y ser¨ªa muy peligroso que una parte de dichos administrados prefiera confiar en la Administraci¨®n central que en la administraci¨®n auton¨®mica.
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