Luces y sombras sobre Euskadi
LA PRIMERA celebraci¨®n en la legalidad del Aberri Eguna, las repercusiones y guerra de comunicados del atentado de ETA militar contra la central de Lem¨®niz, que caus¨® la muerte de dos trabajadores, y las severas advertencias del vicepresidente del Gobierno y ministro de la Defensa, teniente general Guti¨¦rrez Mellado, en torno a la unidad patria, son datos que salen a la superficie y que muestran. un panorama sombr¨ªo e inquietante. A las pocas semanas de conseguir su preautonom¨ªa, la confusi¨®n se extiende en Euskadi, la inquietud crece en el seno del Gobierno, y hasta es posible que el Ej¨¦rcito est¨¦ siendo sacudido por un malestar importante. ?Qu¨¦ pasa en el Pa¨ªs Vasco?La defensa de la unidad espa?ola es un tema lo suficientemente apoyado en la historia, la cultura y la realidad, como para que no necesite acentos patrioteros ni solemnes cantos ret¨®ricos al viejo estilo. Espa?a es una naci¨®n que existe como tal desde hace cinco siglos, con un claro proceso de formaci¨®n e incorporaci¨®n: una de las primeras nacionalidades de la historia del mundo, con una personalidad definida y una coherencia real indiscutible. Toda realidad es un proceso dial¨¦ctico, desde luego, que se afianza y contrasta en cada momento: la realidad espa?ola est¨¢ tan contrastada que toda sospecha de eventual disgregaci¨®n entra en el terreno de la utop¨ªa apoyada en intereses pol¨ªticos ultraminoritarios en el conjunto del pa¨ªs. No hay que confundir el proceso auton¨®mico, que no es m¨¢s que un deseo de personalizaci¨®n de los diferentes territorios que configuran la realidad espa?ola y un mecanismo de rechazo del centralismo a ultranza que el pa¨ªs ha padecido durante ocho lustros, con un simple asomo de disgregaci¨®n de Espa?a. El autonomismo no es separatismo, y si en alg¨²n paisaje determinado surgen brotes separatistas obedecen a intereses muy diferentes, escasamente anclados en la realidad y que intentan aprovechar este sentimiento autonomista para exacerbarlo y radicalizarlo a ultranza.
Pero en una democracia, la norma general es el derecho a la libre expresi¨®n de todas las tendencias. El hecho de que existan grupos y hasta partidos, m¨¢s bien minoritarios, que ponen en tela de juicio el r¨¦gimen pol¨ªtico espa?ol actual o hasta la propia identidad nacional, sirve de fiel contraste a la democracia. Y de la misma manera que han sido legalizados partidos que preconizan el r¨¦gimen. republicano, sin que se hayan conmovido los cimientos de la monarqu¨ªa democr¨¢tica, se ha iniciado asimismo un proceso de legalizaci¨®n de los grupos abertzales vascos, que tal vez debiera terminar considerando la posible legalizaci¨®n de ETA, como apuntaba el presidente del Consejo General vasco, Ram¨®n Rubial. No son las tesis de ETA las que impiden su legalizaci¨®n, sino sus m¨¦todos. Legalizar a una ETA no violenta, que propugnara la creaci¨®n de una rep¨²blica socialista vasca independiente, ser¨ªa posiblemente la muerte de la propia ETA, por falta de electores.
No hay que rasgarse las vestiduras por esta hip¨®tesis. ETA capitaliza en la actualidad toda una historia que no le pertenece, exceptuando la historia violenta contra la dictadura en los ¨²ltimos lustros; pero esta historia sigue siendo violenta, por obra de la propia ETA militar en estos a?os de construcci¨®n de la democracia, y ello es un atentado a toda Espa?a, al Pa¨ªs Vasco, a la democracia y hasta al propio socialismo, del que se predican los propios comandos de ETA. Bien es verdad que las ambig¨¹edades gubernamentales en su pol¨ªtica con relaci¨®n a Euskadi han sido notorias y lamentables. El retraso en el proceso auton¨®mico y en el tema de la amnist¨ªa ha dejado heridas y cicatrices f¨¢cilmente detectables. Cierto es tambi¨¦n que la actual preautonom¨ªa conseguida, por el momento no es m¨¢s que una teor¨ªa no demasiado concreta, anegada tambi¨¦n en un vagaroso proceso auton¨®mico que se extiende como una neblina por toda la geograf¨ªa espa?ola. Pero esta preautonom¨ªa vasca ha surgido en medio de un mar de confusiones que agitan al conglomerado pol¨ªtico de las fuerzas vascas, que se demostr¨® hasta la evidencia en la elecci¨®n del propio Ram¨®n Rubia? como presidente del Consejo General, tras ocho largas votaciones. El Pa¨ªs Vasco est¨¢ dividido en s¨ª mismo, presa de sus propias contradicciones y ambig¨¹edades.
Por lo dem¨¢s, creemos que es preciso hacer alguna objeci¨®n a las duras advertencias del ministro de la Defensa, que si bien denotan una comprensible preocupaci¨®n castrense, tambi¨¦n traen el recuerdo de inconvenientes tendencias en exceso proclives al intervencionismo militar en cuestiones pol¨ªticas.
Finalmente, cabe resumir que el independentismo es la utop¨ªa de un pu?ado de vascos alentados por los comandos de ETA militar, y puede devenir en la pesadilla de los dem¨®cratas de todo el Estado, incluidos los propios vascos. Problema que exige soluciones pol¨ªticas, comenzando por la asunci¨®n, con toda claridad, de sus propias responsabilidades por parte de las propias fuerzas representativas de Euskadi. Y el resto s¨ª que ser¨¢ un simple problema de orden p¨²blico.
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