Ej¨¦rcito, democracia y Constituci¨®n
Comandante del Ej¨¦rcitoRecientemente hemos podido leer un art¨ªculo de contenido realmente infrecuente en la prensa civil: el titulado ?El Ej¨¦rcito, Instituci¨®n? (Ya, 11-2-78), cuyo autor, Canevia, acreditado comentarista en el ¨¢mbito de la tem¨¢tica militar, proyecta sobre nuestro Ej¨¦rcito un enfoque a la vez respetuoso y desmitificador que, a nuestro juicio, resulta particularmente necesario en el momento presente, a la hora de consolidar una sana, realista y entra?able relaci¨®n Ej¨¦rcito-sociedad, susceptible de beneficiar a ambas partes por igual.
Comienza Canevia afirmando que, por el propio bien del Ej¨¦rcito, es preciso prescindir de aquel servil y adulador concepto tan largamente vigente en los medios pol¨ªticos y period¨ªsticos del pa¨ªs, y que podr¨ªa resumirse en esta frase: ?Los militares no se equivocan jam¨¢s.? Frase que describe, por s¨ª sola, ese fen¨®meno que otro habitual comentarista, Juan de Riaza, llamaba no hace mucho ?temor reverencial? al Ej¨¦rcito por parte del estamento civil.
Frente a esta postura de servilismo y temor reverencial, tan alejada de la verdadera lealtad, Canevia afirma, entre otras cosas igualmente sustanciosas: Individual y corporativamente, los militares son susceptibles de equivocaci¨®n. (Los subrayados son nuestros.) La verdad es que muchos militares se equivocaron en sus juicios sobre la situaci¨®n y el futuro de Espa?a. No ten¨ªan tomado el pulso a nuestro pueblo. ?Se equivoc¨® individualmente un gran n¨²mero de militares, como se equivocaron no pocos componentes de otras instituciones. La caracter¨ªstica de ciertos cuerpos sociales no ha sido precisamente la visi¨®n pol¨ªtica de sus miembros.?
Pero el comentarista concreta m¨¢s a¨²n el fen¨®meno, al afirmar: ?La verdad es que los militares, como los pueblos, se equivocan muchas veces. Errores colectivos que, vistos con perspectiva hist¨®rica, parecen incre¨ªbles, se apoderan a veces de una generaci¨®n (nacional o profesional). Con frecuencia, cuanto m¨¢s, incomprensibles, nos parecen esos errores, m¨¢s llegaron a convertirse en fanatismo nacional o de clase. Inteligencias brillantes se ponen al servicio de la fatalidad, ideando argumentos atractivos que fortalecen el error.?
Lo que ocurre -viene a decirnos, en resumen, Canevia- es que, por mucho que un ej¨¦rcito se equivoque individual y colectivamente en sus valoraciones pol¨ªticas, cuando sus miembros est¨¢n dotados de cualidades militares tan valiosas como la disciplina y la fidelidad al mando supremo de la naci¨®n, en un grado tan admirable como el que actualmente caracteriza a los profesionales de nuestro Ej¨¦rcito, acaban prevaleciendo en ¨¦l, para bien de la patria, la unidad y la correcta subordinaci¨®n al cumplimiento de su deber institucional. Y ello con independencia de las diversas opiniones individuales de sus miembros. Partiendo de esta base, pide Canevia que nuestro Ej¨¦rcito sea apreciado, valorado y respetado por sus verdaderas cualidades -esa disciplina y esa lealtad- y no por esa supuesta infalibilidad que algunos le atribuyen, con tanta frecuencia como escasa justificaci¨®n.
Dicho de otra forma: hagamos que nuestro Ej¨¦rcito sea valorado por sus verdaderos m¨¦ritos, pero sin inventarle cualidades sobre naturales que ninguna colectividad humana ha pose¨ªdo jam¨¢s. Hacerlo as¨ª ser¨ªa mentir, y -tal como dice Canevia- ?la mentira halagadora genera corrupci¨®n?. Por ¨²ltimo, concluye en la parte final de su largo articulo: ? Es un error reaccionario pensar que a los ej¨¦rcitos no se les debe criticar. Lo que no se debe hacer con ellos es critica destructiva. Esto no lo hace nadie con sentido com¨²n en ning¨²n pa¨ªs. Pero la verdadera critica, la que ayuda a perfeccionar las instituciones, es ¨²til y necesaria. Creer que un ej¨¦rcito como, el espa?ol no la soporta es ofenderlo??
Perd¨®nesenos la reiterada cita, pero creemos que merec¨ªa la pena subrayar, incluso enf¨¢ticamente, la idea central del aludido trabajo, tanto por su realismo, validez y plena oportunidad, como, por la s¨®lida apoyatura que proporciona a la tesis que a continuaci¨®n nos proponemos desarrollar.
Necesaria concordancia Ej¨¦rcito-sociedad
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.