Las cosas de la edad
La Comisi¨®n Constitucional tiene un aire de familia, un clima de sobremesa pol¨ªtico-jur¨ªdica donde lo mismo se cita a Hobbes que se cuenta un chascarrillo baturro. La Comisi¨®n Constitucional no tiene aquel dise?o de espeso terciopelo que ahoga a los famosos bar¨ªtonos del Pleno. Aqu¨ª todo va un poco a la manera paisana y coloquial, y adem¨¢s est¨¢ el presidente, Emilio Attard, con su humor hospitalario, que es un padre feliz entre los suyos con algo de cascarrabias divertido como el juez de un condado del Oeste, talmente un personaje de John Ford. Pero en este ambiente de ilustre rebotica caen los grandes conceptos heridos por la iron¨ªa, se arropan las verdades de Bodino con una bella parrafada, y como quien no quiere la cosa, entre una puya, un chiste, una cita de San Agust¨ªn y un proverbio chino se aprueba la dignidad de la persona, se votan los derechos humanos sin perder esa media sonrisa de tertulia.El debate de ayer se enrosc¨® con mucha soltura alrededor del p¨¢rrafo segundo del art¨ªculo 11, que establece la plenitud de los derechos pol¨ªticos a los dieciocho a?os. La incongruencia de este predicado constitucional con la mayor¨ªa d¨¦ edad que el C¨®digo. Civil concreta a los veintiuno ofreci¨® una munici¨®n a conejo parado al socialista Sotillos para sacar los forros al asunto. La casu¨ªstica de esta contradicci¨®n es bastante surrealista. A partir de los dieciocho a?os se puede elegir y ser elegido. Un alcalde de Madrid, que todav¨ªa no ha hecho la mili podr¨ªa firmar un presupuesto de 30.000 millones de pesetas, pero ser¨¢ incapaz para comprar un coche sin el permiso de su padre. Podr¨ªa ser socialista y estar sujeto a la obediencia de su progenitor concejal afiliado a Alianza Popular. Y aqu¨ª fue cuando salt¨® Fraga, naturalmente, con su cabeza rapada de luchador, para recordar que un padre romano persigui¨® a su hijo c¨®nsul con una garrota por el foro y que no pas¨® nada; oiga usted, y que a algunos pol¨ªticos inmaduros tampoco les vendr¨ªa mal una lecci¨®n paterno-escol¨¢stica en el lumbar. Cosas de la vieja escuela, ya se sabe, de maestros de palmeta seg¨²n el concepto patriarcal de la pol¨ªtica.
Roca Junyent ha hilado el absurdo hasta la carcajada pura. UCD se re¨ªa, claro est¨¢, pero no ha cambiado de opini¨®n a pesar de que el socialista Obiols le ha recordado que la juventudes muy pasota y est¨¢ acampada al este del Ed¨¦n de esta democracia, pero sin dejar de darle al guitarr¨®n, sabe muy bien que aqu¨ª se est¨¢n conculcando sus derechos. Por UCD han hablado Oscar Alzaga y Herrero de Mi?¨®n, siempre con el estribillo que se ha convertido en la marca de la casa: este es un articulo de la Constituci¨®n, de modo que venga luego el legislador ordinario con unos puntos de sutura a acomodar los textos del C¨®digo. UCD ha demostrado su falta de reflejo pol¨ªtico, ha descubierto lo rudimentario de su olfato rentable, su estropeada sensibilidad electoral. Por un lado, niega a la juventud los derechos que comporta la rebaja de la mayor¨ªa de edad a los dieciocho a?os, y por otro reconoce su capacidad de votar a partir de ese feliz aniversario. Eso es como golpear el parietal izquierdo a un se?or y cederle alegremente despu¨¦s una navaja para que opine. Eso que se mete doblado en la urna, Pero, ya digo, la Comisi¨®n Constitucional es una reuni¨®n muy civilizada.
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