Un paso hacia la uni¨®n de los cristianos
OCHENTA Y nueve representantes, pertenecientes a veintitr¨¦s pa¨ªses europeos -tanto del Este como del Oeste- protestantes, cat¨®licos y cristianos ortodoxos se han reunido del 10 al 13 de abril en la localidad francesa de Chantilly, en las cercan¨ªas de Par¨ªs, en un encuentro ecum¨¦nico religioso. Este ha sido ya calificado de hist¨®rico, aunque todav¨ªa es pronto para avanzar conclusiones definitivas. dado adem¨¢s que los dos textos aprobados no han sido difundidos oficialmente. De alguna manera, el camino iniciado por Juan XXIII en pro de la unidad de las Iglesias que profesan la fe que Cristo sigue, pues, adelante en el viejo continente, aunque no se hayan registrado adelantos sustanciales en los ¨²ltimos a?os. Se pyogresa en, contactos concretos, en acciones puntuales, mientras el di¨¢logo doctrinal parece, por el contrario, detenido. Ni el Vaticano como tal, ni el Consejo Ecum¨¦nico, han, participado oficialmente en el encuentro de Chantilly, convocado por iniciativa del Consejo de Conferencias Episcopales de Europa (cuyo presidente es el de la francesa. el arzobispo de Marsella, monse?or Etchegaray) y la Conferencia de Iglesias Europeas, que agrupa a 110 Iglesias protestantes y que tiene como presidente al pastor Andr¨¦ Appel, que rige la Confesi¨®n de Augsburgo. Alsacia y Lorena. Otros participantes de importancia han sido el cardenal de Westminster, monse?or Hume: el profesor Zabolotsky, de la Iglesia ortodoxa rusa, el arzobispo de Brujas, monse?or De Smedt, y el obispo protestante de Alemania oriental Werner Krusche. Ha sido, pues, una iniciativa de Iglesias nacionales y regionales, no de las instituciones como tales. Y se ha dicho que ?el que este encuentro haya tenido lugar es m¨¢s importante que su propio contenido?.
Las divergencias doctrinales han sido cuidadosamente evitadas, y el mensaje final de los participantes s¨®lo ha recogido una, en forma sobre todo de lamentaci¨®n: ?Sufrimos -dice este documento- por no haber podido acercarnos conjuntamente a la mesa del Se?or, por no haber podido tributar un testimonio un¨¢nime a Nuestro Se?or.? En efecto, no pudo llevarse a cabo una ceremonia eucar¨ªstica conjunta, dadas las disparidades al respecto de los dogmas de los asistentes.
Es una aspiraci¨®n com¨²n de los cristianos que las barreras entre las Iglesias puedan desvanecerse progresivamente y no sean un obst¨¢culo para la salvaci¨®n. Pero ¨¦ste es el consenso m¨ªnimo, pues las divergencias persisten. La ?cumbre? de Chantilly se ha centrado, por eso, en puntos no doctrinales, sino de acci¨®n en el mundo, como son los de la unidad y la paz en el viejo continente. De esta manera no debe extra?ar que se haya hecho expresa menci¨®n de las reuniones de Helsinki y Belgrado, donde se han celebrado las dos sesiones de la Conferencia Europea de Seguridad y Cooperaci¨®n. Otros temas concretos, de entre los estudiados, han sido la lucha contra el comercio internacional de armamento, la ayuda para superar las desigualdades econ¨®micas y sociales, el alegato para trabajar en pro de un nuevo orden econ¨®mico internacional y el testimonio cristiano de oposici¨®n a los abusos de poder.
En resumidas cuentas, la importante reuni¨®n de Chantilly ha tenido, sobre todo, aspectos m¨¢s apost¨®licos que doctrinales o teol¨®gicos. Es una reflexi¨®n que ya exist¨ªa en grupos intelectuales de acci¨®n apost¨®lica y hasta en zonas de la teolog¨ªa contempor¨¢nea en su vertiente m¨¢s testimonial, en la mayor¨ªa de los grandes pueblos cristianos europeos. Lo que supone la reuni¨®n de Chantilly es una especie de consagraci¨®n de la b¨²squeda de acciones comunes, dada la oficialidad de los participantes y sus titularidades en sus respectivas Iglesias. Pues el camino de la unidad, si se muestra dificil en el terreno del dogma, puede, al menos, desarrollarse en el de la moral, tanto individual como social y colectiva.
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