Preautonom¨ªa, ?pero qu¨¦ clase de autonom¨ªa?
La pol¨ªtica preauton¨®mica del Gobierno Su¨¢rez ha llegado al Pa¨ªs Valenciano, y con esa denominaci¨®n, precisamente, que tanto irrita a los del ?regionalismo bien entendido?, metida en el ?paquete? de Galicia, Arag¨®n y Canarias. ?Se trata de una conquista de nuestros parlamentarios? ?Hay que atribuirlo a la movilizaci¨®n de seiscientas mil personas el 9 de octubre de 1977? ?Por qu¨¦ sali¨® tanta gente a la calle aquella tarde con su pol¨¦mica de la ma?ana en la que los manipulados falleros, y los de la continuidad a todo trance, intentaron sin ¨¦xito hacer correr por su molino el agua del sentimiento auton¨®mico? ?Y qu¨¦ sentimiento es ese?Despu¨¦s de los clandestinos Estatus d'Elx y del Consell, y despu¨¦s de la tenacidad nacionalista imponiendo la reivindicaci¨®n en todas las ?plataformas? m¨¢s o menos clandestinas y ?unitarias?, los partidos ?de ¨¢mbito del Estado espa?ol?, es decir, los ¨²nicos que iban a tener vela en la procesi¨®n democr¨¢tica, hicieron suyo este objetivo, lo que oblig¨® al ayuntamiento heredado del franquismo a reclamar a su vez, con todo g¨¦nero de cautelas y limitaciones, una parodia de estatuto donde se hac¨ªan las consabidas declaraciones de no ?separarse?, de ser ?solidarios? con todas las ?regiones?, de no querer unirse a ninguna otra por lim¨ªtrofe que sea, etc¨¦tera. Por no pedir no se ped¨ªa ni el derecho a ense?ar el llamado, para no suscitar la ?reacci¨®n? -en el m¨¢s amplio sentido de la palabra- idioma del valencians, es decir, la forma dialectal del catal¨¢n que utilizamos, con diversas variantes para las diversas comarcas, desde el Cenia al Segura, m¨¢s o menos.
Por su parte, la Diputaci¨®n, en lugar de guardar un discreto silencio hasta que llegue la sustituci¨®n de quienes la componen por designaci¨®n -como el Ayuntamiento del cap i casal- ha pedido reiteradamente a todas las instancias, incluida la Jefatura del Estado, que se defina ?la personalidad y caracter¨ªsticas propias de la regi¨®n valenciana?, es decir, que se diga que el valenciano no es catal¨¢n, que la senyera ha de llevar la franja azul; que nunca los valencianos han tenido que ver con el resto de los pa¨ªses catalanes -definici¨®n nefanda, como es bien sabido- y etc¨¦tera.
Lo que se ventila
La historia lamentable de todas esas reivindicaciones al rev¨¦s, es decir, de todas esas autolimitaciones -con detalles tan pintorescos como los del bunker de mi pueblo, Castell¨®n, que para diferenciarse del resto de los pa¨ªses catalanes pero tambi¨¦n de los valencianos de Valencia, aunque sean cong¨¦neres de bunker, ponen en la senyera una franja... verde, en lugar de azul- no han influido poco ni mucho en esa llegada de la preautonom¨ªa que toca a todos los que la pidan como la manera m¨¢s h¨¢bil de que en realidad no le toque a nadie. Es decir, que no se trata de que las nacionalidades con su historia interrumpida -a partir del Decret de Nova Planta, puedan continuarla, sino que se trata de acallar sentimientos con la repetici¨®n de un modelo ¨²nico para todos los entes auton¨®micos que ni siquiera van a configurar un Estado regional, como pide el mimetismo profesoral de alg¨²n te¨®rico de repetici¨®n.
Y bien, ya estamos en la ?preautonom¨ªa? de no se sabe bien qu¨¦ ?autonom¨ªa?. Habr¨¢, seguramente, un modelo que no diferenciar¨¢ poco ni mucho a los ?territorios aut¨®nomos? ni siquiera en los casos de precedente efectivo. Porque de lo que se trata es, justamente, de diluir en la generalizaci¨®n cualquier singularidad. Ese es uno de los objetivos m¨¢s claros de la lluvia auton¨®mica que se ha derramado sobre todas las... ?c¨®mo se llamar¨¢n por fin? Poco vivir¨¢ el que no lo vea en la Constituci¨®n que va a empezar a discutirse en el Parlamento.
Por aqu¨ª, la preautonom¨ªa ni siquiera resolver¨¢ lo que no puede llamarse pol¨¦mica sobre la naturaleza hist¨®rica del que oficialmente se llama ya Pa¨ªs Valenciano, sobre su identidad cultural, sobre los colores que no hay que a?adir a la senyera. Porque en absoluto hay que creer que se discute sobre lo que parece. La cuesti¨®n de fondo es otra. La cuesti¨®n de fondo, con el concurso de una manipulaci¨®n s¨®lo explicable sobre la base de la Ignorancia acerca de La historia que ens han amagat, es la de que sigan o no donde est¨¢n -ellos o los de su misma conjunci¨®n de intereses- los que no han dejado de estar los ¨²ltimos cuarenta a?os y m¨¢s todav¨ªa, los ¨²ltimos 270 a?os, bien mirado. Y est¨¢ por ver si los partidos ganadores de las elecciones del 15 de junio entienden de qu¨¦ va la cosa y se dan cuenta de que no es una cuesti¨®n de colores en la senyera y denominaci¨®n del idioma, del territorio, etc¨¦tera, lo que se ventila, sino que se cierre o que contin¨²e abierto el cap¨ªtulo de los ¨²ltimos cuarenta a?os.
Un petardo en las manos de los parlamentarios
De uno de los dos partidos mayoritarios ya se sabe que est¨¢ escindido entre los que se han acogido a ¨¦l para ?continuar? y los que han entrado en una suma con el poder, procedentes de la renovaci¨®n. ?Y del otro? El otro parece haber empezado a entender que es imposible no tomar partido. Aspiran a sustituir un d¨ªa u otro a quienes ahora ejercen de mayoritarios y no pueden ser, por consiguiente, id¨¦nticos a ¨¦l. Est¨¢n recibiendo en sus filas el refuerzo aut¨®ctono de los nacionalistas que conf¨ªan m¨¢s en la colaboraci¨®n que en la resistencia, y representan, con la complaciencia o la resignaci¨®n de los representados, la otra opci¨®n probable. Lo dem¨¢s, la restante opci¨®n parlamentaria de izquierda y las opciones de los que ni siquiera han llegado, es para m¨¢s tarde, sin que deje de ser importante -en el terreno sindical, por ejemplo, en el de las organizaciones c¨ªvicas de base, etc¨¦tera-, su influencia, y por tanto, sus posibilidades de conducir, de alguna manera, el juego pol¨ªtico en un camino determinado.
La preautonom¨ªa es hoy -como la autonom¨ªa ser¨¢ ma?ana- una formalidad. Pero ?se puede hacer otra cosa que intentar convertirla en la m¨¢xima realidad posible? Es el ¨²nico camino si no se quiere que estalle como un petardo en las manos de los parlamentarios. Porque van a recibir quejas, peticiones, etc¨¦tera, de quienes creen que las atribuciones preauton¨®micas hoy y auton¨®micas ma?ana son reales y no formales. Habr¨¢n de forzar las costuras del modelo para meterle dentro realidad digamos que infraestructural, cara al futuro, con la normalizaci¨®n del idioma postergado tantos siglos; con el inventario de los recursos naturales para saber qu¨¦ hay que controlar cuando haya posibilidad de control; con el ensanchamiento de atribuciones y de recursos para hacerlas efectivas, etc¨¦tera.
Una inmensa tarea que exige tomar partido para no perder el tiempo en rechazar acusaciones fantasmag¨®ricas que pretenden limitar la autonom¨ªa a una cuesti¨®n representantiva a fin de que nada cambie mediante la apariencia de que algo ha cambiado. Es decir, se trata de que cambie algo, realmente, por poco que sea, y sobre todo, que cambien los que han estado en la escena cuarenta a?os y quieren que sigan estando los herederos de sus intereses. De clase, naturalmente.
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