"Transportes debe integrarse en Obras P¨²blicas a corto plazo"
Pregunta. La estructuraci¨®n actual de su Ministerio obedece a una serie de exigencias pol¨ªticas planteadas durante la reestructuraci¨®n ministerial que culmin¨® el 4 de julio. ?C¨®mo se concibi¨® la idea de aglutinar Obras P¨²blicas y Urbanismo y cu¨¢les son las posibilidades de nueva transformaci¨®n en este Ministerio?Respuesta. Durante los pasos previos a la ¨²ltima reforma de la Administraci¨®n del Estado se estudi¨® y propuso por los expertos que el Ministerio de Transportes y Comunicaciones dependiera directamente del Ministerio de Obras P¨²blicas y Urbanismo a trav¨¦s de una Secretar¨ªa de Estado. Por razones pol¨ªticas, en la formaci¨®n del Gobierno de 5 de julio del pasado a?o, el presidente decidi¨® posponer esa integraci¨®n para m¨¢s adelante. Desde mi punto de vista esta coordinaci¨®n e interdependencia entre ambos ministerios debe producirse, sin embargo, a muy corto plazo, y en este sentido hay que decir que contamos con precedentes en otros pa¨ªses como Inglaterra y Francia. Y supongo que no tengo que aclarar que esa coordinaci¨®n nada tiene que ver con mi posible permanencia al frente de ese superministerio.
La creaci¨®n de un superministerio de esta naturaleza plantear¨¢ sin duda problemas pol¨ªticos, puesto que es previsible que se desencadene una batalla de competencias administrativas porque quien ordene el territorio condicionar¨¢ otras muchas decisiones econ¨®micas.
Creo que esta visi¨®n unitaria es clave para abordar con una cierta eficacia y racionalidad los problemas d¨¦ infraestructura que se generan en un pa¨ªs moderno. Pero conviene hacer, sin embargo, referencia a otros dos aspectos que responden a otras tantas dificultades que surgir¨¢n a lo largo de este proceso de integraci¨®n.
Por una parte, la organizaci¨®n del territorio con car¨¢cter unitario plantea el problema de la previsible reacci¨®n de las entidades auton¨®micas que tendr¨¢n a su vez la tentaci¨®n leg¨ªtima de ordenar su propio territorio sin interferencias de la Administraci¨®n central. Hay que aceptar, pues, que vamos a convivir con una situaci¨®n poco dogm¨¢tica. Que no ser¨ªa realista pretender ordenar el territorio sin un proceso previo de debate p¨²blico y de entendimiento entre el Estado y los territorios auton¨®micos y que, en consecuencia, este proceso puede durar algunos a?os. En definitiva, el Estado deber¨ªa tratar de coordinar las iniciativas que se planteen desde las regiones al mismo tiempo que un planeamiento global de la ordenaci¨®n de todo el territorio del pa¨ªs.
Por otra parte, existe el condicionante de que dentro de la propia Administraci¨®n del Estado no hay conciencia de la importancia de la ordenaci¨®n del territorio. Es por ello por lo que la implantaci¨®n de estas ideas llevar¨¢ tiempo, porque existe una serie de compartimentos estancos en la Administraci¨®n, que defiende sus propias competencias desde una concepcii¨®n del poder que responde a la etapa pol¨ªtica anterior. Sin embargo, desde una pol¨ªtica de partido veo perfecta mente factible llegar a esa visi¨®n realista de vasos comunicantes entre diferentes ministerios y organismos. Porque ahora el MOPU tiene competencias que interfieren con las de otros ministerios como el de Econom¨ªa, Industria, Agricultura, Comercio y Turismo y Cultura.
Por ejemplo, en el tema de los servicios hidr¨¢ulicos -de importancia vital para la ordenaci¨®n del territorio- se producen y se pueden producir en el futuro, problemas de dif¨ªcil soluci¨®n, ya que hay zonas de competencia en las aguas -subterr¨¢neas entre este Ministerio y el de Industria, problemas que pueden agravarse en raz¨®n de las competencias entre cuerpos profesionales distintos. Del Ministerio de Agricultura depende el IRYDA, algunas de cuyas actividades y funciones se mueven en el ¨¢mbito del medio ambiente. Comercio y Turismo ejerce su actividad en la urbanizaci¨®n de zonas tur¨ªsticas y en el ¨¢mbito de la construcci¨®n de puertos deportivos. La direcci¨®n del patrimonio hist¨®rico-art¨ªstico depende del Ministerio de Cultura, mientras que las direcciones generales de Arquitectura y de Urbanismo, que dependen del MOPU, tienen atribuidas competencias que pueden solaparse. Con el Ministerio de Econom¨ªa existen zonas de posible conflictividad en materia de ordenaci¨®n y acci¨®n territorial. Todas estas interferencias repercuten de hecho en la eficacia y operatividad de los organismos del Estado.
P. Esta teor¨ªa, que culminar¨¢ con la creaci¨®n del Ministerio de Ordenaci¨®n del Territorio, supondr¨ªa la inversi¨®n de una considerable cantidad de tiempo y contrasta bastante con la urgencia que genera esa sensaci¨®n de provisionalidad que parece flotar en el ambiente del actual equipo ministerial.
R. S¨ª, ciertamente ese ser¨ªa el tercer punto a tener en cuenta para el desarrollo de estas ideas. La provisionalidad de la vida pol¨ªtica, como consecuencia de las tensiones del momento que vivimos, hacen que los equipos directivos de los ministerios se sientan acuciados por los problemas inmediatos y tengan, a veces, que resolverlos con precipitaci¨®n y pierdan de vista una perspectiva m¨¢s general. Todos tratamos de superar este clima y, desde la Subsecretar¨ªa de Ordenaci¨®n del Territorio, se est¨¢ haciendo un planteamiento general que quisi¨¦ramos ver terminado a finales de junio, para dejar sentadas las bases de una pol¨ªtica de ordenaci¨®n del territorio y desarrollo de la infraestructura a medio y largo plazo. Con la estructura actual de MOPU, sin embargo, es muyo dif¨ªcil gobernar con el m¨¢ximo de eficacia.
'A veces se utiliza el urbanismo como bandera pol¨ªtica'
P. Hace meses que comenzaron las reuniones de t¨¦cnicos del MOPU con representantes de partidos pol¨ªticos y parlamentarios madrile?os que, en parte, pueden suponer un conocimiento sobre la acept aci¨®n o rechazo que esta forma de plantear su pol¨ªtica supone para los diferentes partidos. ?Cu¨¢l es la colaboraci¨®n que espera de los partidos sobre su pol¨ªtica urban¨ªstica?
R. Todos los partidos pol¨ªticos han adquirido conciencia de la gravedad de los problemas urban¨ªsticos y algunos de ellos cuentan con hombres destacados, con profesionales expertos en la definici¨®n de esa pol¨ªtica a medio y largo plazo. Pero sigue siendo verdad, sin embargo, que el urbanismo, a.nivel pol¨ªtico, es de esos temas de los que todo el mundo puede hablar, que todo el mundo puede tocar superficialmente en una conversaci¨®n y muy pocos saben realmente delo que est¨¢n hablando. Muchas veces el urbanismo es simplemente una bandera pol¨ªtica donde se mezcla la demagogia con la denuncia de situaciones hist¨®ricas dif¨ªcilmente reversibles. Y otras veces se plantea sobre la base de soluciones financieras imposibles por falta de realismo o desde esquemas te¨®ricos de muy escasa viabilidad.
Yo dir¨ªa que contamos en Espa?a con profesionales tan capaces como puede haberlos en el extranjero, pero carecemos todav¨ªa de medios presupuestarios para afrontar con realismo los problemas que resultan de tantos a?os sin urbanismo y que s¨®lo en la medida en que los partidos pol¨ªticos hagamos con realismo esta labor y en la medida tambi¨¦n en que la opini¨®n p¨²blica presione sobre la burocracia del Estado y de los municipios podr¨ªamos cambiar sustancialmente la tendencia de estos ¨²ltimos a?os.
P. Esta posibilidad de hacer demagogia a la que alude, ?no puede volverse contra un Ministerio que se llama de Urbanismo, por primera vez, y no de Vivienda?
R.En materia de urbanismo no hay que hacerse excesivas ilusiones a corto plazo, y comprendo que esta afirmaci¨®n puede desatar muchas cr¨ªticas, pero en pol¨ªtica hay que ser realista. El urbanismo en nuestro pa¨ªs est¨¢ muy condicionado por la historia pasada, y pensar que Madrid, Barcelona, Ciudad Real o Valladolid vayan a convertirse en ciudades m¨¢s confortables en un tiempo breve es imposible, porque el deterioro que se ha producido es de tal naturaleza que modificar la tendencia que ha conducido a esta situaci¨®n llevar¨¢ a?os y costar¨¢ much¨ªsimo dinero. Realmente es dif¨ªcil comprender, y mucho m¨¢s dif¨ªcil justificar, que ciudades como Albacete o Ciudad Real hayan crecido verticalmente en una inmensa llanura, en una planicie de tierra de muy bajo costo porque era relativamente poco rentable. Esta forma de actuci¨®n es un disparate y sin una filosof¨ªa urban¨ªstica nueva es dif¨ªcil que cambie el panorama.
P. ?Cu¨¢l es esa tendencia nueva que usted quiere implantar?
R. En el urbanismo caben de hecho dos alternativas. De una parte, el urbanismo libre, que es tanto como decir la falta de urbanismo y cuyo ejemplo claro es el que se practica en Estados Unidos, donde existe poco planeamiento a nivel central y local y donde los problemas se resuelven con inversiones masivas p¨¢ra facilitar los problemas de accesos y equipamiento que, previamente, ha causado un crecimiento libertarlo, no sujeto a m¨®dulos. Evidentemente, este urbanismo se lo pueden permitir naciones con amplias disponibilidades de suelo y econom¨ªa suficiente.
De otra parte, existe el urbanismo controlado, que se practica en Europa occidental y cuyo modelo podr¨ªa ser Gran Breta?a, en el que existe un planeamiento estricto. Creo que en nuestro pa¨ªs hay que ir a un modelo que cuente con la opini¨®n p¨²blica y concretamente con los vecinos, que deben ser quienes elijan el entorno en que quieren vivir y su desarrollo futuro. El proceso de planificaci¨®n exige tiempo y no basta con el trabajo de los equipos t¨¦cnicos del Ministerio. Hay que dotar a los municipios de recursos t¨¦cnicos y financieros porque el planeamiento hay que hacerlo in situ.
'Los ciudadanos reaccionan antes que los ayuntamientos'
P. ?A qu¨¦ se debe el que durante a?os los municipios hayan actuado sin planificac i¨®n de ning¨²n tipo?
R. Han Influido muchas circunstancias: por una parte, era m¨¢s r¨¢pido y m¨¢s f¨¢cil para ellos actuar de esta forma. Las ciudades ten¨ªan que crecer y hab¨ªa que construir m¨¢s casas sin pensar en las consecuencias. Esta inhibici¨®n coincid¨ªa con la filosof¨ªa pol¨ªtica del pa¨ªs en aquel tiempo, la filosof¨ªa del crecimiento a cualquier precio, porque no hab¨ªa tiempo para pararse a filosofar. En los ultimos a?os, ante los graves problemas consecuentes de esa filosof¨ªa, se ha empezado a pensar en la necesidad de ordenar el crecimiento y a ellos ha colaborado la exigencia de unos ciudadanos que piden un habitat m¨¢s humano y m¨¢s racional. Aqu¨ª hay que a?adir que las circunstancias del cambio han favorecido sin duda, han hecho posible esta nueva actitud ciudadana, que anteriormente se enfrentaba con el muro de la Administraci¨®n y de los intereses creados. Los ciudadanos han reaccionado siempre antes que las corporaciones locales, porque, evidentemente, tambi¨¦n influy¨® en el crecimiento desordenado el c¨²mulo de intereses de muchos propietarios del suelo que, sin planeamiento, ten¨ªan mayores posibilidades de especulaci¨®n. Ahora es precisamente cuando empieza a saberse el coste de esa pol¨ªtica urban¨ªstica, mejor dicho, de esa falta de pol¨ªtica.
Por otra parte, no se puede ocultar que los ayuntamientos de much¨ªsimos pueblos y ciudades espa?olas estaban controlados, lo est¨¢n todav¨ªa, por los propios propietarios del suelo y por los intereses econ¨®micos. Lo que no debe sorprender porque la simbiosis entre la pol¨ªtica y las finanzas en nuestro pa¨ªs han sido una de las caracter¨ªsticas de la etapa pol¨ªtica anterior.
P. Madrid acaba de estrenar alcalde de UCD. ?Qu¨¦ piensa hacer UCD con Madrid ahora que dispone de un hombre del partido en la alcald¨ªa y en teor¨ªa no debe haber enfrentamientos entre ¨¦ste y el Ministerio?
R. Coplaco es un organismo de planificaci¨®n superior que impulsa y controla el planeamiento a nivel provincial, sin intereses particulares en ning¨²n municipio del ¨¢rea de su influencia.
El Ayuntamiento de Madrid, debido a su importancia, ejerce una influencia muy grande en otros municipios y es l¨®gico que existan algunas discrepancias entre un organismo cuya ¨®ptica es m¨¢s local y la de Coplaco, que es global y de equilibrio entre todos los municipios.
Quiz¨¢ ha habido falta de coordinaci¨®n en el pasado, problema que estoy seguro ser¨¢ corregido en un futuro inmediato. De todas formas, siempre existir¨¢n puntos de vista diferentes por el protagonismo del Ayuntamiento de Madrid dentro del Area Metropolitana y la visi¨®n global y de s¨ªntesis que necesariamente debe ser el objetivo de un organismo como Coplaco.
La colaboraci¨®n entre el Ministerio de Obras P¨²blicas y Urba nismo y el Ayuntamiento consistir¨¢, en principio, en tratar de definir qu¨¦ debe ser Madrid entro del esquema de la regi¨®n centro.
En el terreno econ¨®mico nuestra colaboraci¨®n puede ser escasa, al margen de continuar la ya iniciada con el anterior alcalde de Madrid en temas como el plan de sanea miento integral. En esta misma l¨ªnea esperamos concertar con el Ayuntamiento inmediatamente un plan de la red arterial de Madrid, as¨ª como un plan de viviendas conjuntas que sirva para paliar en parte este problema. Yo me permitir¨ªa decirle desde aqu¨ª al alcalde que no espere dinero del Ministerio de Obras P¨²blicas y Urbanismo, porque yo muchas veces estoy tentado de ped¨ªrselo a ¨¦l.
'Hay qu¨¦ delimitar las competencias administrativas'
P. ?Qu¨¦ criterios se seguir¨ªan para delimitar el ¨¢rea regional de influencia urban¨ªstica?
R. Yo establecer¨ªa aqu¨ª dos series de problemas. De una parte, los que se derivan de una estructura administrativa a¨²n por definirse en el sentido de que no existe la coordinaci¨®n a que antes he hecho referencia entre los ministerios, y, por otra, los que pueden producirse entre este Ministerio, los gobiernos civiles y los ayuntamientos. Esta falta de coordinaci¨®n ser¨¢ m¨¢s grave y compleja cuando se produzcan situaciones en donde, por ejemplo, el Ministerio est¨¦ dirigido por un pol¨ªtico centrista y algunos ayuntamientos por pol¨ªticos de otras tendencias ideol¨®gicas, o viceversa. Aunque s¨®lo fuera por la posibilidad de que se produzcan estas ocasiones en el futuro inmediato es urgente establecer una delimitaci¨®n inequ¨ªvoca de las competencias entre todos esos ¨®rganos de la Administraci¨®n del Estado. De hecho en el pasado inmediato se han producido roces entre el Ayuntamiento de Madrid y Coplaco porque de alguna forma saltaban a la superficie dos. concepciones ideol¨®gicas en el entendimiento de los problemas urban¨ªsticos, pero no es menos verdad que esas diferencias hubieran sido superables si los l¨ªmites de las competencias administrativas hubieran estado mejor definidas.
P. Usted ha asumido en Madrid actividades que tradicionalmente han correspondido a los delegados provinciales del Ministerio o a directores generales, en casos especiales. ?A qu¨¦ obedece es la actitud?
R. Tanto Ros¨®n como Arespacochaga me dijeron en diferentes ocasiones que mi aproximaci¨®n tan directa a los vecinos, consecuencia de la pol¨ªtica de puerta abierta que se sigue desde este Ministerio, era una pol¨ªtica que me desgastar¨ªa mucho y no ofrecer¨ªa resultados tangibles. Pero tanto Ros¨®n como Arespacochaga no me predicaban con el ejemplo, porque ellos mismos han tenido que enfrentarse con esa pol¨ªtica de di¨¢logo directo. Pero es que, adem¨¢s, en puestos como el de ministro, gobernador civil o alcalde no queda otro remedio en esta etapa que, quemarse, desgastarse bajando al ruedo, porque la pol¨ªtica de verdad consiste precisamente en eso, aunque se tenga la tentaci¨®n de practicar una m¨¢s conservadora que era posible en el r¨¦gimen anterior, porque los cargos p¨²blicos no depend¨ªan de los electores. En segundo lugar, creo que con esta forma de actuaci¨®n se descargan muchas de las tensiones que existen entre los administrados y la Administraci¨®n si se abren las compuertas del di¨¢logo, ya que muchos de los problemas que se plantean vienen determinados por esa falta de comunicaci¨®n. En mi experiencia personal he notado que casi siempre los vecinos, hasta los m¨¢s radicalizados por situaciones que son realmente injustas, ante una mesa de negociaci¨®n est¨¢n m¨¢s interesados en establecer puntos de soluci¨®n que de roces o conflictos. Puedo decir que, en general, las demandas de los vecinos son razonables, aunque es cierto que est¨¢n hartos de promesas reiteradamenie incumplidas, que les desespera la falta de coordinaci¨®n de La Administraci¨®n. Porque, como he dicho antes, es muy frecuente que en el propio Ministerio se tomen decisiones por un departamento que luego incumplen otros; cuando no es el Gobierno Civil o el Ayuntamiento quienes no secundan la labor del Ministerio, o viceversa.
'Es una provocaci¨®n que haya viviendas vac¨ªas'.
P. La ocupaci¨®n de viviendas es probablemente uno de los problemas socio-pol¨ªticos m¨¢s serios con los que ahora mismo se enfrenta su Ministerio. ?Cu¨¢les han sido las medidas adoptadas y qu¨¦ soluciones se van a arbitrar ante los movimientos de ocupantes?
R. El movimiento de ocupaciones de viviendas ha sido tema preferente de discusi¨®n en algunos Consejos de Ministros. Hace dos consejos, creo recordar, se decidi¨® la expropiaci¨®n por el procedimiento de urgencia de sesenta viviendas de construcci¨®n directa por organismos estatales, mal adjudicadas, en Madrid. Este tipo de actuaciones se seguir¨¢ en toda Espa?a durante los pr¨®ximos meses.
Puestos a analizar las causas de esta situaci¨®n, hay que tener en cuenta que el MOPU carece de un cuerpo de inspectores suficiente para hacer un inventario. La soluci¨®n de este aspecto ser¨ªa reforzar convenientemente ese cuerpo de inspectores y, de otra parte, seguir en la l¨ªnea de colaboraci¨®n con las asociaciones de vecinos, que conocen bastante bien los problemas de cada barrio en esta materia. Lo evidente es que resulta una aut¨¦ntica provocaci¨®n el que existan viviendas vac¨ªas o mal adjudicadas con el nivel alt¨ªsimo de demanda que se presenta cada d¨ªa. Con esta colaboraci¨®n pienso que conseguiremos, poco a poco, subsanar, de una parte, la hipersensibilidad de los vecinos ante el probledad, y de otra, descargar de dramatismo la herencia dificil¨ªsima que hemos recibido.
P. El segundo cap¨ªtulo importante de esa herencia dif¨ªcil pudiera ser el plan de viviendas sociales, interpretada por algunos sectores como un desastre de organizaci¨®n, inaccesible a algunos estratos de la sociedad, precisamente a aquellos para los que fue concebido. ?Qu¨¦ ha fallado en ese plan, presentado en principio como una aut¨¦ntica soluci¨®n? ,
R. No quisiera criticar ese plan, concretamente, porque una de las tentaciones que se producen siempre en la vida pol¨ªtica es criticar al antecesor. Y esta es una cadena sin fin. Pero s¨ª, debo decir que, en mi opini¨®n, lo que le ocurr¨ªa a ese plan de viviendas sociales, ambicioso y con un objetivo encomiable, es que no era un plan realista o al menos ha resultado no serlo en la pr¨¢ctica, porque no ha funcionado y de hecho ha afectado a la construcci¨®n de viviendas, no s¨®lo en el sector p¨²blico sino tambi¨¦n en el sector privado. Hablo de falta de realismo porque nada m¨¢s llegar a este Ministerio tuve una primera sesi¨®n de trabajo con los promotores de viviendas, con las Cajas de Ahorro y los banqueros que te¨®ricamente iban a construir y financiar esas viviendas, y comprob¨¦, en primer lugar, que ten¨ªan muy poca informaci¨®n sobre el programa en su conjunto, que no aceptaban, por considerarlas poco realistas, las especificaciones t¨¦cnicas de algunos modelos de vivienda y que quienes deb¨ªan financiarlas estaban muy fr¨ªos con respecto a las posibilidades de ese plan. En esas circunstancias, y habida cuenta del tiempo transcurrido desde que se inici¨® el estudio de ese plan de viviendas sociales y de la falta de colaboraci¨®n activa de quienes deb¨ªan ser principales protagonistas (promotores y financiadores), parece m¨¢s l¨®gico reconsiderar el plan y tratar de agilizar todo el procedimiento administrativo.
En esa labor estamos, con la dificultad adicional de la crisis por la que atraviesa el pa¨ªs y la dificultad financiera que resulta de las disposiciones adoptadas en los ¨²ltimos meses.
La verdad es que el plan hab¨ªa aportado unas expectativas inalcanzables y ahora estamos trabajando m¨¢s sobre la base de destinar la mayor cantidad de fondos presupuestarios posibles a la soluci¨®n de los problemas de chabolismo e infravivienda y al mismo tiempo crear un mercado hipotecario que resuelva el problema de las clases medias.
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