Las discotecas urbanas, un fen¨®meno sociol¨®gico
Uno de los personajes protot¨ªpicos de la nueva sociedad de consumo es, sin duda, el macarra de discoteca. El joven que trabaja durante toda la semana con el anhelo de que llegue la noche del s¨¢bado para poder vestirse sus mejores galas y acudir al baile del barrio. Los norteamericanos lo han comprendido con rapidez y el t¨¢ndem Nihon-Badham realiz¨® un filme antol¨®gico sobre el nuevo fen¨®meno sociol¨®gico: La fiebre del s¨¢bado noche. informa en este reportaje del mundo madrile?o de las discotecas, un mundo que -como en todas partes- coincide notablemente con el descrito por los citados.
Si el diablo cojuelo se dedicara hoy a mostrar los males del siglo madrile?o tendr¨ªa que profundizar m¨¢s all¨¢ de los tejados de las buhardillas. Tendr¨ªa, sin duda, que bajar a esos m¨¢s de doscientos s¨®tanos coloreados y oscuros, humeantes y ruidosos, limitados y simb¨®licos que son las discotecas.Madrid es una de las ciudades de Europa con mayor ¨ªndice de discotecas percapita. Y es que la vida en las ciudades desciende cada vez m¨¢s hasta las alcantarillas. Aunque las discotecas que hoy conocemos comenzaran al raso y bajo las noches soleadas de la Costa Brava, la Costa del Sol. Blanca, Dorada, o tantas otras como nos han inventado, es en la ciudad donde encuentran su identidad m¨¢s fiel, su lugar bajo el mundo.
Las primeras discotecas madrile?as surgieron a finales de los cincuenta y primeros de los sesenta en lo que antes eran terrazas de verano, salones de baile o cafeter¨ªas. Eran, por ejemplo Shadows o Juma y Milu Juma. En ellas se entrelazaban la m¨²sica en vivo (cada d¨ªa m¨¢s sustituida por la enlatada) con los primeros e incipientes concursos de baile, que Satruday Night Fever no ha hecho sino volver a poner de moda.
Las discotecas, tanto por su situaci¨®n perif¨¦rica como por la socioecon¨®mica de la ¨¦poca, pasaron a ser r¨¢pidamente feudo de j¨®venes empleados y obreros. Mientras la gente bien se montaba sus guateques privados, las discotecas iban adoptando una fisonom¨ªa decidida y acabadamente hortera (hay que aclarar ante la expresi¨®n que las discotecas son un paradigma de crueldad mental, de bestialismo de clasismo y de machismo, como si en ellas se concentrara lo peor de la ideolog¨ªa dominante. Sin embargo, es su argot el que ha de emplearse para comprenderlas).
Una vez desarrolladas esas primeras discotecas, cuyo m¨¢ximo exponente en los a?os sesenta fue la Consulado (con su jaula de oro y todo), comenzaron a surgir las discotecas de barrio-barrio, que los s¨¢bados y los domingos por la tarde ocupan el lugar de celebraciones de bautizos o bodas. Estas discotecas semian¨®nimas no tienen nada que ver con las pijas. En ellas y para una audiencia m¨¢s o menos selecta, se dispone de mejor m¨²sica, de una decoraci¨®n m¨¢s cuidada y de un servicio algo m¨¢s educado que el brutal de las otras. Son y han sido, Toft, Valentin, Sunset, Tartufo, Fontana, Cerebrun, El 13, etc¨¦tera. Pronto apareci¨® otro tipo de discoteca en las que el ligue (leit motiv del 80% de los asistentes, seg¨²n Juan Miguel Ram¨ªrez y Jorge Barrientos, ex disc-jokeys y verdaderos expertos) ya no es importante. Son las discotecas de parejas (luego el ligue ya est¨¢ hecho) en las cuales la penumbra alcanza tales grados que los camareros tienen que ir con linterna para no matarse. Esto ocurre, por ejemplo, en el Elefante Blanco, en El Avi¨®n, en muchas otras.
Gente h¨ªbrida
Queda por fin un tipo h¨ªbrido que frecuentan gente asimismo h¨ªbrida, m¨¢s o menos progre y m¨¢s o menos intelectual (42, Stone, Parking, etc¨¦tera).
Sin embargo, y a pesar de todo, las verdaderas discotecas siguen siendo las horteras. Algunas, como Amnstrong (La Coma), Atomo (San Sebasti¨¢n de los Reyes) o la Argentina (San Blas) son verdaderos c¨²mulos de violencia en forma alguna contenida. Desde el simple pu?etazo hasta las navajas, pasando por botellazos y sillazos en la cabeza, la vida de estas discotecas contempla los intercambios de pareceres entre los distintos barrios de Madrid. que acuden all¨ª en plan de pandillas y dispuestos a currarte si no le gusta como les miras. Los dos veh¨ªculos m¨¢s frecuentes frente a su puerta son las lecheras y las ambulancias y su colof¨®n el cierre temporal, que como en el caso de la M&M puede llegar a ser de varios meses. (Bien por iniciativa del Gobierno Civil, bien por reclamaciones de los vecinos.)
Seg¨²n los disc-jockeys, la discoteca es un zool¨®gico y ellos los Rodr¨ªguez de la Fuente. El disc-jockey, aparte de enemigo natural de todos los machos de la discoteca (car¨¢cter que se acent¨²a con los disc-jockeys extranjeros de la costa) es una persona que sufre una situaci¨®n laboral lamentable. Su sueldo oscila entre las 8.000 y las 35.000 pesetas, y, su falta de seguridad en el trabajo es absoluta. Ellos son los que dominan el cotarro con grandes dosis de psicolog¨ªa e intentando poner, en el caso de los mejores una m¨²sica que aparte de bailables tenga un m¨ªnimo de calidad cosa cada d¨ªa m¨¢s dif¨ªcil ante los engendros que genera la industria e imponen los due?os.
La asistencia, que conjuga modernos, bailones, pasotas, guitarreros, marchosos, listillos, ligones desesperados, alcoh¨®licos, marmotas, intelectuales, troncos, ni?as del autom¨¢tico, mu?ecas hinchables y otros cuantos espec¨ªmenes comunes, encuentra en las discotecas un mundo abarcable e identificable (y en cierta medida, susceptible de ser dominado). Son generadoras o desveladoras de actitudes, uniformadoras y diferentes entre s¨ª, hasta que llegan los residuos de una boda cercana que rompen el encanto y reclaman con grandes risas un pasodoble.
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